Cien días, treinta retos. Ignacio Villaverde (Gijón, 1965) llegó al Rectorado de la Universidad de Oviedo el pasado 26 de febrero. Se cumple, por tanto, el primer plazo 'autoimpuesto' para hacer balance. Es positivo, considera, aunque no ha logrado los treinta retos. Por delante, ... cuatro años para hacer realidad estos y muchos más. Tantos, que Villaverde plantea «refundar la Universidad». Y no es «arrogancia, sino responsabilidad». Desde el sofá de su despacho, animado y relajado (pese a que esa misma mañana le habían reclamado 200.000 euros de un proyecto europeo no ejecutado), traje impoluto y pañuelo en el bolsillo de la americana, Villaverde hace balance y marca las líneas a seguir.
-Rector, cien días al frente. ¿Cien problemas, cien sorpresas o cien oportunidades?
-Prefiero decir que cien oportunidades. Hemos encontrado algunos problemas y algunas sorpresas...
-¿Cuáles?
-La primera, la Fundación Universidad de Oviedo (FUO). El estado en el que hemos heredado esa cuestión es una situación grave y compleja que hemos conseguido solucionar satisfactoriamente, corrigiendo además 25 años de desajuste.
-¿Y más allá de la FUO?
-Una cosa por la que estamos muy preocupados. Estamos recibiendo muchas descertificaciones por parte de la Unión Europea de programas que no se han ejecutado o que no se justificaron de manera adecuada y ahora tenemos que devolver el dinero. Nos está generando un problema económico serio, porque bordeamos el millón de euros.
-¿Un millón de euros que hay que devolver?
-Sí. Estamos intentando resolverlo. Es verdad que algunos casos no son responsabilidad directa de la Universidad, pero sí tenemos una responsabilidad como coordinadores de los programas y que, por alguna razón que se nos escapa, no se justificaron debidamente. Pequeñas cosas del día a día han ralentizado la puesta en marcha de todos nuestros objetivos.
-¿Sorpresas positivas no ha habido?
-La más positiva es cómo nos ha recibido la comunidad universitaria, con mucha cordialidad, paciencia y dejando tiempo para que maduremos como equipo rectoral. También está siendo muy buena la relación con el Principado, en particular con nuestra consejería, y con las empresas y el entorno institucional.
-Se había marcado unos objetivos exigentes para estos cien días. Algunos se han puesto en marcha, como el Plan de Investigación, visitas a los centros, reunión con la ANECA para el plan Docentia... ¿Qué ha faltado?
-Me hubiera gustado haber avanzado más en los temas que queremos acordar con la representación de los estudiantes, confío en poder hacerlo a la vuelta del verano. Me hubiera gustado avanzar mucho más en transformación digital y desburocratización, no vamos a la velocidad que me gustaría. Nos hemos encontrado problemas difíciles de corregir.
-¿Es más pesada de lo previsto la maquinaria burocrática?
-Conozco bien la casa y no me sorprendió nada. Lo que me sorprendió es que no ha cambiado nada nada. Que en 2008 dejé el vicerrectorado, he vuelto en 2021 y estamos incluso peor. En algunas cosas, la maquinaria ha retrocedido, cuestiones que hace años estaban resueltas y hoy estamos peor.
-«Pensar distinto, hacer las cosas de diferente forma, un cambio de organización, de mentalidad, de la forma de hacer lo que nos concierne, retomar la senda de la razón de la Universidad, cambio profundo, nueva estructura administrativa»... Son palabras de su documento 'Queremos Universidad'. Con tanto cambio, ¿plantea una universidad nueva?
-Sí, tenemos que reinventarnos, asumir la transformación. Nos hemos dado cuenta de que no podemos seguir como estábamos. Queremos abordar algo tan ambicioso como refundar la Universidad de Oviedo. Que no se vea como un acto de arrogancia, sino de responsabilidad, con la Universidad y con Asturias. La comunidad universitaria se ha dado cuenta de que no puede seguir así.
Una institución desequilibrada
-¿No podemos seguir así? ¿Acomodada, anticuada?
-Muy desequilibrada. Hay sectores muy punteros y otros en el olvido, que han perdido el paso. También están desequilibrados los sectores: personal docente e investigador, el de administración y servicios y el estudiantado. El gran sector olvidado es el PAS, no se ha hecho ninguna inversión en un grupo indispensable. Somos una universidad muy potente pero no somos capaces de trasladar a nuestro entorno su potencial. Y hay un problema estructural, si no cambiamos como organización, estamos lastrando todo el potencial. Volvemos a la burocracia: puedo acabar asfixiando todo nuestro músculo investigador si lo seguimos encorsetando en una tormenta de papeles que los agota.
-Todo ello, imagino, se verá reflejado en el plan estratégico, con horizonte en 2024.
-Nos dimos cuenta de que nadie hace planes estratégicos a cuatro años, porque el mundo es incierto, voluble y fluido, como diría Bauman; un plan a cuatro años no es creíble. Tiene que ser, como máximo, de dos años, y que nos permita revisarlo al año.
-Con el recorte temporal ¿hay que ser menos ambicioso?
-Hay que ser muy ambicioso en los objetivos pero muy realista en los instrumentos.
-¿Dónde estará la Universidad dentro de dos años?
-Podemos estar con una nueva organización y relación de puestos de trabajo y, por tanto, con una planificación de recursos humanos mucho más racional. Con una estrategia de título, con una participación más intensa del estudiantado en la vida universitaria y con instrumentos para mejorar las tasas de empleabilidad de nuestros egresados.
-Algunos sectores y el propio presidente del Principado han pedido la reorientación de los estudios en ese sentido.
-Nuestro reto es traer la formación de la universidad del siglo XX al XXI. Y eso pasa por revisar a fondo nuestra oferta formativa para adaptarla a lo que requiere la sociedad del siglo XXI. Le he pedido a la directora de la ANECA que haga mucho más ágiles y flexibles los procedimientos de implantación de nuevas titulaciones.
-Es que se tarda...
-Dos años y medio mínimo.
-¿Cuánto ha tardado Ingeniería de Datos?
-Empezó hace cuatro años. Si la ANECA tiene un reto es que no se puede tardar más de dos años en implantar un título.
-Cuando empezó el proceso para Ingeniería de Datos teníamos ventaja, que ya hemos perdido.
-Exacto. Si estamos percibiendo que los títulos tienen alguna carencia o se deben completar con alguna formación, necesitamos ser mucho más ágiles, que eso se pueda hacer de un curso para otro. No podemos estar dos años para hacer cambios porque, cuando los hacemos, llegamos tarde.
-Para todos los proyectos que tiene se necesita dinero. Ya ha tenido varias reuniones con el Principado. ¿Cuánto por encima de los 217 millones de este año tendría que estar el presupuesto de la Universidad?
-Hemos descubierto una cosa, con el trabajo ímprobo que hace Begoña Cueto en la Oficina de Estrategia Presupuestaria: gastamos mal.
-¿Por qué?
-Porque somos muy ineficientes en el gasto, por dos motivos. Primero, porque tenemos mucha inercia en la gestión presupuestaria, hacemos lo mismo desde el año 2000. Además, no tenemos una contabilidad analítica que nos permita saber en qué estamos gastando exactamente, cuánto y si es eficiente.
-Es difícil de entender que la Universidad no pueda decir en qué está gastando. Por ejemplo, es difícil saber cuánto cuesta organizar la EBAU.
-No lo sabemos. Podemos hacer aproximaciones, cálculos probabilísticos. Pero no puedo decir: exactamente, a mi la EBAU me cuesta tantos miles de euros. Tampoco sé cuánto me cuesta la hora de clase.
-¿Pero eso implica que se puede 'perder' dinero por el camino? No me refiero a irregularidades.
-Sí, sí, no hablo en términos de responsabilidad, sino de pura gestión. Si tienes la inercia de que todos los años reproduces el mismo esquema, eso lleva a que hay partidas que se reiteran, año tras año, y que no se ejecutan en más del 50 o el 60%. ¿Para qué tengo desde hace años 100.000 euros en esta partida si sé que nunca gasto más de 40.000?
-¿Lo que dice es que la Universidad no necesita más de esos 217 millones?
-Es lo que estamos analizando. Creo que estamos llegando al punto de saturación, estamos en la comunidad autónoma que estamos y tiene el PIB que tiene, y la capacidad económica que tiene y la Universidad cuesta 217 millones...
-¿Y no podemos pedir más?
-Creo que no es responsable pedirle más si no hacemos primero el esfuerzo de ordenar nuestra economía. Una vez que la tengamos ordenada, si vemos que necesitamos más, lo pediremos. Ganamos legitimidad ante el Principado si hacemos el esfuerzo de ser muy responsables y eficientes en el gasto. Entonces podré decirle: 'He hecho todo este esfuerzo pero, aún así, me falta este dinero'. Tenemos que huir de lógicas de incremento. La Unive tiene la tendencia a pensar que todos sus problemas se resuelven con más dinero. No. No todos nuestros problemas se resuelven así. Muchas veces generamos el problema nosotros y, en ocasiones, lo que tenemos que hacer es tratar de resolver esos problemas sin necesitar pedir más, sino siendo más eficientes.
-Entonces, ¿en el contrato programa habrá cambio de objetivos pero no de presupuesto?
-Ahora mismo el Principado nos cubre el 90% del capítulo 1 del presupuesto. Lo que hemos planteado es poder llegar al 95% en los próximos cuatro años. Eso nos liberaría fondos para poder dedicarlos, por ejemplo, al Plan propio de Investigación. Pero solo con hacer una revisión más eficiente de nuestro gasto nos ha permitido incrementar el plan de investigación en 300.000 euros. Y no nos ha hecho falta pedir más dinero, sino organizarlo y marcar prioridades. Creo que ahora mismo para nosotros es importante hacer ese análisis que nos permita saber si estamos gastando bien.
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