Así será el centro logístico de Amazon

Amazon cuenta con dos centros logísticos robotizados, el de El Prat y otro más en Sevilla. Murcia e Illescas se sumarán a una lista en la que todo parece indicar que estará también el de Asturias.

Poco de lo que sucede en esta planta tiene algo que ver con el azar. Los productos entran por un lateral de la nave y salen por otro ya empaquetados, con destino a otros centros de la compañía donde se procede al reparto a domicilio. Por el medio, una enorme cadena con cientos de máquinas, 25 kilómetros de cintas transportadoras y miles de trabajadores, en la que se sigue la pista de todos los productos que se procesan, desde su entrada a su salida.

Las dos plantas superiores del centro cuentan con unas 50.000 estanterías, que son desplazadas en un baile constante por 6.000 robots similares a las aspiradoras autónomas. La misión de estos aparatos es tanto recibir como entregar producto. «El planteamiento es que, al tener muchos productos diseminados por las estanterías, es más sencillo que uno de ellos esté cerca del lugar donde se necesita. Es más eficiente», explica Magda Semidey, formadora de trabajadores. El proceso para ir llevando esos productos a las cajas de pedidos es similar, aunque en este caso el factor aleatorio desaparece. «Es un repetitivo, pero entiendes que cada paso tiene un motivo», explica Eva Anastasia Milanis, trabajadora de 22 años encargada de seleccionar los productos de las estanterías para introducirlos en los 'totes'.

Un recorrido por la planta deja claro que la media de edad es baja. El director de recursos humanos del centro, Marc Zenon, confirma la impresión. «Tenemos una media de entre 30 y 35 años». Los perfiles son variados, aunque cerca del 75% del centro de Barcelona son mozos de almacén».

En cada sección del enorme entramado de la cadena de producción hay varios puestos. Los encargados de esas secciones son los que seleccionan la labor de cada empleado en cada jornada, con una amplia rotación. «Es positivo porque no hay sensación de monotonía», explica Pol Borras, un joven ingeniero industrial de 29 años que lleva dos y medio en la empresa.

La formación, explican responsables de la empresa, es una de las piezas clave. Los trabajadores aprenden a cubrir diferentes puestos y la rotación dentro de las secciones, apoyada en herramientas informáticas que manejan los jefes de equipo, es alta. Uno de los aspectos en los que más se incide, explican, es la ergonomía, con auditorías informativas y aleatorias para tratar de evitar lesiones. En algunos puestos, es la propia máquina la que avisa al trabajador de que tiene que parar y realizar estiramientos. «No tenemos una comunicación de cuántos paquetes tenemos que hacer al día», explica Maralwjus Estaba, una mujer de 39 años que cumple su jornada empaquetando pedidos. Raúl García, coordinador de Salud y Seguridad, señala que el ritmo de trabajo «lo marca el trabajador. Él gestiona el tiempo y la velocidad».