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Asturias está de moda. O lo sigue estando. El tirón turístico cosechado durante años de políticas basadas en la promoción de la región como Paraíso Natural se vio multiplicado tras la llegada de la covid. La pandemia que todo lo paró convirtió al Principado ... en un destino seguro, hasta ser el favorito del país en aquel verano de 2020 en el que la movilidad mundial estuvo cercenada. Superada la emergencia sanitaria, ahora es el cambio climático el que vuelve a poner de moda a una Asturias en la que ni llueve tanto como dicen ni, tampoco, hay un calor mesetario que convierta las noches en infiernos insomnes. Y así lo indican las cifras.
Entre enero y octubre, que son las últimas cifras oficiales confirmadas por el Instituto Nacional de Estadística (INE) la región ha recibido a 2.574.071 turistas, que han realizado 6.193.690 estancias. Ambas cifras suponen crecimientos del 3 y el 1%, respectivamente. Y nuevos récord a los que lleva acumulando el turismo asturiano desde que, en 2015, rompió su techo y recibió al turista 1,5 millones. Hoteles, apartamentos turísticos (no confundir con viviendas de uso turístico, que son explotadas por particulares) y campings han ido rompiendo hito tras hito. Una senda al alza que, sin embargo, deja fuera a una fórmula de alojamiento de la que el Principado fue pionera: el turismo rural.
La joya de la corona, que hoy conforman 1.922 alojamientos (entre hoteles rurales, casas de aldea y apartamentos rurales) que ofrecen 19.177 plazas, no se recupera de la pandemia. Sí lo hizo en algún mes aislado y sólo en alguno de los aspectos analizados el número de clientes, pero nunca en el que marca la rentabilidad de un negocio: las pernoctaciones.
En los primeros diez meses del año, mientras hoteles, campings y apartamentos turísticos aparecen con cifras en positivo, los alojamientos rurales sólo han logrado empatar en lo que se refiere al número de clientes. Se alojaron en sus establecimientos 275.572 personas. Al mirar la columna que importa a los empresarios, el de estancias vendidas, pese lo abultado de la cifra, 847.970, el color rojo marca el descenso, otro más, respecto al año anterior. Esas pernoctaciones son un 5% menos que las comercializadas en el mismo periodo de 2023.
Una situación que preocupa no sólo a los empresarios, sino también al Gobierno regional, que ha buscado las causas del descenso creando un grupo de trabajo y encargando un estudio a cuyas conclusiones ha tenido acceso EL COMERCIO .
¿Y qué dicen los expertos? En primer lugar, describen un sector con «falta de profesionalidad», no porque no haga bien su trabajo, nadie pone eso en duda, sino porque está protagonizado por empresas de un solo trabajador (el 61% tiene solo un trabajador), con una facturación anual inferior a los 50.000 euros (el 65%), de apertura estacional (solo en temporada alta) y cuya renta «supone simplemente una fuente complementaria de ingresos, no su actividad principal».
En cuanto a la clientela, el análisis es claro «más del 50% corresponde al turismo nacional», mientras que el viajero extranjero no llega al 10%. El perfil del usuario tipo de un alojamiento rural asturiano es una pareja (casi el 80%) de edades comprendidas entre 35 y 55 años (más del 50%).
1. Redifinición y actualización del producto 'turismo rural'.
Un panorama el que presenta el informe que no se diferencia del turismo rural asturiano que nació a principios de los años 90 del pasado siglo. ¿Qué ha pasado entonces para que los alojamientos más buscados y con crecimientos anuales en clientes y reservas se hayan estancado ahora? La respuesta también la da el informe.
Dejan claro los expertos que «se ha perdido la identificación directa de turismo rural con establecimientos definidos como específicamente rurales por diferentes causas», una pérdida de identidad que nace de la profusión de Viviendas Vacacionales y, también en la zona rural, de las Viviendas de Uso Turístico (VUT), los pisos privados explotados por particulares.
De hecho, indica el informe, entre 2019 y 2023, bajó el número de hoteles rurales un 5,40% con la consiguiente merma de plazas, hasta un 3,30%. En ese mismo periodo, sin embargo, las VUT se han disparado hasta un 193%, de forma que ya ofrecen más plazas –6.883, más del doble– que los hoteles rurales, que han bajado a 2.921.
Una competencia que no juega con las mismas reglas de juego, puesto que no tienen la misma legislación fiscal. Eso permite tener otros márgenes de precio que, según el informe, ha girado hacia estos pisos o viviendas privadas al cliente de una casa rural. Una oferta a la que llega más fácilmente el público joven, que reserva sus viajes por plataformas digitales de alquiler como Airbnb.
¿Qué hacer entonces? Tampoco tienen dudas los expertos. Es necesario, indican, «plantear un debate para la redefinición y actualización del concepto de producto del turismo rural». Y, de la mano, «revisión de la consideración de las VUT como actividad económica, para revisar su consideración fiscal y laboral».
Además, también ponen deberes a los propietarios, como «redistribuir la oferta y los flujos», es decir, que no haya cierres masivos fuera de temporada, y al Gobierno regional, al que piden «acciones de promoción específica para temporada baja» y «el replanteo de la estrategia de marketing». De las arcas públicas debe salir, también, las ayudas «a la formación, digitalización y modernización», así como la «sostenibilidad y la eficiencia energética». Todo para lograr que la joya de la corona del turismo asturiano vuelva a brillar.
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