El sector de la sidra entrará el próximo mes en una fase decisiva de su producción anual. Atrás queda ya el pasado otoño, momento de la recolección de miles de kilos de manzanas en las pumaradas, y la época del trasiego, en la que se mezcla el producto para alcanzar el pico de sabor. Sin embargo, el aspecto que los principales productores de la bebida estrella asturiana no pueden dejar atrás es el impacto del coronavirus y las restricciones sanitarias. La situación no termina de estabilizarse, por lo que las previsiones anuales de los llagareros siguen la tónica marcada por la actualidad: «En el mejor de los escenarios vamos a perder un tercio de las ventas».
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El descenso en la demanda del sector hostelero y sus medidas restrictivas, como la de riesgo máximo que entró en vigor ayer en el concejo de Siero, les van lastrando poco a poco. Prueba de ello es que en el llagar saregano de Sidra Riestra su gerente, Raúl Riestra, asegura que este año tan solo sacará a la venta 300.000 botellas, de las 500.000 habituales. «La crisis cada día es más profunda, el asunto de la vacuna es capital», comenta. En su caso particular, sobrevive del poco consumo regional y de las exportaciones que realiza a otras partes de España y Europa. «Menos mal que se vende algo en supermercados», indica mientras prepara un pedido para Burgos. Fran Ordóñez, de Viuda de Angelón, también ha tenido que reducir considerablemente su producción: «Aun así tengo el llagar lleno de todo lo que no vendimos el año pasado». El naveto tiene claro que una de las soluciones para frenar la crisis que afecta al sector pasa por una «constante» innovación de los productos «sin perder la esencia original».
Lo mismo le ocurre al llagar naveto Sidra Zapatero, quien, a pesar de tener una producción mucho más baja, ha logrado aguantar el envite del virus. Su propietaria, Elena Zapatero, considera que la estimación de pérdida de un tercio de las ventas es optimista: «Ahora con los nuevos cierres perimetrales caerá bastante más». Sin embargo, destaca un aspecto que, considera, tiene la bebida asturiana: «Siempre ha sido un producto de crisis, de clase media-baja, por lo que hay que ser optimistas y pensar que vamos a salir de esta».
Temor a una 'cosechona'
Para José Luis Vigón, responsable de Sidra Orizón, el principal problema llegará cuando en aproximadamente en seis meses llegue la nueva cosecha de manzana. «De verdad que no sé dónde la vamos a meter», lamenta. Además, incide, «no podemos producir más de lo que vamos a vender porque a partir de los ocho meses la sidra comienza a perder sus propiedades y tirar el producto supondría una perdida para nosotros mucho mayor; si viene 'cosechona' va a ser un desastre».
Es por eso que propone intervenir de manera química en el proceso de floración de la manzana para evitar que haya que «acabar tirando el producto».
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