El paso a un lado de quien siempre los dio al frente

Dicen quienes la conocen que cuando tiene que sacar el genio, lo saca. Aunque esta vez haya preferido dar ese «paso a un lado», sin duda difícil para quien está acostumbrada a darlos al frente. Porque a juzgar por su curriculum, a Teresa Mallada (Cabañaquinta, Aller, 14 de enero de 1973) pocas cosas le han hecho apartarse.

No lo hizo cuando decidió estudiar Ingeniería Superior de Minas en la Universidad de Oviedo o cuando empezó a trabajar en la mina de oro de Belmonte. Tampoco cuando llegó a Hunosa, compañía que llegó a presidir. Ha sido, de hecho, la única mujer en ocupar ese puesto y la persona más joven en lograrlo y, mientras rompía esas barreras, compaginaba ya su vida laboral con la política. Porque tampoco se había puesto de lado cuando, con solo 20 años, se afilió al Partido Popular y puso en marcha Nuevas Generaciones en Aller.

Uno de sus primeros pasos al frente en política fue ser la número dos en la candidatura municipal. Cuatro años después ya era cabeza de lista y, aunque no consiguió la Alcaldía, sí presidió el partido en el concejo. Y de ahí, más pasos al frente. Y hacia arriba. En 2010 fue nombrada vicesecretaria territorial del PP regional y un año después fue en la lista que encabezó Isabel Pérez Espinosa en las elecciones autonómicas. En 2019 fue elegida candidata y, desde octubre de 2020, presidenta del partido.

Esos dos últimos pasos al frente, apoyada siempre por una directiva nacional liderada entonces por Pablo Casado, ocasionaron en el partido más de un problema de esos que ahora ella misma dice querer evitar. Primero fue su elección como candidata, lo que llevó a una bicefalia que el PP no solventó bien. Hasta tal punto que Mercedes Fernández dimitió. Se abrieron entonces muchos meses, trece en concreto, de especulaciones y rumores y de vacío de poder en los populares asturianos.

El nombramiento de Teresa Mallada como presidenta tardó, como queda dicho, trece meses. Fueron complicados, pero ella, portavoz en la Junta General del Principado, aguantó. Dicen que siempre lo hace, que es tenaz y perseverante. Normal, siendo la única mujer que trabajó como ingeniero de explotación en un pozo minero, la única presidenta de Hunosa y una presidenta de partido que logró en trece meses que quienes cuestionaban su figura acabaran reclamando su nombramiento.

Y así, Teresa Mallada ganaba un plus de autoridad no solo con los de casa (aunque ella siempre ha defendido que se sentía apoyada por los militantes), sino también con el Gobierno, para interpelar por ejemplo a Adrián Barbón en los debates de la Junta. Pero su principal tarea era fortalecer y unificar un partido que en Asturias parece vivir eternamente dividido y trabajar de cara a las elecciones de 2023, a las que finalmente no llegará. Si durante mucho tiempo su espina clavada fue no llegar a la Alcaldía de Aller, sin duda alguna ahora pesará más no poder aspirar a ser la primera presidenta del Principado de Asturias.

En estos dos años al frente de la formación, el PP nacional ha vivido tiempos convulsos y eso a Mallada le ha pasado factura. Pablo Casado es ya historia del partido y quien protagoniza el presente, Alberto Núñez Feijóo, llevaba tiempo dando pistas de que no iba a contar con ella. En estos últimos meses, esta allerana de madre jienense y padre asturiano, casada y madre de dos hijos, ha mantenido su paso al frente. Defendía su liderazgo mientras Feijoo recordaba los «pírricos» resultados electorales. Preparaba su programa mientras en Madrid ya le buscaban sustituto y en el juego de poder se mezclaban los nombres de Álvaro Queipo e incluso de Francisco Álvarez Cascos. Finalmente, obligada por las circunstancias, ha dado ese inusual paso al lado. Quizás elija una vez más Brañagallones para reflexionar sobre todo lo sucedido.

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