MÓNICA RIVERO
GRANDA (SIERO).
Martes, 4 de enero 2022, 03:49
Voluntarioso, trabajador y apreciado por aquellos que lo rodeaban. Así era J. M. G. G., el hombre cuyo cuerpo sin vida fue descubierto en la madrugada de Año Nuevo en el antiguo edificio utilizado como centro de datos del Banco Herrero en el polígono sierense ... de Perogran (Granda). De 65 años y natural de Fastias, Tineo, llevaba entre diez y quince días fallecido cuando su cadáver fue encontrado por un grupo de jóvenes que sacaban fotos en el inmueble abandonado. La autopsia reveló que su defunción fue por causas naturales.
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Su vida, dicen los que lo conocían, «era para escribir una novela». Padre de un hijo con el que no mantenía casi contacto, García siempre fue un nómada. Trabajó varios años en Suiza en su juventud, fue cristalero, tuvo un camión de butano y pasó tres años viviendo en su Opel Corsa. Su último empleo fue en Transportes Megido (Granda), donde ejerció de ayudante del propietario, Plácido Alonso Noriega, quien ayer recordaba anécdotas de sus nueve años juntos.
Su buen carácter y predisposición para ayudar hicieron que su exjefe no dudase en acogerlo durante el tiempo que trabajó en la empresa. «La gente lo apreciaba». «Vivía en encima de mi oficina en una nave que tengo y venía a buscarme para ir a hacer recados», recuerda Alonso. Este le animó a buscar un apartamento por la zona de Colloto, donde acudía de ocio, una vez se jubiló. Sin embargo, dado el desenlace de los acontecimientos, aventura que García decidió hacer caso omiso de los consejos de sus compañeros, que pensaron que su instalación en el destartalado inmueble «serían unos días mientras buscaba algo mejor» con la pensión «tan curiosina que le había quedado». Nada más lejos de la realidad. Alonso calcula que debió de pasar «los últimos diez meses» habitando entre las ruinas, «desde que se fue». «Otros conductores me contaron que lo habían visto por allí entrar y salir, pero yo no volví a coincidir con él», abunda. Reconocerlo fue fácil, ya que «llevaba la misma ropa» con la que se despidió de sus compañeros hacía casi un año.
«Él nunca se metió con nadie, pero no atendía a razones, se dejó de una manera que metía miedo, al final para el único que era malo era para él», lamenta. Su padre vivió hasta los 98 años, lo que le hace pensar que «si se hubiera cuidado habría durado cien años, porque nunca tuvo un dolor de barriga ni lo vi ponerse malo».
Para los vecinos de Granda el trágico hallazgo «no ha sido agradable», pero tampoco ha resultado del todo sorpresivo. El presidente de la Asociación Valeriano León, Fidel Alonso Fernández, insiste desde 2015 en la necesidad de actuar en el ruinoso edificio. «Que se arregle, se cierre la finca o se derribe, pero que hagan algo, porque vamos a tener un accidente cualquier día», demanda. La infraestructura «no es segura» y son muchos los jóvenes de la zona que aprovechan la falta de cerramientos para acudir a pasar el rato, especialmente en verano. Además, indica, el representante vecinal, el antiguo centro de datos se encuentra en un estado «insalubre». «Hay ratas como elefantes y la maleza y suciedad afectan a otras naves del polígono», afea.
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