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Son casi tres décadas las que lleva Luis Nozal entregado a las palomas. A los nueve años empezó a heredar la pasión de su padre por estas aves, que hoy cría, entrena y cuida en su finca de Pañeda. «En mi casa había palomas blancas, mi padre y mis abuelos las tenían en la cuadra para comer, unas veintipico o treinta; yo, con cinco años, en vez de viendo la tele estaba en el palomar», recuerda. Explica que su padre «para diferenciarlas, fue a comprar anillas al club colombófilo que tenía al lado del trabajo, porque le fastidiaba mucho tener un crío de cinco años que sabía diferenciarlas y el no».
Fue entonces cuando le propuso hacerse socio. «Después me regalaron palomas y empecé a competir en el 85», afirma. Primero tuvo sus palomas en la parroquia gijonesa de Jove, después en Huergo, pueblo de sus abuelos, «y luego ya hice mi palomar en Pañeda, que lleva aquí unos ocho años». En el cuenta con ochenta aves para competir «y después unas cuarenta que son los reproductores; hay dieciséis parejas». Nozal explica que en Asturias «hay clubes en Gijón, Oviedo, avilés, Grado, occidente, Sama y Pola de Siero. Yo soy presidente del de Gijón, hay una federación asturiana y el comité deportivo. Organizamos un campeonato de Asturias, que tiene validez para el nacional, y consiste en uno de adultas, para palomas de más de un año, que comienza en marzo o abril, y luego el de las palomas del año, que compiten en septiembre y octubre. Son las que empiezan a nacer, desde enero», apunta.
Explica que las palomas primero participan en entrenamientos cercanos. «El primero que suelo hacer es desde Oviedo: las coges todas juntas, las llevas a Oviedo y vienen para acá», comenta, y añade que la distancia se va incrementando progresivamente.
Explica que en las competiciones «hay carreras de velocidad, que son hasta 300 kilómetros; medio fondo, sobre 300; fondo, a partir de 500 kilómetros, y gran fondo, que es a partir de 670». En el campeonato de Asturias hay tres sueltas de velocidad, dos de medio fondo, dos de fondo y dos grandes fondos. «Yo lo comparo al ciclismo, porque además el entrenamiento es parecido; hay palomas que son buenas en distancias cortas y otras más lentas, pero mejores en grandes fondos». La amenaza de las aves rapaces es uno de los obstáculos a los que tienen que hacer frente los criadores y entrenadores. «El año pasado crié 140 pichones, y 47 me las mató el halcón aquí en casa», cuenta. Este entrenador y criador explica que las palomas, para la competición, tienen «una ‘vida’ de tres o cuatro años si son muy buenas; su esperanza de vida en total es de alrededor de veinte años, quince de ellos fértiles».
Nozal recalca que en este deporte lo más importante es el palomar, «por la salud que les transmite; lo importante es que estén sanas». Además de la presencia de aves rapaces, otro de los obstáculos de los entrenadores en Asturias «es la cordillera, que es una barrera. Imagina que en el ciclismo, después de una etapa de 300 kilómetros, a los competidores les pones el Angliru para volver».
La meteorología del Principado es otro de los factores que penaliza a los entrenadores. Luis Nozal indica que, Bélgica, Holanda, Inglaterra y Portugal son los países punteros. Indica que los costes administrativos de federarse no son elevados. «Lo que mas cuesta es la alimentación», reconoce este criador.
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