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Rafael Suárez-Muñiz

La Viesca 'l Rexidor: «Un capricho botánico para ver las plantas crecer»

Miguel Llana Valdés, un profesional de la banca, ha creado un jardín botánico en su propia finca, ubicada en un paraje boscoso autóctono en el valle del río Nonaya, en el pueblo de Llamas (Salas)

Rafael Suárez-Muñiz

Sábado, 18 de septiembre 2021

Un capricho botánico. Así define Miguel Llana Valdés, en una frase tan cortita, el motivo y el contexto de su pasión hecha realidad: un jardín botánico en su propia finca. Este profesional de la banca, natural de Gijón, compagina su trabajo en la ciudad con ... su gran afición en La Viesca'l Rexidor y su arácnida red social de importantes contactos de la botánica internacional. Encarna, pues lo que podríamos denominar figura del jardinero-propietario: él busca las semillas y las especies vegetales; él trabaja la tierra; él las planta; él las cuida, y él diseña su jardín. La Viesca se halla en un paraje boscoso autóctono en el valle del río Nonaya situado en el pueblecito de Llamas, perteneciente al concejo de Salas, que se encuentra a 40 minutos en coche desde Gijón.

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A tan solo 120-140 metros de altitud, La Viesca'l Rexidor presenta, cual jardín botánico al uso, una enorme variedad de especies de otras latitudes definidas sobre el terreno en tres biomas claramente diferenciados, que han ido efectuándose de manera paulatina en el tiempo (compras de pies, regalos, semillas, traídos de la casa familiar de Somió). A mediodía de la quintana familiar, que limita la falda boscosa, se yuxtaponen la finca destinada propiamente a jardín botánico, con una extensión de 7.500 metros cuadrados, y otra posterior de 5 hectáreas. Todas estas tierras pertenecen a la familia Llana-Valdés desde el siglo XVI, serían las tierras del regidor de la zona. Como elementos físicos, la quintana cuenta con la casona principal construida a finales del siglo XIX por José Llana Valdés sobre otra mucho más antigua; separada por la antojana de una casa de caseros recrecida (cuyo dintel fue grabado con la fecha de 1792); un antiguo pajar convertido también en casa, y dos paneras de 1777 y de 1824 situadas junto al llagar.

Miguel Llana Valdés mostrando su «Acer circinatum» del Pacífico, originario de Washington y Oregón.

En 2008 es cuando la colección botánica comenzó a proyectar la composición que, crecida, nos encontramos a día de hoy. Se trata, pues, de un museo vivo en constante evolución. Al sur de la casa, en pendiente, se desarrolla el bosque atlántico mixto de castaño y roble, habitual del piso basal asturiano y de los fondos de valle. Esta mancha fue clareada y desbrozada en esa fecha por estar llena de zarzas y eucaliptos. Su singularidad son los cientos de castaños que han ido rebrotando sobre antiguos tocones de ejemplares genuinos de entre 200 y 400 años, lo que le imprime esa característica forma de mano de buda. Hay seis tipos de castaños distintos y más de doscientos ejemplares, con un menor número de robles. En este ámbito, Miguel Llana dispone de la mayor colección de acebos de Asturias con 45 tipos distintos, como la hierba mate, que es un acebo en realidad. En la parte elevada de La Viesca se pueden encontrar acebos chinos, japoneses, canarios, europeos y norteamericanos; además de una variedad de árboles que engloba tejos europeos y americanos; tilos; falsos plátanos; carpes; un ciprés limonero, y doce tipos de taxáceas.

Sin darse cuenta, por la humildad que caracteriza a su titular, también está camino de contar con la mayor y más variada colección de camelias (140 tipos), magnolias (unas 22 variedades), hortensias (50 tipos distintos) y musgos de Asturias. Se pueden contemplar 4-5 variedades de musgo con las que Miguel Llana quiere «potenciar un jardín de musgos autóctonos y caminar por aquí descalzo» cuando colonice la red caminera del jardín-bosque. Musgo que abraza los viejos pies de castaño y que permite ver importantes manchas cercanas al siglo de antigüedad. Especies protegidísimas que crecen a razón de 1 cm. al año. También cuenta con dos ejemplares relícticos de magnolias macrófilas, una de ellas procedente de la colección de camelias de Margarita Riesgo (Santianes), que veremos en una futura entrega.

En el bioma atlántico acaba de hacer, días atrás, un pequeño lago aprovechando una antigua corripia (del uso castañero) que ya cuenta con libélulas, empleadas estas contra las larvas de mosquitos. En un futuro inmediato tiene previsto hacer otro pequeño estanque en una depresión arcillosa a levante del anterior e introducir, como en el Jardín Botánico de Gijón, lenteja de agua para cubrir la superficie. Asimismo se pueden diferenciar hayas europeas de hoja grande, pequeña, rojas y de hoja de helecho. Algunas plantaciones excepcionales de longitudes asiáticas como los dos árboles de caramelo o katsura japoneses y los Aesculus indica y asimica, propios del Himalaya, Nepal y la India. También un fresno de Bulgaria y tres espectaculares arces de piel de serpiente.

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Entre el bioma atlántico y la casa del propietario se definió una zona de transición con especies de Oriente (como un singular tilo mongólico), con un par de bosquetes netamente asiáticos. Especialmente llamativa es la agrupación de arces japoneses rojos y verdes, bordeados por un tupelo y un cornejo chino cuya coloración roja y naranja en otoño los hace espectaculares. Junto a los muros de la antigua casa del cura, que encierra un bello rinconcito de helechos del Terciario, la parra virgen roja de Virginia y un estanque de nenúfares, se formula otra mancha asiática con un ginkgo, un junípero, el kolkwitzia y la calicarpa de bayas violetas.

Castaño autóctono natural y original sobre un pie de hace 400 años.

El recorrido finaliza hacia el este, junto a la caleya de acceso, por donde se extiende el bioma templado americano o arboretum americano. En él, Miguel Llana fue introduciendo especies a partir de semillas procedentes de sus viajes a Nueva York, Washington o Illinois en 1990. Ejemplares como el oxidendro, el liriodendro, el naranjo de Luisiana, robles de Texas, el árbol de amor o de Judas (canadiense), parra virgen de Virginia, la flor nacional de Cuba, el arce canadiense, el liquidámbar —como los que hay en Los Campinos de Begoña—, un zumaque caducifolio de Virginia, roble rojo, un falso cafetero de Kentucky, nogal del Pecán, son algunas de las especies que conforman esta nutrida mancha boscosa. Sobre este ámbito, Miguel tiene unos planes ya que «cada país tiene su árbol característico y su flor, y estoy consiguiendo uno de cada». En total: cerca de 1.000 ejemplares arbóreos (más de 150 tipos), arbustivos y florales se cuentan en La Viesca 'l Rexidor. Un jardín botánico boscoso único en Asturias, por su condición mixta de formación natural y antrópica, que merece la pena ser visitado en cada estación.

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