Isaías González, Carlos Fernandes y Beatriz Longoria en los alrededores de la depuradora del pueblo. MARIO ROJAS

Peñaflor, el pueblo que se convierte en bañera

Los vecinos de la parroquia de Grado instan a la Confederación Hidrográfica a tomar medidas. Quieren evitar daños como los del último temporal

SANDRA S. FERRERÍA

Lunes, 11 de febrero 2019, 01:42

A poco más de tres kilómetros de Grado, los vecinos de Peñaflor se recuperan de los efectos del último temporal, que trajo consigo el desbordamiento del río Nalón en distintos concejos del Principado.

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La parroquia de Peñaflor, que cuenta con un centenar ... de habitantes, se recupera ahora de los destrozos. Lo han tenido que hacer ya muchas veces. Lo de ahora no es algo puntual. Cada vez que llueve y el Nalón crece, «en el pueblo entra el agua», señalan los vecinos.

Aunque esta vez no fue «tan gorda como la de 2010», un total de ocho viviendas fueron bañadas por el río. Dos familias se vieron obligadas a dormir en el Centro Social de la parroquia, que será inaugurado en las próximas semanas, y otra en un hotel del concejo moscón. Otras dos fueron más 'afortunadas' y se pudieron quedar en sus casas, aunque solo eran habitables los pisos superiores. «Lo limpiaron con la ayuda de los vecinos al día siguiente, dieron parte al seguro y están esperando», indican.

Convertido en una especie de bañera, el centro del pueblo fue limpiado y saneado por los propios vecinos y por una cuadrilla de limpieza del Ayuntamiento de Grado. Ahora queda por actuar en la zona que se conoce como 'El Llerón', una llanura del pueblo, la más cercana al río, donde antiguamente los chavales jugaban al fútbol y en la que se ha instalado una depuradora que, debido a su cercanía con el río, quedó destrozada por el temporal.

Según explica Chema González, presidente de la Asociación de Vecinos de Peñaflor, tras la riada de 2010 la Confederación Hidrográfica del Cantábrico tomó medidas creando una escollera que separase el Nalón del centro del pueblo. «Lo empeoraron, porque hicieron un tapón. Ahora el río entra pero no sale, se forma una bañera en el pueblo que, con la pendiente originada por la escollera, no deja salir el agua», lamenta.

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Beatriz Longoria, secretaria de la asociación vecinal, recuerda que en aquel año el agua le entró en su casa. «Por suerte, esta vez no ha llegado a entrar. Pero si viene otro temporal de estos quién nos asegura que no ocurrirá lo mismo».

Fermín Coalla admite que no recuerda ver el pueblo con tanta agua. Sobre una fachada, muestra una marca que sitúa hasta dónde llegó el agua, «a más de un metro». «Todas las cocheras cercanas al río se inundaron; el Nalón está a menos de 400 metros de distancia. Yo no recuerdo cosa igual desde hace ocho años», lamenta este vecino.

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Esta situación se produce, según explican los vecinos y el alcalde de barrio, Isaías González, por la escollera que la Confederación creó tras las inundaciones de 2010 y también por la falta de limpieza en el río, que trajo consigo lodo y troncos. Algo por lo que ya manifestaron quejas los alcaldes de otros concejos asturianos.

Ante el panorama desolador que dejó el temporal en Peñaflor la Asociación de Vecinos ha presentado tres escritos diferentes al Ayuntamiento de Grado. El primero para que se inste a la Confederación Hidrográfica del Cantábrico a tomar medidas sobre la escollera y la limpieza del río, «algo imprescindible para que la situación no se vuelva a repetir». El segundo, para la Consejería de Infraestructuras, para que repare los daños ocasionados en la depuradora, «una instalación que ni siquiera se llegó a inaugurar», insisten los vecinos. Por último, al propio Ayuntamiento para que arregle los caminos que dan paso a las huertas particulares. «Hay tanto barro que es imposible acceder a las huertas», señala Carlos Fernandes, quien afirma que, aunque no es época de cosechas, uno de los vecinos que tenía plantada escanda ha visto cómo el agua del Nalón «arrasó con todo». Una vez pasada la tormenta no llega la calma a Peñaflor. No solo no han solucionado los desperfectos, sino que saben que, ante una nueva riada y si no se toman medidas, el pueblo volverá a ser una piscina.

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