José Antonio Coppen Fernández (1937, Lugones) es desde hace algo más de dos años el Cronista Oficial de Lugones. Un cargo que desde hace más de 40 ejerce de manera «oficiosa». Durante la transformación de la localidad sierense en la década de los 50 trabajó ... en la industria local, en la que no dejó de formarse, y fue testigo directo de los fervientes cambios que convirtieron a la localidad en la más poblada del concejo. Toda esa experiencia vital y amor por Lugones decidió concentrarla en papel tras su jubilación. Desde entonces ha escrito casi una decena de libros.
-Ha sido testigo directo de la evolución de la localidad. ¿En qué ha cambiado en este tiempo?
-En su historia, Lugones sufrió dos metamorfosis. En la década de los 50 pasó de pueblo rural, con apenas 70 casas, a pueblo industrial. En esa época llegaron los alemanes, que habían perdido la Segunda Guerra Mundial hacía menos de diez años. De manera seguida, se instalaron los polígonos del Nora y Los Peñones y eso se tradujo en un crecimiento del pueblo en todos los sentidos: logramos atraer a muchos ciudadanos de fuera de Asturias. La segunda gran transformación se produjo en la década de los 90. Viramos hacia una localidad en la que primaban los servicios. Llegamos a tener 12 bancos en Lugones, eso no lo tiene cualquier pueblo. Ahora tenemos los mismos servicios que las grandes ciudades. A pesar del cierre de muchas empresas, mantenemos nuestra vida porque estamos rodeados de polígonos industriales, estamos en el epicentro de esos núcleos.
-¿Qué le falta a Lugones?
-Creo que necesitamos un parque ferial para organizar eventos y actividades, como los conciertos de los chavales. Llanera, por ejemplo, fue muy adelantada en eso y Oviedo está preparando la antigua plaza de toros para lo mismo. Es necesario que, a la larga, ofrezcamos los mismos servicios. Para su ubicación en un principio pensé en la tercera fase del parque de La Paz, en el corazón, de la localidad, pero me di cuenta que era muy pequeño y que estaba demasiado céntrico. Luego se me ocurrió que en la avenida de la Constitución hay unos terrenos fabulosos, que habría que comprar, claro.
-Lugones siempre se caracterizó por tener un movimiento ciudadano fuerte, ¿qué queda de eso?
-Poca cosa. Recuerdo cuando algún iluminado quería partir el barrio de El Carbayu en dos y fueron los propios vecinos los que lo impidieron. A la cabeza siempre estuvo Joaquín 'El Chévere', que falleció el año pasado. Aquí, además, se produjeron dos milagros en las legislaturas de 1999-2003 y 2003-2007. En esas dos legislaturas el partido político Conceyu fue clave para la gobernabilidad del concejo. En mi caso particular, siempre consideré a Lugones como la continuidad de mi casa y por eso quiero que mejore de manera constante. La participación ciudadana es vital para el progreso de un pueblo.
-Escribió el primer libro que versa sobre la historia de Lugones.
-Efectivamente, en 2008, publiqué 'Lugones. Radiografía de mi pueblo'. Antes de empezar a escribirlo solo había una revista sobre la localidad, no había nada. Durante la presentación del mismo recuerdo que dije «a ver quien escribe el segundo» y un año más tarde ya estaba publicando yo 'Lugones. Latidos de un pueblo', en el que recojo varios artículos míos en los que fui muy crítico con los políticos. Hay que ser incisivo. En total tengo nueve libros y me atrevo a asegurar que nadie en Asturias durante su periodo de jubilación escribió esa cantidad. Creo que es un récord.
-En su última novela 'Vivir en reflexión' lo escribió durante la pandemia. Uno que no habla sobre Lugones.
-Trata y escudriña los temas universales. El objetivo es que sea un libro de consultas, no para leer de seguido. El silencio, la serenidad o los beneficios de la perseverancia son algunos de los temas que desgrano. Yo soy una persona muy perseverante y creo que ese es el fin de los éxitos más importantes. Francisco Umbral dijo una vez que 'en la perseverancia se detecta el talento' y yo no puedo estar más de acuerdo. Durante la presentación del libro, que tuvo lugar en el nuevo Centro Polivalente Integrado, la presidenta de la Asociación de Escritores de Asturias, Esther García, dijo que se trata de una publicación que debería leerse en los colegios. Un hecho como este te emociona si el trabajo que haces lo realizas con el corazón.
-¿Es su último libro?
-En principio sí, pero el problema que tengo es que soy una persona inquieta e intrépida y muchas veces solo hace falta una excusa para ponerse a escribir. Lo más difícil fue desarrollar el primero porque conseguimos hacer en 400 páginas una radiografía de la localidad, en todos los aspectos que la conciernen.
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