Temor a otro alud en San Isidro: un kilómetro de nieve casi vertical

Esas son las condiciones a las que se enfrentan los efectivos del operativo, y a las que hay que sumar el mal tiempo, las nevadas constantes y hasta la niebla. Por eso, se quiere aprovechar la «tregua» que da el temporal entre hoy y mañana para usar medios aéreos, helicópteros o drones, para evaluar ese peligro. La consejera de Presidencia, Rita Camblor, destacaba, desde el puesto de mando avanzado -instalado en Felechosa-, que no se puede poner en riesgo la vida de más personas. «Es algo que la propia familia del desaparecido comprende», expresó.

Por eso, esa visión desde el aire permitirá conocer el alcance de nuevas avalanchas y de ese gran alud sobre la zona de rescate. Juan José Santar, del GREIM de Mieres, apuntó a la posibilidad de usar medios técnicos, como campanas sónicas o pequeños cartuchos de dinamita, para provocar el desplazamiento de la nieve en ese punto y evitar, así, el riesgo. Pero eso conllevaría la acumulación de más nieve en la base, donde se cree puede estar el cuerpo del operario.

El Principado está evaluando el uso de un georradar -que habría que traer desde Noruega- para buscar el cuerpo. Antonio Villena, del grupo de rescate de Bomberos, explicaba que ese dispositivo, acoplado a un helicóptero, sería capaz de detectar cambios sobre el terreno tapado bajo metros de capa de nieve, «lo que nos daría una pista de su ubicación». Camblor indicó que es una propuesta de la propia familia del desaparecido.

Después continuarían unas labores de búsqueda y rastreo que, ya se avanza, seguirán siendo peligrosas y complicadas. La idea es peinar el área -cuya extensión está todavía por determinar- con equipos desde la carretera y desde la propia base del precipicio. «Nos enfrentamos a barrancos que están casi en vertical, con mucha nieve y hasta con un río», señalaba el efectivo del GREIM. El primero de los equipos tendría que descender por el precipicio mediante la técnica del rápel -asegurados con arneses-; el segundo, atacaría la ladera ascendiendo desde la parte inferior.

Para garantizar la seguridad de los efectivos, habría que organizar diferentes equipos que trabajarían en cuadrículas. En primer lugar, se establecería una zona segura para el material, las comunicaciones y un puesto médico avanzado. Es imprescindible, continuaban los especialistas, marcar las posibles vías de escape ante la posibilidad de nuevas avalanchas de nieve. Después, se marcaría el área a explorar y se dividiría por cuadras con equipos específicos para cada una de ellas. Los rescatadores avanzarían son sondas -de hasta cinco metros de longitud- para buscar el cuerpo bajo la nieve; detrás iría el cuerpo de palistas. Todos estarían equipados con radiobalizas en caso de ser sepultados.