La vida de Florinda Álvarez Rodríguez, «la decana de la hostelería reguerana» y fundadora del conocido restaurante Casa Florinda en Puerma, se apagó este sábado a los 99 años. Su legado culinario, que llevó a la casa de comidas a ser denominada ... como el 'templo de la fabada', está a buen recaudo bajo el amparo de las nuevas generaciones. «Es una perdida muy grande, cocinaba con mucho amor y siempre fue una persona muy servicial y cariñosa con los vecinos», explica su nieta, Begoña Álvarez, quien hoy regenta el negocio familiar.
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Hablar de Casa Florinda es hablar de tradición y de cocina asturiana, «de la de siempre». Fue en 1960 cuando Álvarez, que había trabajado durante años como lechera en el Valle de Turón, decidió emprender su proyecto gastronómico, apoyado en el pilar maestro de los productos de proximidad y de casa. El irresistible olor que desprendían sus pucheros, especialmente la fabada y el pote asturiano, no tardó en atravesar las fronteras del Principado y llamar la atención de amantes de la gastronomía, que acudían a Puerma solo para sentarse en su mesa. «Eran auténticas peregrinaciones de peñas gastronómicas los jueves, que era el día de la fabada; era absolutamente imposible encontrar un hueco libre», comentó ayer la alcaldesa de Las Regueras, Maribel Méndez.
A pesar de quedarse viuda muy joven, Florinda continuó «con decisión» al frente del negocio.A golpe de cocina de carbón y de tradición logró mantener; impulsar y transmitir a su familia sus conocimientos de cocina para lograr la supervivencia del establecimiento. «Era una persona excepcional; si venía alguien del pueblo que no podía pagar ella no les iba a dejar sin comer», recuerda con cariño su nieta.
Una vez retirada de los fogones dejó todo en manos de las nuevas generaciones. Sin embargo, ella nunca llegó a abandonar el local: «Su centro de operaciones era una pequeña mesa en la entrada, desde la que daba la bienvenida a todos los clientes». «Siempre se daba una vuelta por la cocina y levantaba las tapas de las ollas para ver que todo estaba saliendo correcto», asegura su nieta, entre lágrimas de emoción.
La crisis del coronavirus tampoco consiguió que abandonase el restaurante, a pesar de su elevada edad, ya que su familia le instaló una mampara de cristal para protegerla y que así pudiese seguir dando la bienvenida a los comensales. Tras su fallecimiento, su legado culinario se mantiene a buen recaudo en los incombustibles fogones de Casa Florinda.
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Debido a la situación sanitaria, la familia no recibe. El funeral será hoy, a las cincode la tarde, en la iglesia parroquial de Santa Eulalia de Valduno, en Las Regueras. Recibirá sepultura en el cemeterio parroquial.
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