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RAMÓN MUÑIZ
GIJÓN.
Domingo, 16 de diciembre 2018, 02:30
Algo pasa en la red de Renfe en Asturias. En el primer semestre las cercanías de la región fueron las que más empeoraron su índice de puntualidad. El 4,7% de las frecuencias llegaron a destino con más de tres minutos de ... retraso, cuando en 2017 los trenes demorados representaban el 1,9% de toda la cartelera. En ninguno otro de los once núcleos de cercanías del país se produjo un retroceso tan acusado, según reconoció el Ministerio de Fomento a una pregunta por escrito de Ciudadanos.
El menoscabo es continuo, aunque por el momento apenas perceptible para quienes compran los 12.655 billetes que diariamente despacha la red de cercanías de ancho convencional, esto es, la de los trenes rojiblancos. Sin embargo el balance empieza a inquietar a los ferroviarios. Los sindicatos estiman en 600 los minutos de retraso que cada día están acumulando estos servicios. Es decir, que cada tren que circula entre Puente de los Fierros y Gijón termina el trayecto unos nueve minutos más tarde de lo esperado, y que otro tanto ocurre en las líneas C-3 Llamaquique-San Juan de Nieva y C-2 Oviedo-El Entrego. «Es un goteo constante, que araña minutos en la vida de los clientes, y los números son promedios; hoy mismo el servicio que he utilizado tenía que llegar a y 21, y lo hizo a y 35», constataba uno de los trabajadores el miércoles pasado.
Detrás de los retrasos está la acumulación de 'puntos negros', tramos en los que los técnicos de mantenimiento han observado un deterioro que afecta a la seguridad. Por precaución y mientras no se arregla, la normativa obliga a activar limitaciones temporales de velocidad. El problema es que los casos más antiguos están desde noviembre de 2015 a la espera de reparación.
Es lo que ocurre por ejemplo con un tramo de trinchera en mal estado, localizado en las proximidades a Puente de los Fierros. No tiene más de 32 metros pero lleva tres años sin que el Ministerio de Fomento ordene la estabilización del lugar. Este caso, unido al resto de defectos localizados a lo largo de la rampa de Pajares, avala las sospechas de los ferroviarios de que la conexión principal con la Meseta está recibiendo una inversión mínima ante la expectativa de que en los próximos años se pueda decretar su cierre gracias al estreno de la variante de Pajares.
Donde los especialistas han encontrado un problema los maquinistas tienen orden de aminorar el avance y aunque luego intentan recuperar el tiempo perdido en los tramos en buen estado, la frecuencia de 'puntos negros' impide ya ese objetivo. Los deterioros se concentran además entre Oviedo y el nudo de Villabona, el tramo más congestionado de toda la red y, en consecuencia, el lugar por el que más trenes pasan. A lo largo de 6,33 kilómetros de la línea, los ferrocarriles encuentran hasta tres limitaciones de velocidad distintas en la vía 1, y otra más a los que circulan en sentido contrario.
La acumulación de cruzamientos rotos, traviesas destrozadas y defectos en la infraestructura se saldan por ahora aminorando por debajo de los 30 kilómetros por hora. Uno de los problemas más recurrentes se encontraba pasado el último túnel antes de Villabona, donde el terreno experimentó un hundimiento que se creía reparado. La depresión se reprodujo a principios de mes, lo que sugiere que la intervención deberá ser más profunda si se quiere asegurar el lugar y que los cercanías y el Alvia vuelvan a llegar a su hora cuando circulan hacia Gijón, Oviedo y Avilés.
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