Un banquete de 1.340 kilos de carne por Exconxuraos

Los llanerenses son muy «bravos» y tenían ganas de folixa, pero sobre todo de volver a juntarse para comer. Y puestos a cenar, hacerlo bien. Para ello, no hay mejor ocasión que Exconxuraos y su festín medieval. Para alimentar las 1.250 bocas hambrientas que acudieron anoche al festín al Recinto Ferial de Ables hicieron falta 80 corderos y 1.300 criollos, un total de 1.340 kilos de carne, recopilaba Damián González, unos de los responsables del banquete. Junto a él, otros dieciocho valientes que desde las nueve de la mañana preparaban los cuarenta metros de fuego en los que a las cinco y media ya se asaban los corderos. Acompañaron el clásico menú la ensalada, litros de chimichurri y todavía más litros de vino.

Con el estómago vacío, esperaban en la cola una hora antes Laura Suárez, Maria José Díaz y Pablo Trapote, primeros en busca de un lugar donde cobijarse de la lluvia y esperar a las abundantes viandas. Llegaban desde Lugo y Posada ataviados con los ropajes de época confeccionados por Nedi García. Para la mayoría era la primera vez que se animaban a participar en el banquete y el olor a cordero embriagaba el ambiente. Una charanga con bengalas y zancudos presagiaba, entre los coros de los comensales, el inicio de una noche de fiesta.

Y es que la lluvia no amilanó a las miles de personas que ya desde primera hora de la tarde disfrutaban del mercado medieval. El recinto se llenó de juegos infantiles y todo un muestrario de atuendos y oficios medievales. Hilanderas, grabadores de metal, talladores, artesanos de la cerámica recrearon una perfecta escena de época y desentrañaron los secretos de su artesanía a los curiosos. Los más atrevidos como Lis Arufe incluso probaron qué se siente con una cota de malla puesta. «Pesa en la mano, pero una vez encima es como una mochila», aseguraba tras deshacerse de ella. Era su primera vez, venía de Avilés y repetiría. El ambiente invitaba.

La cita, no es solo esperada por los llanerenses. Los amantes de la recreación e incluso el rol en vivo aprovecharon la ocasión para vestir sus mejores galas. Vikingos, bailarinas del vientre e incluso orcos y reinas con dragones al estilo de 'Juego de Tronos' desempolvaron sus trajes para pasear por el mercado y tomar hidromiel en cuernos. «Aprovechamos que llevamos desde la pandemia sin poder participar en eventos en los que poder llevar esta ropa», comentaba con una gran capa de pelo Félix Rodríguez, entusiasta de la fantasía medieval.

El espectáculo de cetrería se convirtió en una de las atracciones favoritas de grandes y pequeños, que no dudaron en presentarse voluntarios para dejar que las águilas de Francisco Miranda pasaran entre sus brazos y piernas. Primero con un niño. Luego con dos. Y finalmente fueron más de una docena los que hicieron pasillo para que la rapaz volase por el túnel creado bajo sus manos. «La cetrería tiene más de mil años de historia, se utilizaban las aves para cazar, pero también se utilizaron en peluquería», bromeó antes de poner a una de sus compañeras con plumas en la cabeza de una joven del público.

Con un elenco de más de veinte vecinos -que incluia al alcalde, Gerardo Sanz- la recreación de Los Perxuraos, la historia de cómo los vecinos del concejo desafiaron al Obispo de Oviedo y tuvieron la puerta de la iglesia cerrada durante cuatro años, arrancó los aplausos del público. «El pueblo de Llanera no se humilla», clamaron. El espectacular torneo medieval, con una justa a caballo en vivo y en directo puso el broche de oro a la noche, en la que la orquesta acompañó a todos los que como Aarón Menéndez, de Oviedo, se desplazaron hasta Llanera con sus amigos para disfrutar de «una de las fiestas más animadas del verano en Asturias». Un «imprescindible».

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