LAURA MAYORDOMO
GIJÓN.
Martes, 9 de febrero 2021, 01:33
«Soy de Santiago». Cada vez que Rafael Mendoza usaba esta expresión para presentarse en la Universidad de Oviedo siempre obtenía por respuesta: 'Ah, de Santiago García Granda...'. 'No, no, de la Universidad de Santiago de Cuba', aclaraba. Aunque en realidad también era del ... otro Santiago, del hoy rector. Porque García Granda fue su director de tesis desde 2008 a 2014. Y dice Mendoza -que forma parte de su grupo de investigación, el de Síntesis, estructura y aplicaciones tecnológicas de los materiales Systam y que desde 2018 trabaja en los Servicios Científico Técnicos de la Universidad- que fue un afortunado porque «di con la persona adecuada».
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En aquel tiempo él era profesor asistente en la institución académica cubana y buscaba un experto en cristalografía con el que poder desarrollar su tesis doctoral. La de Oviedo no fue la única institución a cuyas puertas llamó, pero sí la única en la que encontró respuesta. «Contacté con Santiago y fueron todo facilidades. Fue una suerte porque no todo el mundo está abierto a aceptar a alguien a quien no conoce y que, como era mi caso apenas tenía currículum».
No es algo que haya cambiado, asegura, desde que en 2016 se convirtió en rector: «Siempre está abierto a ayudar a las personas».
Elisa Blanco, hoy catedrática de Química Analítica, cuenta otra anécdota que evidencia esta cualidad. Era compañera de clase en la facultad, pero no de su círculo más cercano de amigos. Finalizada la carrera y el doctorado, en 1985, García Granda se había ido a hacer un postdoctorado a la Universidad de Nijmegen (Países Bajos). Blanco hizo lo mismo, pero unos meses después.
En navidades, antes de viajar, habían coincidido y él se había ofrecido «voluntariamente» a ir a buscarla a la estación de tren de Ámsterdam y acompañarla en esas primeras horas en un país completamente desconocido para ella. «Fue muy importante porque además, de aquella, yo manejaba el inglés regular. Le estoy muy agradecida», recordaba ayer.
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Durante la carrera García Granda forjó grandes amistades. «Muchos de los de esa época seguimos hoy vinculados a la Universidad de Oviedo», se cuenta entre ellos Nacho García Alonso, catedrático de Química Analítica, con un despacho que está puerta con puerta con el de su compañero de promoción, «aunque desde que está en el rectorado por aquí coincidimos poco». Es lo que tiene, continúa, «dedicarle todo el tiempo del mundo a la Universidad y a su trabajo».
De la época en que compartían aula -«empezamos la carrera 400 y la terminamos 60»- y apuntes recuerda que García Granda era un estudiante «brillante» con el que siempre hacían planes de fin de semana -«a él le gustaba mucho ir de monte»- y con el que, «cuando teníamos una hora libre» compartía pachangas de fútbol «en un prao que había al lado de la facultad».
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