CLARA G. SANTOS/ ALEJANDRO FUENTE
GIJÓN.
Martes, 13 de septiembre 2022, 00:36
Con la llegada de septiembre, las aulas universitarias despiertan nuevamente al bullicio de los pasillos y los reencuentros. En la Escuela de Minas de Oviedo, a diferencia de lo que sucede en otras facultades, el ambiente era ayer inusualmente tranquilo. Y es que este curso, ... la ilusión de los comienzos se ha visto empañada por una realidad acuciante: este será el último año que profesores y alumnos compartan en la sede. Para los doce jóvenes matriculados en el primer curso de Ingeniería de Tecnologías Mineras, el traslado de los estudios a Mieres supone un importante varapalo.
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«Es una pena lo que quieren hacer con esta facultad, pero a nosotros no nos quedará otra que adaptarnos», aseguraba Pedro Menéndez. A partir del año que viene, estos chavales ovetenses tendrán que hacer media hora en tren para ir a clase. Una opción que no convence demasiado a Juan Fernández que escogió los estudios, sin demasiada convicción, «por cursar el primer año de ingeniería cerca de casa». Otros compañeros, como Cristina Álvarez, contemplan incluso la posibilidad de cambiar de grado.
El director de la Escuela de Minas, Francisco Javier Iglesias, recordaba ayer que el vicerrectorado sigue sin dar a conocer los pormenores de la mudanza. «Es inadmisible aprobar una medida sin saber su coste. En una empresa privada sería impensable, pero parece que por lo público no es así», zanjó. A este respecto, fuentes de la Universidad matizan que el informe económico se dará a conocer más adelante, cuando el proceso de tramitación así lo requiera.
Algo más de un centenar de alumnos iniciaban ayer nuevo curso en las instalaciones de la Escuela Politécnica de Mieres, que suma en total medio millar de estudiantes. Aunque se mantienen los niveles de matrícula en los diferentes grados ofertados en este campus, los ojos ya están puestos en el nuevo reto de la facultad: la incorporación de los estudios de Minas.
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El director del centro, Ángel Martín Rodríguez, aseguraba no entender la reticencia que despierta el traslado. «Si un estudiante dice que por el hecho de ir a Mieres ya no se matricula en Minas, prefiero no tenerlo en el centro. Quiero alumnos comprometidos con los estudios, que vivan de verdad el grado en el que se matriculan», declaraba Martín Rodríguez. «Es que de verdad, no logro a comprender el problema; estamos casi en una ciudad lineal en la que apenas hay distancias. Es todo un poco absurdo».
También en la Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón se inició ayer el curso sin sobresaltos. Juan Carlos Campo, director de la EPI, celebró el interés que empieza a suscitar la formación dual entre los alumnos. Esta novedad, recogida en el Plan Estratégico y que entrará en vigor el próximo año, «es una apuesta decidida por la empleabilidad y la formación», precisó Campo.
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