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POLA DE SIERO.
Lunes, 4 de diciembre 2017, 00:32
El 14 de noviembre de 2013, la propietaria del palacio de la Torre de Celles solicitó de manera formal la declaración de ruina del edificio, considerado una de las joyas de la arquitectura barroca en Asturias. Hacía diez años que había sido declarado Bien de ... Interés Cultural por el Principado y por aquel entonces el arquitecto encargado del expediente ya recogía su notable deterioro.
En estos cuatro años, el Ayuntamiento de Siero y la dirección general de Patrimonio no se han puesto de acuerdo en sus informes y aún no se ha producido una respuesta, a pesar de que el Reglamento de Ordenación del Territorio y Urbanismo del Principado (ROTU) establece en su artículo 595, apartado 6, que «el plazo en el que debe dictarse y notificarse la resolución expresa es de seis meses».
Por el medio ha habido varias multas a la propiedad, una denuncia ante Fiscalía que fue archivada, el desalojo de la vivienda ubicada en la zona Este y lo más reciente, una sentencia del Juzgado de lo Contencioso Administrativo Número 2 de Oviedo que señala que el Ayuntamiento debe resolver primero la declaración de ruina antes de obligar a la propietaria a intervenir y a llevar a cabo actuaciones de forma cautelar.
La comisión informativa de Urbanismo de Siero dictaminó en noviembre del pasado año formular la propuesta de declaración de ruina física irrecuperable del edificio y solicitó un informe a la dirección general de Patrimonio, donde aseguran que habrá respuesta «en breve». La única vez que se pronunció al respecto la comisión permanente del Consejo del Patrimonio Cultural fue en 2014, cuando acordó pedir al Ayuntamiento que adoptara medidas cautelares para evitar daños.
Pero el deterioro del inmueble no es algo reciente. El 4 de febrero de 1925, el historiador poleso Fausto Vigil firmó 'Los abandonados solares de nuestro nobles', un escrito en el que ya atestiguaba el estado ruinoso que poco difiere de la situación actual. «Pena da el ver sus techos derrumbados, su monumental escalera casi destrozada y sin techo que la cubra, las monolíticas y grandes columnas de su patio central caídas o viniéndose al suelo, la capilla convertida en depósito de carros y aperos de labranza; la puerta, con sus garitas laterales, abierta en la fuerte muralla que rodeaba al edificio, deshaciéndose y toda la preciosa mansión de la ilustre familia de los Argüelles de Celles convertida en un montón de escombros, no quedando en pie más que las torres posteriores y la hermosísima, elegante, suntuoa y monumental fachada, que muy pronto desaparecerá si no se cuida un poco de su conservación».
Y añadía: «El señor Marqués de Santa Cruz de Marcenado y nuestro Ayuntamiento harían una buena obra, poniéndose de acuerdo para desarmar la monumental fachada del hermosísimo palacio y utilizarla en esta villa en la construcción de un edificio que pudiera destinarse a Juzgado o a otros servicios públicos, que tienen buena falta de edificio apropiado. Para lo que sirve en Celles...».
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