La Sastrería. Begoña Bárcena y Gelu Díaz, ante la barra decorada.

Sobrevivir con cuatro mesas

Midiendo las distancias. Los hosteleros no solo han vivido un cierre sino que las nuevas medidas les obligan a reinventar sus negocios. Sobran mesas y sillas y hay huecos demasiado vacíos

SUSANA D. TEJEDOR

Miércoles, 16 de diciembre 2020, 01:44

Desde que se cambió la ubicación de la estación de ferrocarril, Víctor Manuel Alonso vio cómo su negocio, Café El Parque, redujo su clientela sensiblemente, pero nunca pensó que llegaría a quedarse con dos mesas en terraza y otras dos en el interior. «Se ... hace todo muy complicado. Yo soy muy cumplidor de la ley pero en 27 años que llevó aquí nunca pasé por nada igual». El día antes de la apertura estuvo midiendo las distancias en un local de apenas 67 metros cuadrados. «Me sobraba la máquina recreativa porque no cumplía la distancia exigida», cuenta. Se le ocurrió pegar una de las mesas permitidas a la barra, «así conseguí dos cosas al mismo tiempo, porque aquí la barra se utilizaba mucho».

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Hay quienes no tienen dónde colocar las sillas que les sobran, como le ocurre a Mauricio González, responsable de la mañana en el Café Tree. «En terraza nos hemos quedado con dos mesas y cuatro sillas cada una, pero dentro no tengo dónde poner las sillas que me sobran así es que las tengo colocadas de seis en seis y cuando alguien se instala en ellas les advierto de que hay dos fuera de servicio».

Aunque La sastrería es un local pequeño, retirando mesas y sillas, sus propietarios, Begoña Bárcena Losada y Gelu Díaz, consideraron que quedaba todo muy soso. Para cubrir los huecos, soperas. «No nos gusta poner todo lleno de cintas advirtiendo de la prohibición de colocarse en ciertos lugares, así es que como colecciono soperas, pensé que poniendo unas cuantas en la barra, impediría la tentación de que alguien la ocupe. También en un hueco que quedó al retirar una mesa, coloqué otra, adornada con un mantel brillante y alegre, y más soperas» y el cabecero antiguo de una cama sirve para separar dos partes.

Un 'photocall' y un árbol de Navidad «rellenan» los espacios vacíos de Gales, un café, al que el temporal destruyó su terraza, pero la solidaridad le devolvió mucho más. «Una vecina se acercó a tomar un chocolate con churros y me dio un billete de 50 euros, «para ayudarme en estos difíciles momentos», cuenta Eduardo González.

Y aguantando como puede está la sidrería El Restallu. Iván Iglesias dice que «en el comedor la distancia nos ha obligado a retirar la mitad de las mesas. No te sale rentable. Servimos un 90% menos de botellas de sidra; antes pedía 200 cajas y ahora con 80, me sobran en la semana».

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