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Mariano Gómez y José Manuel García retiran un árbol quemado que había bloqueado la carretera de acceso a Prahúa. FOTOGRAFÍAS: DAMIÁN ARIENZA

«Vamos a tardar años en recuperarnos»

Los vecinos de Candamo y Grado que lucharon contra el fuego aseguran que siguen «asustados»

ALEJANDRO L. JAMBRINA

CANDAMO / GRADO.

Viernes, 10 de mayo 2019, 02:55

Con miedo, preocupación e incertidumbre. Así vivieron los vecinos de las poblaciones cercanas el incendio que se declaró en la sierra de Sollera, en el límite de los concejos de Candamo, Grado y Salas. El fuego comenzaba a primera hora de la tarde y las fuertes rachas de viento favorecieron su rápida propagación. «Ha sido horrible y seguimos muy asustados», decían los vecinos sobre la noche de ayer. A lo largo de hoy, el Servicio de Emergencias del Principado de Asturias (SEPA) daba por controlada la situación, aunque quienes vieron las llamas de cerca seguían teniendo el susto en el cuerpo.

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José Luis García fue uno de los primeros en dar la voz de alarma y avisar a los bomberos. Empezó a ver las llamas y las densas columnas de humo desde su casa en Los Llanos, en el concejo de Grado. Las viviendas de su pueblo no sufrieron ningún daño, pero sí las plantaciones de pinos y eucaliptos, que quedaron calcinadas. «Esto ha sido una desgracia enorme de la que vamos a tardar años en recuperarnos, nos hemos sentido muy impotentes y asustados», decía García. «Que esto no haya sido provocado porque no hay explicación para que alguien nos quiera hacer tanto daño», añadía.

Marisa Gallardo trabaja como interna en una vivienda de Picaroso, también en el concejo de Grado. Es cuidadora de dos chicos, uno de ellos con síndrome de Down y el otro con ceguera. «Los tres pasamos bastante miedo por la noche, después de que empezase el incendio, sobre todo los chicos, que se sentían desconcertados», contaba Gallardo. La Guardia Civil rodeó su vivienda durante toda la noche y hasta el amanecer, en previsión de que el fuego se acercase demasiado la casa y se tuviese que llevar a cabo una evacuación de urgencia. «Aunque no pegamos ojo en toda la noche al final tuvimos suerte y solo se quedó en un susto, en otros pueblos lo pasaron peor», explicó.

A pocos metros de la casa de Gallardo, bajando en dirección a Grado, se encuentra la residencia geriátrica La Casona, que acogía a un total de veinticinco personas cuando comenzó el incendio. Idea Donate es la dueña del recinto y reconocía -mientras veía a los helicópteros del SEPA pasar justo encima del geriátrico cargados con agua que descargaban en los focos que permanecían activos- que pasaron mucho miedo estos días, «más si tenemos en cuenta que aquí vive mucha gente mayor y nos planteamos incluso la posibilidad de desalojarlos a todos».

Las llamas llegaron a escasos veinte metros del pueblo de Prahúa. «Tuvimos que apagarlo nosotros con los tractores y una bomba de agua porque los bomberos ya no dan abasto», señalaba Mariano Gómez, presidente del colectivo vecinal de la localidad. Gómez tuvo que soltar a su ganado y dejarlo libre por el centro del pueblo para que no resultase herido por la llamas y ayer, junto a otros vecinos, dedicaron la mañana a mojar los terrenos más afectados y a cortar varios árboles quemados que se habían caído y bloqueaban la carretera de acceso a las viviendas. «Lo peor, al fin y al cabo, ha sido el humo que nos impedía respirar y ha causado mucho perjuicio a la gente mayor», indicaba otra de las vecinas de Prahúa sobre un incendio que se dejó notar en buena parte de la región, sobre todo en Gijón, al arrastrar el viento el humo y las cenizas.

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