El alma de las fiestas lleva seis décadas al frente de la cofradía

Las fiestas de Nuestra Señora del Buen Suceso, El Carbayu, tienen alma propia, la de Manolito El Pegu. Sus ojos se llenan de brillo y recuerdan a los de los niños cuando habla de estas celebraciones a las que nunca falló, «ni siquiera cuando hice la mili». Quizá esta dedicación le venga en los genes, es nieto de uno de los fundadores y lleva desde muy joven en la cofradía, o quizá por la pasión que pone en todo lo que hace. Con sus manos realiza virguerías como el Museo de la Romería, en el que recrea la fiesta de los años 50 sin faltar ni un solo detalle.

O puede que esa ilusión que mantiene de cara a las fiestas sea porque nació a principios de agosto, un día que en muchas ocasiones coincide con alguna jornada de las celebraciones. «Le decía a mi madre que cuando yo nací aquí estaban tirando voladores, pero más bien eran tiros», comenta.

«Siempre tuve mucha ilusión por la fiesta y así sigo, es muy importante», subraya. A lo largo de estos años las actividades que se programan han variado y entre las que Manolito recuerda con nostalgia está «el toro de fuego», en el que un joven se metía dentro de un armazón que emulaba al animal y llevaba fuego. El Carbayu contó con hípico durante tres años en la década de los noventa:«Era muy guapo ver los caballos cómo saltaban pero requería mucho esfuerzo económico», apunta.

El día grande o día del bollu de este año ­9 de agosto­ será más especial aún si cabe para Manolito porque el Ayuntamiento de Siero le entregará la Medalla de Oro en reconocimiento a su labor en favor de Lugones y a su calidad humana.

Los que lo conocen los definen como «una persona noble, trabajador, generoso, prudente y con carácter siempre que sea para defender la fiesta».

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