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EUGENIA GARCÍA
Martes, 12 de febrero 2019
El muro de contención de la presa de Sestelo (Castropol), ubicada sobre el río Suarón, se rompió (de forma ficticia) a primera hora de la mañana de ayer. Esta situación, provocada por las fuertes lluvias caídas, ocasionó el desbordamiento de la presa, ... cuyas aguas anegaron los alrededores arrastrando a su paso a varias personas, aisló algunas viviendas y provocó numerosos daños.
Esta es la situación simulada de emergencia sobre la que trabaja esta semana una compañía del V Batallón de Intervención en Emergencias de la Unidad Militar de Emergencias (UME). 140 hombres, 44 vehículos y cinco perros de rescate desplazados desde la base Conde de Gazola (León) realizan hasta el viernes un ejercicio de instrucción multirriesgo en la zona de la ría del Eo.
El campamento base está en el recinto ferial de Vegadeo, donde han convertido el polideportivo en una zona de acampada militar autosuficiente: allí comen -ayer, fabada asturiana-, descansan tras los agotadores turnos de doce horas y planean cada jornada. Esta zona del occidente supone, en palabras del comandante Trevín, «un escenario magnífico para adiestrarnos en emergencias». En este caso, una producida por inundaciones que podría acarrear diferentes riesgos.
Varios son los ejercicios que practican los militares. Como por ejemplo, entrar en los restos de un edificio afectado por las llamas, en el que varias víctimas aguardan a ser rescatadas. Los efectivos, equipados con máscaras de oxígeno, ensayan una evacuación por una línea vertical mientras que fuera, el «hombre puerta», controla con una libreta que todo el que entre salga del inmueble. Cerca de allí, los perros de rescate 'Goku' y 'Geko' olfatean siguiendo rastros en el viento y peinan una amplia zona de terreno colapsado en busca de víctimas -viva una, muerta otra, cada uno según su adiestramiento- entre los escombros. En la casona de Sestelo, en Castropol, otra sección se afana en apuntalar y asegurar un hotel inundado por la rotura de la presa, empleando poleas y perforando paredes cuando la situación lo requiere para rescatar a los «huéspedes» atrapados, siempre bajo la premisa de que «sin rescatador, no hay rescate».
La misión culmina en la ría del Eo, adonde la corriente arrastró a un vehículo que los militares rescatan en cuestión de minutos. Un hombre cae al agua. Gracias a la UME, no hay víctimas.
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