Un paseo por la memoria de San Salvador de Rondiella

«Es como el día de bodas, pero al ser niño lo vives de otra manera», ríe Efraín Suárez al recordar el nerviosismo de la comunión. Se señala vestido de marinero y cuenta divertido que en aquella época el corte de moda era el de «tazón». «¡Te ponían una bacinilla en la cabeza y lo que sobraba cortaban!», sonríe de nuevo.

Junto a esa foto reposan en dieciséis tablones decenas de otras instantáneas en las que se suceden las imágenes de convivencia y fraternidad. También recogen misas y comuniones en el antiguo templo, en 1954, cuando todavía las oficiaba don Julio, predecesor de Liborio Colino, que fue párroco de San Salvador desde 1961 a 1998. Y quedó inmortalizada para la posteridad la visita del Papa Juan Pablo II a La Morgal en 1989, la construcción de los salones parroquiales en la década de los 90 y la visita de la Santina desde Covadonga, a principios del nuevo siglo. Y así hasta llegar a setecientas.

«Yo estoy buscando a mis hijos, tienen que estar las comuniones, confirmaciones, en el coro, campamentos, catequesis...», dice convencida Marisa Álvarez sobre Pelayo y David, que a día de hoy tienen 45 y 46 años. También nombra a todos sus amigos y lugares de procedencia. Es parte del encanto de la exposición. «¡Te encontré!», dicen sus amigas. Y allí está, en la comunión de uno de sus hijos. También aparece como catequista, labor que desempeñó durante 25 años. Es parte del encanto de la gran exposición organizada altruístamente por Félix García.

«Aquí estábamos de campamento, eran mi grupo de amigos», cuenta Laura Muiños «emocionada» por haberse visto en una de las paredes de la iglesia Son reminiscencias de un « verano muy divertido», pero también «formativo» en los años 80, junto a gente que todavía mantiene en su vida; al igual que San Salvador de Rondiella.