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MARCO MENÉNDEZ
Martes, 19 de mayo 2020, 02:08
Iberia habrá completado a finales de mayo más de ochenta vuelos de carga con material médico de urgencia desde China, dentro del corredor sanitario con Fenin y el Grupo Oesía, y para otras colaboraciones público-privadas. Estos vuelos han contribuido en gran manera a que España pueda tener material suficiente con el que hacer frente a la pandemia del COVID-19. Pero estos aviones necesitan pilotos y uno de ellos es el gijonés Alejandro Menéndez Acebal, quien cuenta para EL COMERCIO cómo son estos viajes a bordo de un Airbus A330-200 en los que recorren 22.822 kilómetros entre Madrid y Shenzhen, en un total de veintisiete horas y veinte minutos de vuelo, más otras cuatro horas de escala para efectuar la estiba de la mercancía. El avión regresa a España hasta los topes, aprovechando el más mínimo espacio.
La primera de las grandes diferencias con un vuelo de pasajeros es que la aeronave no cuenta con tripulación de cabina, pero sí con ocho pilotos (cuatro comandantes y cuatro copilotos), «de forma que unos puedan descansar mientras otros están a los mandos. También se programa el vuelo para que salga de España por la noche, lo que facilita el descanso de quienes no van a los mandos», explica Menéndez.
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Una operación de estas características exige de mayor flexibilidad en su preparación. Si en un vuelo normal a Shenzhen una tripulación descansa en destino, en esta ocasión la escala solo duró las cuatro horas que tardó el personal chino (ataviado con equipos de protección individual) en embarcar a mano el material en el interior del avión. Alejandro Menéndez relata que «todos los pilotos tuvimos que pasar un control de temperatura que nos hizo la jefa de escala del aeropuerto de Shenzhen. La mayor parte de mis compañeros ni siquiera pudieron salir, aunque yo tuve que hacer la revisión exterior del avión y pude estirar un poco las piernas, pero no pasamos a la terminal ni entramos en el país en ningún momento».
El cargamento que embarcaron consistía en mascarillas, guantes y equipos de protección. Se aprovechó hasta el más mínimo espacio, además del compartimento de carga: «En este caso fue necesario conseguir la aprobación para poder colocar la mercancía sobre los asientos, debajo de ellos y en los compartimentos superiores de equipaje de mano y, por supuesto, asegurar esa carga para que no se moviera en caso de turbulencia o durante el despegue y el aterrizaje», explica.
Alejandro Menéndez, además de supervisar los procedimientos de carga en China, estuvo a los mandos del avión desde Ekaterimburgo, a unos 2.000 kilómetros al este de Moscú, hasta llegar a Madrid. Fue un viaje muy extraño, pues «casi no se escuchaban otros tráficos». Es decir, apenas había otros aviones en el cielo. Y apunta que «escucharíamos unos diez o quince tráficos en total, cuando lo normal es que en medio de Europa escuches cinco tráficos en quince segundos».
Fue un viaje duro, pero tanto Alejandro Menéndez como el resto de sus compañeros «estamos deseando que nos llamen de nuevo para hacer un vuelo de estas características o cualquier otro -dice-. Todo el colectivo de pilotos tiene muchas ganas de ayudar, pero también hay que tener en cuenta que esta es una profesión extremadamente vocacional y un piloto siempre quiere volar».
Este joven gijonés asegura que «fue mi vuelo más especial desde que soy piloto comercial». También fue muy importante para España y su lucha contra el coronavirus, aunque tiene claro que «en un vuelo normal llevamos en torno a 350 personas a bordo y, para mí, no hay mayor responsabilidad que ésa. Por muy importante que sea la carga». Eso sí, en ocasiones como la actual Alejandro Menéndez resalta que «es ahora cuando nos damos cuenta de que todos los trabajos aportan muchísimo. El médico salva vidas todos los días, pero también los transportistas, las cajeras de los supermercados, los ganaderos, los pescadores, los periodistas, los farmacéuticos y, también, claro, los pilotos realizamos un trabajo importante para todos. Me parece que una situación como ésta nos ayuda a hacernos más conscientes del valor que tienen todos los trabajos para el conjunto de la sociedad». Menéndez sigue alerta a la espera de un nuevo vuelo urgente.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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