«No tuvimos un día de tanto calor en todo el verano». Esta percepción de Esteban Sánchez, define el sentir de muchos asturianos que aprovecharon la insólita y sofocante jornada de calor para refrescarse en los arenales de la región. Las temperaturas invitaban a ello. En el interior de la región se rozaron los 30 grados, pero las zonas costeras tampoco se quedaron atrás. En Gijón el mercurio llegó hasta los 27, mientras que, en Salinas, se superaron los 28. Solo en la zona oriental, con 25 grados de máxima en Llanes, se presentó como un cobijo para quienes querían huir del fuerte calor.
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Las fuertes temperaturas, hasta diez grados más altas respecto a la media habitual en esta misma época del año, incrementaron la afluencia en las playas. Esta escena no pasó desapercibida para los más fieles. «Acudo todo el año a bañarme y, fuera del periodo veraniego, creo que es el día de más calor», señaló Sonia Fernández que se animó, en esta ocasión, a llevar a su hija Marga.
No obstante, el chapuzón estaba reservado para los más valientes.Las aguas del Cantábrico se encontraba a 15,4 grados, lo que provocaba la indecisión en algunos bañistas que hacían importantes esfuerzos para entrar al agua. «Creo que nunca en mi vida me había bañado en octubre y tengo ya 35 años», recalcó Martín Rodríguez que abandonaba la playa de Arnao envuelto en su toalla.
Menos esfuerzo realizó Marta Ferrer. Acostumbrada a jugar con las olas en pleno invierno, «con días que ni tan siquiera alcanzan los 10 grados», la temperatura actual le simplificó la tarea. «Así da gusto, aunque con menos calor también me sirve», bromeó.
Mientras, los usuarios de la playa se preguntaban por qué este calor de repente. La respuesta la tiene un anticiclón que «nos ha permitido vivir un día que ni en verano ya que, a diferencia de los días soleados del pasado mes de agosto, ni tan siquiera sopla el nordeste».
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A la fiesta también se sumó el mar ya que reinó la calma en todo el Cantábrico. La ausencia de oleaje permitió baños de lo más placenteros, algo muy positivo si se tiene en cuenta que, tras haber concluido la temporada de baños, no hay servicio de salvamento. «Hubiera sido una bandera verde en toda regla», pronosticaba un bañista que, aun así, vigilaba a sus hijos desde la orilla. «Nunca hay que fiarse», recalcaba.
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No obstante, a partir de mañana los bañadores regresan al armario y los asturianos volverán a portar sus paraguas. Aunque las máximas podrán superar los 25 grados, a partir de las 18 horas la probabilidad de lluvia supera el 60%. Será ya en la jornada del viernes cuando se recupere el tiempo propio de la estación. Las máximas no alcanzarán la veintena y las precipitaciones serán la nota predominante. Conforme se acerque el fin de semana, las temperaturas se mantendrán a la baja pero el cielo se despejará. Apenas hay previsión de agua para el domingo, aunque no se descarta algún chubasco aislado durante el día que ceda el paso a grandes claros.
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