La Universidad de Oviedo ubicará en el campus de Mieres cuatro centros de investigación

El IMIB cuenta con 28 miembros, de los que 15 son científicos, y tendrá un presupuesto anual de 180.000 euros, para seguir con sus líneas de investigación sobre la conservación medioambiental y los efectos del cambio climático en la biodiversidad. Su directora, Paola Laiolo, destacó ayer los trabajos de monitorización de la evolución de algunas especies, tanto plantas como aves e insectos, que necesitan habitar cada vez en una mayor altitud, mientras que otras especies que sufrían un «declive histórico», como el oso, se han regenerado y también hay que estudiar el impacto de esa situación.

Así, el IMIB toma nuevo impulso y sirve a la vez para impulsar «uno de nuestros campus más queridos», el de Mieres. «Esto le tiene que dar la visibilidad y la potencia que se merece», insistió Ignacio Villaverde.

A la vez, en el encuentro de ayer, celebrado en la sede asturiana del CSIC, se firmó también el convenio entre las tres parte para la regulación del Centro de Investigación en Nanomateriales y Nanotecnología, ubicado en El Entrego y que cuenta con 50 personas, de los que 22 son científicos. Un instituto, además, tal y como recordó el consejero de Ciencia, Innovación y Universidad, Borja Sánchez, que será ampliado con cargo a los fondos mineros. Tendrá un nuevo edificio, con más laboratorio y más personal.

Y esto es solo el principio. Porque este campus será también la sede, en el futuro, de al menos tres institutos más. El primero de ellos, el de Inteligencia Artificial y en la agenda del equipo rectoral están otro ligado al patrimonio cultural asturiano, especialmente el industrial, y uno más sobre recursos naturales. Ignacio Villaverde dijo que es «precipitado» dar fechas, pero el trabajo está en marcha. En Mieres se ubica también el Insituto de Recursos naturales y Ordenación del Territorio, el Indurot.

El próximo consejo de gobierno de la Universidad de Oviedo aprobará el reglamento de los nuevos Consejos de Campus, órganos «de factura muy mixta, con representantes internos y externos», explicó. El primero en constituirse será precisamente el de Mieres. El siguiente paso será nombrar el coordinador del plan estratégico y la idea es que en el otoño se pueda empezar a hablar ya del calendario de implantación de esos institutos de investigación. Villaverde defendió Mieres como sede «aprovechando los espacios magníficos que tenemos». Incluso mencionó la importancia de que el nuevo instituto esté «en Mieres, y no en El Cristo», y destacó la «generosidad» de los investigadores del IMIB, «que no han puesto ningún inconveniente» en la elección de la sede. Ese es, dijo, «el ejemplo de que lo importante es que hagamos las cosas, no dónde las hagamos».

Villaverde ya tuvo oportunidad de contestar al posicionamiento del director de la Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón, Juan Carlos Campo, que defendió que el instituto de Inteligencia Artificial debía estar en Gijón, «donde están los investigadores y las enseñanzas».

Más allá de ubicaciones, Villaverde aseguró que la puesta en marcha del nuevo instituto, «un proceso largo e intenso», es «el camino por el que tenemos que avanzar. Necesitamos generar un ecosistema científico potente; el futuro es del conocimiento y es la gran oportunidad para que Asturias deje de hacer siempre los mismo. Y hacer algo distinto es aprovechar el musculoso y robusto sistema científico e investigador que tiene y que hoy se refuerza».

Por su parte, el consejero de Ciencia, Innovación y Universidad, Borja Sánchez, destacó que el IMIB ejemplifica una de las líneas científicas que se ha marcado el Principado para los próximos año, que es apostar por los centros de I+D, tanto públicos como privados, área que espera conseguir fondos europeos. Pero es que, además, el ámbito de investigación del nuevo instituto, la biodiversidad, es uno de los que Asturias se ha fijado también como prioritario.

Como suele destacar siempre, el consejero habló de la importancia no solo de la investigación y el desarrollo, sino de su transferencia a la sociedad, de su «impacto». Borja Sánchez se mostró también partidario de participar, con alguna experiencia piloto, en la iniciativa del CSIC de compra pública de su propio conocimiento.