MÓNICA RIVERO
Domingo, 19 de junio 2022, 02:10
«La despoblación, el envejecimiento y las deficientes comunicaciones» no han sido obstáculo contra «la comunidad de los pueblos y sus asociaciones», que «han logrado que el mundo rural siga vivo» a pesar de los escollos. El presidente de la Fundación Princesa de Asturias, Luis ... Fernández-Vega, reconocía así ayer la labor de quienes apuestan por el campo frente a una veintena de representantes municipales que acudieron ayer a la Yeguada Finca Maeza de Sariego para disfrutar del XI Encuentro de Pueblos Ejemplares, «compartir conocimientos» y «hablar de lo que realmente importa».
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Para la Fundación, recordó Fernández-Vega, «este no es un acto más, sino una de las citas más destacadas» en el calendario de la organización, así como una oportunidad para involucrarse con el medio rural, sus retos y desafíos. La jornada de ayer se centró en dos temas de especial relevancia para los pueblos: la concentración parcelaria y la innovación, que «florece muchas veces en las situaciones de mayor complicación».
Para hablar de la primera acudieron a la Finca Maeza Felipe Fernández, catedrático de Geografía; Alberto González Mangas, ingeniero técnico Agrícola, y Javier Niembro, campesino y creador de la Ruta'́l Quesu y la Sidra. Todos ellos expusieron sus puntos de vista sobre la reordenación del territorio que supone la aglomeración de fincas, así como el impacto demográfico, paisajístico y ambiental para el territorio asturiano.
El segundo coloquio abordó la conectividad digital, sobre el reto de conectar las zonas rurales y la oportunidad de emprender. Yaiza Rimada, gerente del exitoso negocio local La Saregana y Daniel Suárez, empresario tecnológico y director general de Zapiens, desglosaron sus propios proyectos para dinamizar los pueblos en los que nacieron. Ambos defendieron la necesidad, en palabras de Suárez, de «que la gente quiera volver a vivir al pueblo».
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El somedano apostó por reconvertir Caunedo en un «pueblo de emprendedores», los «nómadas digitales» deben disponer de un lugar de ocio, un «laboratorio vivo» donde poner en común proyectos e ideas y una compañía aceleradora que invierta en proyectos desarrollados desde el campo. «En un año pasamos de 20 habitantes a 45 y tenemos el reto de llegar a 100, que eran los que tenía cuando mi padre iba al colegio», indicó. La jornada finalizó con una exhibición ecuestre.
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