La equitación como ayuda para mejorar el día a día

La clave está en haber logrado convertir «una pasión en profesión». Comenzó su formación en las instalaciones avilesinas del centro de hípica El Forcón, donde aprendió «un montón. Aparte de que tenía la base, adquirí técnica para poder competir y, sobre todo, trato y manejo del caballo». En el año 2014 se puso manos a la obra y creó la aventura empresarial que es hoy el Club Ecuestre Arabian. «Encontré una finca y espacio grande, formé club, empezamos a competir y llegaron niños. Ahora también tenemos una terapeuta».

En esta línea el club «empezó a crecer. También tenemos desbrave de caballos, competimos en 'raid' y criamos caballos pura raza árabes. Pero nos centramos en iniciación y la terapia, de la que se encarga Ángela Nicolás Muñiz, pupilaje y en las clases de competición de 'raid'». Uno de los proyectos de futuro que se plantea es el de «cubrir el picadero, para dar también clases en invierno».

Destaca que en Asturias y Llanera hay «mucha afición a la equitación y está creciendo, sobre todo en nuestra disciplina, el 'raid', que son carreras de larga distancia campo a través. La mayoría de nuestros entrenamientos son fuera del centro». En iniciación tienen alumnos a partir de los tres años de edad. Este profesional considera que nunca es demasiado tarde para comenzar a practicar este deporte. De hecho, «a partir de los tres años, en los que ya se tiene la columna formada se puede empezar a dar paseos en poni, a tener contacto con el caballo y a quererles. A tu caballo lo respetas por encima de todo».

Uno de los apartados a los que se dedica el club es el de la cría de caballos de pura raza árabe, que son animales «con mucha resistencia, un pelín menos de talla que otras razas, pulsaciones bajas, mucha chispa y temperamento, algo que es muy importante para competir. La gente que practica esta disciplina tiende a tener caballos árabes o angloárabes». Independientemente de la faceta competitiva, Pablo Gil le da un gran valor a este deporte desde el punto de vista humano. «Personalmente te enriquece. Los caballos son parte de mi vida. Te levantas por la mañana, los cebas, los acaricias y te olvidas de todos los problemas. Son tus compañeros de viaje. No en vano tienes que entrenar con ellos tres o cuatro horas diarias para competir en 'raid' en alto nivel».

Ángela Nicolás Muñiz es diplomada en Terapia Ocupacional. En el equipo también cuenta con un psicólogo. «La terapia parte de la base de que se aprovecha el movimiento del caballo para conseguir los objetivos en el jinete», destaca. En el centro se diseña un plan individualizado de intervención y «se divide el trabajo sobre el caballo. Aprovechamos el movimiento para la rehabilitación sensorial y cognitiva. Luego hacemos trabajo pie a tierra, en la cuadra, antes o después de montar». Indica que «los caballos son animales que tienen un lenguaje no verbal muy latente. Para trabajar con ellos hemos de ser muy conscientes de nuestro propio lenguaje corporal».

Comenta que la terapia con caballos «es una actividad que no deja impasible a nadie. Quienes vienen a montar se enganchan, ya sea a terapia o a practicar la equitación como deporte».