LYDIA IS
Martes, 10 de enero 2017, 00:19
A los treinta años, Ángel Olarán decidió que su vida debía dar un giro y respondió a la llamada que África le venía haciendo desde que era un niño. Dejó su trabajo en una entidad financiera y se embarcó en una misión humanitaria que le llevó primero a Tanzania, donde permaneció veinte años, y después a Etiopía, donde está asentado desde hace más de una década y para seguir. «Siempre digo que tengo mis raíces muy profundas en Hernani, en Guipúzcoa, pero dos injertos muy fuertes que me ha dado África», señaló ayer en Noreña durante un encuentro organizado por la Asociación Cultural Contigo.
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El misionero fue el destinatario en 2015 del Fondo de Solidaridad del colectivo de la villa condal, una asignación que dedicó a un proyecto de riego que estaba llevando a cabo en Wukro. «Cuando llegué me encontré guerra, sida, huérfanos, un país arrasado y poco a poco va reconstruyéndose», explicó.
Entre sus logros, destaca la construcción de una escuela de agricultura referente en todo el país, el cobijo a un millar de huérfanos que viven en comunidad o la construcción de una planta de reciclaje, pozos y tanques de agua.
Asimismo, destacó que pese a la pobreza de África, sus pueblos superan al primer mundo en otros ámbitos: «Hay una sociedad civil muy fuerte que no existe aquí, ha quitado muchos gobiernos y- crea conciencia, aquí se protesta, pero en la práctica no se hace nada», comparó.
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