Eduardo Paneque, Gonzalo Díaz-Rubín y Chelo Tuya
Gijón | Oviedo
Jueves, 17 de junio 2021, 05:08
La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) lo había dicho. Toda Asturias estaba ayer en situación de alerta. En la costa, aviso amarillo. Por vientos y tormentas, así como lluvias de hasta 15 litros por metro cuadrado. En el interior, aviso naranja. Granizo, seguro. Y las lluvias, de hasta 30 litros por metro cuadrado. Pero fue más. Mucho más.
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En Oviedo se alcanzaron los 46 litros por metro cuadrado. No llovió tanto en toda España salvo en la localidad lucense de Saviñao, que vieron como sus alcantarillas tenían que hacer frente a 77,4 litros por metro cuadrado. En Asturias, tras Oviedo aparece Piloña, con 16 litros por metro cuadrado, y Gijón, con 14,2. A la importancia de las precipitaciones se une la concentración en el tiempo. Pasó todo en poco más de veinte minutos.
En una sola hora, llovió ayer sobre Oviedo más del doble de lo que había llovido en lo que llevábamos de este mes de junio, 46 litros por metro cuadrado, para sumar un acumulado mensual de 67. La estación ofreció otro dato, en medio de esa hora de tormentas, hubo 20 minutos durante los cuales cayeron 20 litros por metro cuadrado. Demasiados para la red de saneamiento de la capital.
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La tormenta provocó decenas de incidencias, solo parcialmente resueltas al cierre de esta edición: garajes y viviendas inundados, locales y negocios afectados y árboles caídos en la zona rural. El balance provisional de daños dejó el Palacio de los Deportes cubierto de agua y pendiente de revisar las posibles afecciones a la instalación eléctrica.
Justo al lado, en el estacionamiento de Ventanielles, el agua penetró e inundó la segunda y última planta del aparcamiento cubriendo los coches hasta la matrícula. Segunda y última, porque la tercera prevista nunca se ejecutó. La excavación alteró el precario equilibrio de unos suelos cargados de yesos sobre el mayor acuífero de la región y precipitó la ruina de más de 600 viviendas del barrio. Ventanielles era, en tiempos, una charca y los problemas en episodios de lluvia intensa como el de ayer son recurrentes. El agua afectó a muchos garajes del barrio y colapsó la circulación, con las calles cubiertas de 20 centímetros de agua.
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Otras zonas bajas de la ciudad, La Tenderina o Las Segadas, también sufrieron inundaciones de garajes y viviendas y problemas similares de tráfico.
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Oviedo se desarrolla en la ladera que baja del alto de Buenavista formando casi escalones, que son las zonas donde de forma recurrente se producen problemas en caso de precipitaciones muy intensas. La avenida de Galicia y Hermanos Pidal se vieron muy afectadas; Uría y San Francisco, donde el agua amenazó con entrar en varios locales tan señeros como la confitería Rialto, también sufrieron problemas que se repitieron en El Fontán, agravados por las deficiencias de la galería de saneamiento de la zona.
Pero los mayores problemas para la circulación se produjeron en las calles con pendientes que unen estas zonas. Fuertes Acevedo, donde el Ayuntamiento trabaja para ampliar el colector Oeste, se convirtió en una torrentera, salpicada de manantiales donde la fuerza del agua levantó las tapas de registro. Las aguas de La Ería, en escorrentía hacia La Argañosa, convirtieron esta última en una trampa para coches y peatones y afectaron a negocios y viviendas de Fuente de la Plata.
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También en la zona rural se dejó sentir la fuerza del agua. Las lluvias inundaron parte de las instalaciones técnicas del Balneario de Las Caldas y causaron problemas en Puerto. También las zonas próximas al Nora, como Ponteo, vieron el agua amenazar sus viviendas.
Bomberos recibió decenas de llamadas, que colapsaron la centralita y obligaron a multiplicar esfuerzos al servicio con intervenciones en González Besada (donde problemas de desagüe en una terraza dañaron dos viviendas, en Padre Suárez, con más garajes inundados o hasta la calle Mayorazgu.
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Tan pronto como vino se fue. Una hora después de cesar la tormenta, la mayor parte de la ciudad recuperó la normalidad y se puso hacer recuento de daños. Solo en esa hora, entre las tres y media y las cuatro y media de la tarde, cuando el cielo cayó sobre las cabezas ovetenses, llovió una décima parte de todo lo que ha llovido este año en Oviedo.
Todo en una jornada en la que el sol predominó durante toda la mañana, con temperaturas más propias del mes de agosto y numerosos bañistas en las playas. La máxima de la región se alcanzó en Amieva, con 29,7 grados, seguida de Mieres, con 29,2. Cabrales, Piloña y Lena también superaron los 28 grados.
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Pero todo cambió a partir de las tres de la tarde, cuando los cielos se cubrieron. Como si fuera un aviso, en el Cabo Peñas se registró, a las 16.10, una de las rachas de viento más fuertes del país: 68 kilómetros por hora. Y con ella, el diluvio.
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