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LAURA MAYORDOMO
GIJÓN.
Martes, 9 de febrero 2021, 01:34
«Era el mejor estudiante con diferencia y todos lo reconocíamos». Lo dice Ignacio Prendes, abogado y exdiputado nacional de Ciudadanos, que conoció a Ignacio Villaverde a principios de los 80 en la facultad de Derecho, cuando ésta aún estaba en ... el caserón de San Francisco y los grupos eran tan numerosos que la gente se sentaba por el suelo o en la tarima del profesor para tomar apuntes. Para Tino Vaquero, la excelencia académica de su compañero de estudios no era una sorpresa. Se conocían desde la época del instituto -«como nuestros apellidos empiezan por V nos ponían siempre juntos», cuenta- y allí, el hoy candidato a rector ya daba muestras de ser «una persona trabajadora, disciplinada, responsable y brillante». Por eso, apunta Vaquero, «si lo eligen, la Universidad va a tener al frente a un persona brillante y muy capaz, que va a aportar muchas y muy buenas ideas».
Era Villaverde buen alumno y «mejor compañero». De los que no solo prestaban los apuntes sin problemas, sino que quedaba con sus colegas por las tardes en el Café Dindurra para explicarles «las cosas que por la mañana no habíamos entendido en clase».
Villaverde también era «el más moderno» y el que probablemente «más sabía de música, literatura o filosofía». Al menos, así lo recuerdan, más de tres décadas después, algunos de sus compañeros. Compañeros que, mientras enfocaban su futuro hacia la abogacía o las más diversas oposiciones, veían cómo Ignacio Villaverde «tenía muy claro que quería quedarse en la Universidad». El constitucionalista Ignacio de Otto, mítico profesor para los alumnos de aquellas promociones de los 80, también lo vio claro. «Fue al primero que fichó», recuerda Prendes, quien anota que «la implicación» del hoy candidato no solo en la vida universitaria, sino también en la académica era «absoluta».
Tanto él como Vaquero compartieron con Villaverde tareas de representación estudiantil en aquellos años en los que los viajes en tren entre Gijón y Oviedo para asistir a las clases, se convertían en animados debates de los más variopintos asuntos.
Ya convertido en profesor, Villaverde ha seguido demostrando su personalidad «arrolladora». Álex Méndez, alumno de cuarto curso del doble grado de Derecho y Administración y Dirección de Empresas, que lo tuvo como profesor en segundo aún recuerda su primera clase con él. «Tuvo que ver muy poco con el Derecho Constitucional y mucho con la vida, las perspectivas de futuro, con construirse uno mismo como persona...». Le considera un profesor muy exigente, de los que demanda la máxima implicación de los alumnos -a los que trata de usted-, pero también muy cercano. «Más que de profesor, que es muy bueno, yo lo calificaría de maestro vital», dice el joven, de 21 años, que sacó la asignatura con un notable alto.
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