Vidas en las que el azúcar amarga

Día de la diabetes. Más de 90.000 asturianos sufren esta enfermedad. Nuevos tratamientos, como la bomba de insulina, suponen una mejora en la calidad de vida los pacientes

MIRIAM SUÁREZ

Domingo, 14 de noviembre 2021, 17:15

Alos 14 años, Silvia Mier empezó a encontrarse mal sin una causa aparente. En cuestión de dos semanas, perdió 6 kilos y, por mucho que bebía, no conseguía saciar la sed. Llegó a sentir tanto cansancio, que «ya casi no podía tirar por el cuerpo». ... Hasta que la situación se hizo insostenible y sus padres decidieron llevarla a Urgencias. Silvia permaneció en el hospital durante un mes.

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Así 'debutó' con la diabetes, una enfermedad que altera los niveles de glucosa en sangre y que ya la acompañará de por vida. «El diagnóstico nos pilló por sorpresa porque no tengo antecedentes familiares», explica Mier, que el próximo sábado cumplirá 25 años. El detonante no fue hereditario, sino infeccioso: «Una gripe mal curada. El sistema inmune 'se equivocó' y atacó al páncreas en lugar de al virus», causándole una disfunción en sus células beta que desencadenó una diabetes de tipo 1.

El suyo es un caso más entre 90.000, número de diabéticos que hay actualmente en Asturias, a falta de que afloren los enfermos que están sin diagnosticar por la pandemia. Hoy, es su día, el Día Mundial de la Diabetes, fecha que permite dar visibilidad a esta patología crónica, que complica hábitos y vida en mayor o menor medida dependiendo del tipo y grado que se padezca. «Yo lo llevé relativamente bien, aunque fue duro asumir que esto era para siempre», comenta Silvia Mier, presidenta de la Asociación de Diabéticos de Asturias desde hace ocho meses.

Ella es 'insulinodependiente' y lleva pegada al cuerpo una 'bomba' que le administra las dosis necesarias de insulina, hormona que segrega el páncreas para mantener a raya los niveles de azúcar y que los diabéticos no producen o no lo hacen adecuademente. Además, Silvia lleva adherido a su brazo un sensor que le controla cada cinco minutos la glucosa. Este circuito interconectado «es de lo último que ha salido», un avance tecnológico que facilita mucho la vida a quienes, como ella, padecen diabetes tipo 1.

Cuando era niña, tenía que inyectarse insulina cinco veces al día. Sus padres se levantaban un par de veces durante la noche para pincharla. Así que la 'bomba' ha supuesto un salto adelante en el tratamiento de su enfermedad y en calidad de vida. «Aun así te diré que pincharse o hacer las glucemias no es lo más complicado. Lo más complicado es el factor psicológico», precisa esta vecina de Lugones. Y, en ese sentido, la Asociación de Diabéticos de Asturias hace una labor de bálsamo, porque en ella comparten problemas y alegrías unos 300 enfermos y sus familias, además de profesionales sanitarios especializados en esta afección del metabolismo, que en la mayoría de los casos resulta irreversible.

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En estos últimos siete días, la Asociación ha organizado en el concejo de Siero su I Semana de la Diabetes, que concluye hoy, soltando globos delante del ayuntamiento (13 horas) y con un almuerzo en la plaza de abastos de la Pola (14 horas). «Es bueno que la gente tenga información sobre la diabetes, porque a veces se puede prevenir con hábitos saludables», señala Silvia. Ella, como todos los diabéticos, debe evitar los azúcares, los carbohidratos o las grasas. Pero también se permite caprichos y, de vez en cuando, se toma un helado y su madre le prepara un cocido de garbanzos que me presta por la vida». El próximo sábado, «por supuesto», tendrá tarta de cumpleaños. ¿Su deseo? «Que todo el mundo tenga acceso a los tratamientos. Y una utopía, que se encuentra cura».

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