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Que hay cuentas pendientes entre los dos candidatos al Rectorado de la Universidad de Oviedo, y que probablemente no se solventarán gane quien gane el próximo jueves, quedó patente ayer en el primer debate de las elecciones universitarias, que tuvo lugar en la sede central ... del diario EL COMERCIO y que fue emitido en directo a través de su web, en la que se puede seguir visualizando. Los dos candidatos, el actual rector, Ignacio Villaverde, y el catedrático de Informática Juan Manuel Cueva Lovelle, chocan en casi todo, discrepan en proyecto y formas, y si hubiera que buscar un punto de contacto entre ambas ideas y propuestas ese sería, sin duda ninguna, que los dos son muy conscientes de que la Universidad –no solo la asturiana– tiene que someterse a un proceso cada vez más inmediato de adaptación constante a un mercado laboral y a formas de enseñanza, las del siglo XXI, en las que la evolución y el cambio son cada vez más raudos. A veces, instantáneos.
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El debate se estructuró en cinco grandes ámbitos, si bien el calor de la discusión hizo que los candidatos no siempre se centrasen en sus respectivos proyectos, en las infraestructuras universitarias, el papel de los docentes, el de los estudiantes o el personal no docente, que fueron los cinco bloques propuestos. Por sorteo puro, Cueva abrió el debate en el primer punto y luego ambos candidatos se fueron alternando en la apertura de los sucesivos bloques.
Abrió fuego muy rápidamente Juan Manuel Cueva, quien para explicar la propia existencia de su proyecto y su candidatura hizo referencia a «un grupo de profesores a los que no nos ha gustado la gestión del rector en algunos aspectos», entre ellos «cómo ha gobernado la Universidad», dejando «fuera a muchos decanos del máximo órgano de gobierno», por lo que le acusó de intentar «apagar voces» críticas. Además, cargó contra Villaverde porque «los presupuestos de la Universidad no están bien negociados, son raquíticos» y se soluciona «siempre apretando al profesorado y al personal no docente», mientras que «no podemos quedarnos cruzados viendo cómo perdemos nivel en todos los campos».
Villaverde obvió de mano las críticas y habló de «revalidar la confianza» y de que siempre «he mantenido una escucha activa». Además, hizo un amago de propósito de cierta enmienda al indicar que pretende «dar continuidad al proyecto, no continuismo» y que «siempre hemos pensado en sumar, en unir y en llegar a acuerdos» para dar cuerpo a un «proyecto que prepara la Universidad para el futuro».
De futuro habló también Cueva, que insistió en su idea de que la «Universidad debe apoyar a Asturias y dejar el pesimismo. Que la Universidad aporte, con un plan estratégico, a la industria, al turismo y a la salud, entre otros campos, con un gran cambio».
En las respuestas a estas primeras intervenciones comenzó el debate propiamente dicho. Habló Villaverde de que el presupuesto supone un montante «de más de 1.000 millones de euros garantizados de 2023 a 2028», subrayando además que «toda nuestra nominativa está cubierta por el Principado». Cueva dividió esa cifra entre cinco años y subrayó que «son 200 millones al año, cuando necesitaríamos ya para 2025 unos 300 millones», y basó dicha afirmación en que «conocemos todos los campus, y sólo hay que escuchar a sus responsables».
En lo tocante a las infraestructuras, Villaverde abrió el tema recordando que «cuando llegamos estaban en muy malas condiciones» y que es «necesario un plan de renovación mucho más ambicioso» y no sólo centrado en los edificios, sino también en su equipamiento y el confort de sus usuarios.
Aquí el debate se fue por derroteros inesperados. Cueva acusó a Villaverde de haber escondido sus aportaciones sobre ese plan: «Yo sí participé y usted lo sabe. Hice un plan de ciberseguridad, lo desarrollé en el Rectorado, con propuestas concretas» que no entregó por el registro, según ha contado en otras ocasiones, sino directamente al rector y que no se emplearon. Y entonces fue cuando Cueva desveló que un «grupo de profesores» crearon un grupo de whatsapp y que «conspiramos» contra la forma de llevar la universidad de Villaverde desde «hace dos años», advirtiendo a su rival a continuación de que «nunca he perdido unas elecciones». Es más, le acusó de efectuar «maniobras en la oscuridad que no nos gustan», y subrayó que «en 416 años es el primer rector que dimite y se presenta a rector». Además de que «estas elecciones se podrían haber convocado el 1 de octubre, sin que los estudiantes estuvieran en capilla por los exámenes». Villaverde le afeó que «parece que creemos que podemos influir en las decisiones de la universidad fuera de los canales formales» y que «pasarse los sábados conspirando» es «una falta de respeto a la comunidad universitaria».
Ambos candidatos son conscientes de que la Universidad necesita siempre más y mejores docentes. Pero ese parece el único punto de acuerdo. Cueva acusó a Villaverde de emplear la figura del profesor asociado, «que nació para tener a la sociedad más cerca y contar en ocasiones con su experiencia, para tener un profesorado más barato», mientras que «tenemos que captar profesores, ilusionarlos», y aseguró que la LOSU permite a las comunidades autónomas crear «sus figuras de profesorado», por lo que instó a Villaverde a «pelear con el Gobierno del Principado para lograr esas figuras y aumentar la nominativa».
Villaverde negó la mayor: «Parece que la suya es una LOSU completamente distinta. Las comunidades no tienen esa capacidad, sólo pueden decidir los procedimientos de acreditación», tras lo que abogó por «una reflexión sobre la docencia. No podemos aplicar soluciones del siglo XX para los estudiantes del XXI».
Por otro lado, indicó que en «tres años hemos creado 450 plazas y el próximo año habrá 15 contratos postdoctorales», que Cueva había calificado previamente de «contratillos».
Hubo un notable debate, también en cuanto al precio de las segundas, terceras y cuartas mátrículas. Cueva criticó que «muchas personas han tenido que dejar los estudios» por los altos precios de éstas, en tanto que Villaverde las situó «por debajo de la media nacional». Eso sí, ambos demostraron ser conscientes de que la bajada de la natalidad de las últimas décadas supondrá un desafío para la Universidad de los próximos veinte años, al menos, y señalaron la necesidad de «captar» estudiantes. Villaverde dijo que en su mandato se pasó de «1.000 estudiantes foráneos a 3.200, unos 1.000 de ellos, extranjeros».
Por último, los dos demostraron ser muy conscientes del peso electoral del cuerpo de personal no docente. Cueva aseguró que «el 95% de ellos me dan las gracias por presentarme», y le espetó a Villaverde una pregunta: «¿Qué les ha hecho?», aunque indicó que dar «una solución concreta» es dificil «porque la situación es demasiado compleja».
Villaverde aprovechó eso para criticar a su vez a su rival: «Es poco serio y responsable que se diga 'ya veremos'», mientras contrapuso que en sus tres años al frente de la universidad «hemos creado algo más de 200 plazas y tenemos listo ya el acuerdo de teletrabajo», que prometió aprobar «el lunes 29, después de las elecciones».
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