JUAN VEGA
OVIEDO.
Sábado, 16 de octubre 2021, 01:08
«Perdemos a un referente, que con su duro trabajo y visión de futuro convirtió una pequeña empresa en una compañía pionera en el sector de la elaboración de productos alimenticios». Son las palabras del párroco de la basílica de San Juan El Real, Javier ... Suárez, que mejor describen a Jesús Castro, presidente de Congelados Basilio, cuyo funeral se celebró ayer tras fallecer, a los 85 años, hace dos días en su domicilio naveto.
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Más de medio centenar de personas acudieron ayer a las cinco de la tarde al templo ovetense para dar su último adiós al empresario asturiano, jubilado desde hace dos décadas. Fue el impulsor del exponencial avance de la industria de congelación de alimentos. La muestra de cariño de sus familiares y amigos quedó patente después de que fuese necesario el apoyo de otro coche fúnebre para trasladar el volumen de flores que se habían reunido para la ocasión.
Frente a la basílica y minutos antes del inicio de la misa, su hermano, José Castro, visiblemente afectado, quiso recordar con mucho cariño algunas de sus vivencias con Jesús: «Era un trabajador y un emprendedor de los pies a la cabeza; él se ha ido, pero su trabajo se va a quedar aquí para siempre».
Desde hacía varias décadas, Jesús vivía en su casa de Paraes, en el concejo de Nava. Allí, en una vivienda aledaña, reside María Jesús Santiago, quien le describió como una muy buena persona que era partícipe de la vida social naveta. «Iba al café Ideal y a la iglesia de San Bartolomé», matizó. Será precisamente en esa iglesia donde el domingo a las doce de la mañana se celebre una misa para recordarle.
El negocio impulsado por Jesús es herencia de sus padres, que a principios de los años sesenta comenzaron con una pequeña tienda en El Fontán de Oviedo. El leonés Felipe Sevilla fue uno de los trabajadores originales de la compañía y tiene claro que el desarrollo de la misma viene producido por la dedicación de Jesús: «Él llevó a cabo la transformación que permitió abrir las fronteras de la empresa», dijo.
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Y es que su trabajo y dedicación por la sociedad no pueden pasar desapercibidos. A él se le atribuye la creación de los primeros acuarios, la construcción del primer frigorífico industrial de Asturias -en Lugones, donde sigue actualmente ampliando y modernizando sus instalaciones-, el desarrollo de los principales procesos de congelación, la materialización de nuevos productos congelados y nuevas presentaciones de los tradicionales, y la utilización de vehículos frigoríficos para la distribución a la hostelería y a los clientes particulares en pueblos de difícil acceso. Gracias a estos avances, la factoría llegó a tener más de medio centenar de tiendas de venta al público.
Tampoco es casualidad que su último adiós se haya producido en la basílica de San Juan El Real, ya que su familia realizó una importante donación para reparar parte del coste de la restauración y el montaje del cimborrio del templo.
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Un hecho que llevó a los representantes eclesiásticos a colocar una pequeña placa en agradecimiento a la familia, en el lateral que linda con la calle Doctor Casal.
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