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José Cezón
Lunes, 23 de noviembre 2015, 15:48
Antonio Blanco Prieto (La Pola, 1970) dirige la Fundación Alimerka desde 2004, que opera en las provincias donde tiene su red de supermercados: Asturias, León, Valladolid, Zamora, Burgos y Lugo. Es doctor en Psicología, licenciado en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca y posgraduado en Marketing por ESADE. Tiene publicados varios libros.
La Fundación Alimerka nació para canalizar la gran cantidad de proyectos que les presentaban. ¿Qué requisitos debe cumplir un proyecto para que capte su atención?
Tiene que estar dentro de nuestros tres ámbitos de actuación: acción social, destinado a mejorar la calidad de vida de colectivos vulnerables; salud, para el apoyo a enfermos o sus familiares y; por último, el tema de la alimentación y mejoras nutricionales. Deben desarrollarlo entidades no lucrativas o instituciones públicas que tengan el domicilio social en alguna de las seis provincias. Y luego tienen que presentar el proyecto bajo una metodología seria y rigurosa.
«Si una empresa inicia una acción filantrópica tiene una relación directa con su reputación, no me parece malo si es un medio y no un fin en sí mismo»
¿Por qué la figura del empresario está tan poco considerada en España?
Es verdad y la respuesta es muy sociológica. Coincido con (Max) Weber en que, en las culturas protestantes, la generación de trabajo y riqueza en vida siempre fue muy valorada y eso generó una cultura en favor del emprendimiento. Ya no hablo de nuevas tierras como Norteamérica, donde el hecho de empezar de cero a construir una sociedad impulsó que el emprendedor tenga un concepto de líder social. Parece ser que en las culturas mediterráneas es todo lo contrario. Aquellas personas que no busquen el lucro tienden a tener una valoración social por encima de los líderes. Sí es verdad que ahora hay redes de emprendedores, muchas de ellas en Asturias, que están luchando por darle la vuelta a esto. No obstante, hablar de empresarios o de categorías profesionales es estereotipar.
Desmonte otro tópico las fundaciones buscan reconocimiento social y exenciones fiscales.
No es tanto como parece. La desgravación que puede tener una empresa por donación a su entidad es del 35% hasta un máximo de la base imponible, con lo cual no es la panacea. Sí es verdad que con la nueva legislación va a incrementarse. Y el tema del reconocimiento social sí que es evidente. Cuando una empresa pone en marcha una acción filantrópica tiene una relación directa con su reputación y un mayor reflejo en la sociedad. A mí no me parece malo en absoluto, siempre y cuando sea un medio, y no un fin en sí mismo, para que haya un giro realmente social.
Usted estudió la atención al cliente, ¿cómo se puede aplicar en la frialdad de un supermercado?
Yo siempre digo que un supermercado es un mundo muy pop. Claro que tiene la atención al cliente la alegría, las sonrisas que puedan tener los trabajadores...
Condense en unas palabras sus profundas investigaciones sobre las claves de la motivación.
Yo la veo como esa activación física y psíquica de nuestra conducta para conseguir un objetivo, que nos hace despertar sin necesidad de despertador, pero cada vez estoy más convencido de que ese mecano no se activa si no relacionamos nuestras actividades con algo muy vocacional. La vocación estamos buscándola continuamente.
Licenciado en Ciencias Políticas. ¿El Ayuntamiento de Siero daría para un máster?
En Sociología, que es mi especialidad. Y por una sencilla razón porque aquí se aplica perfectamente la teoría de la pluralidad del poder. Algunos teóricos dicen que en este momento el poder es plural y accesible a todos los movimientos y áreas de la sociedad que busquen la forma de estar representados. Sería un buen lugar para analizarla sobre el mismo terreno.
¿En La Pola hubiera sido rentable recuperar la plaza cubierta con usos comerciales?
Sí, lo tengo clarísimo, pero ampliándola con servicios de hostelería y restauración. Sería perfecta como un foco de comercio especializado, que ofrezca productos diferentes que no se encuentren en el gran consumo.
Una vez superados esos requisitos, ¿cuántos proyectos suelen seleccionar al año o es algo variable?
Sí, es variable, pero nosotros nos comprometemos, como mínimo, a acompañar doce proyectos al año. Además, tenemos relaciones estables y de continuidad con aproximadamente 147 entidades. En el caso de Siero, acabo de visitar las actividades con la Residencia Nuestra Señora de Covadonga, con la que hay una colaboración estable.
¿En qué consiste esa colaboración con el Asilo de La Pola?
Para nosotros es una maravilla, porque son los receptores de los excedentes diarios de nuestros supermercados de Pola de Siero, lo que no solo evita un problema de excedentes y desperdicios alimentarios, que no es del agrado de nadie, sino que también ayuda a gestionar de forma mucho más sostenible los alimentos, que están en perfecto estado de uso.
¿Cómo se financia la fundación?
La fundación tiene como patrono al Grupo Alimerka, que le aporta el 80% de sus recursos tanto monetarios como en especie; un 15% los donan los clientes a través de los vales; son unos 9.500 clientes mensuales. Y el 5% restante con una línea editorial de libros relacionados con la nutrición.
Mejorar los hábitos nutricionales es uno de los pilares. ¿Existe alguna relación entre mala alimentación y los niveles de renta de una familia?
Sí, sí, tenemos estudios hechos con el área de Fisiología de la Universidad de Oviedo y desarrollados con los usuarios de ayuda alimentaria. Hablamos de familias con muchísima vulnerabilidad. Y el último fue con la Fundación Cauce. Analizó la dieta e hizo estudios biológicos y permitió identificar que hay una relación causal entre pobreza y mayor obesidad. Se percibe que hay malnutrición, pero no plasmada en delgadez, sino en obesidad, porque lo que conlleva es a disminuir el consumo de determinados nutrientes importantes y a incrementar el consumo de grasas y azúcares.
Una realidad palpable es que cada vez vemos más niños obesos.
Sí, hay una descomposición de la dieta. Lo que a nosotros nos preocupa con los colectivos vulnerables es trabajar con ellos para que, con los recursos que tengan disponibles para la dieta, les permita componerla de la forma más equilibrada posible. Puede parecer muy sencillo explicarlo y cambiar el hábito, pero es verdaderamente complejo, porque hay muchos factores que van contra esto que es tan obvio.
Se han dado casos de retirada de custodias por mala alimentación.
Conozco los casos, pero no en profundidad el procedimiento jurídico. Lo que sí es verdad es que tenemos que trabajar mucho con educadores y con padres, porque se está centrando la educación nutricional con los menores creyendo, de forma ingenua, que tiene autonomía en sus decisiones y no es así.
Hay estudios que constatan que la bollería industrial es un producto muy perjudicial para la salud. ¿Nunca se plantearon retirarla de sus supermercados?
No se planteó porque yo tengo la convicción de que no hay ningún alimento bueno ni malo, es la dosis la que hace el veneno. Hay que dar libertad al consumidor y, por supuesto, considero que un supermercado no es el órgano más legítimo para definir o dirigir la dieta de un consumidor. Nosotros tenemos que dar una oferta amplia y unas recomendaciones, que ya están implícitas en el propio etiquetado, y apoyarlo con educación nutricional.
¿A cuántos destinatarios llegan con el tema de la alimentación?
Tenemos 3.20 personas que reciben ayuda directa en alimentos, el 70% recibiendo vales de compra y el resto a través de cajas de alimentos o de dinero para que compren directamente. Las cajas son para personas con niveles de exclusión elevados. No hacemos la entrega directa, sino que seleccionamos a 26 entidades sociales de Asturias, Castilla y León y Galicia para que las hagan llegar a su destino. Aquí una de ellas es Cruz Roja.
En el área de salud tienen una línea de trabajo denominada Humanización en oncología.
Es una de nuestras líneas más queridas. Cuando se planteó el área de salud, teníamos muy claro que la oncología iba a tener un papel destacado. Nos entrevistamos con jefes de oncología de hospitales de referencia y con investigadores. Pensábamos en el ámbito de la investigación, pero todos nos decían que, aunque nunca dejan de hacer falta más recursos, también eran necesarios fondos para atender a aquellos pacientes que tienen menos apoyo social y familiar y que llegan solos a las salas de espera de quimioterapia. Eso nos hizo pensar que deberíamos destinar parte de los fondos a esas personas anónimas. Fuimos a verlas al antiguo HUCA y a mí me impresionó ver a tanta gente sola y que estaba una mañana entera allí sin un refresco, un café, un periódico o una persona que le ayude. Así empezamos y ahora estamos en ocho hospitales repartidos en catorce municipios. El programa sigue, porque tenemos dinámicas de grupo con los pacientes para seguir avanzando.
En cooperación internacional, ¿en qué se diferencia la labor de la Fundación Alimerka de lo que puede realizar una oenegé al uso?
Nosotros seleccionamos y financiamos a las oenegé que realicen proyectos centrados en cooperación contra el hambre y el agua. También tenemos proyectos de continuidad con centros nutricionales en Benin. Financiamos los alimentos, las leches terapéuticas y los fármacos para niños con desnutrición ya severa. Colaboramos con la oenegé Solidaridad con Benin, que tiene el domicilio social en Noreña. Dentro del ámbito de la cooperación, también lanzamos hace tres años en España la Alianza contra el Hambre y la Malnutrición, de Naciones Unidas. A través de un contacto de la FAO en Roma, nos dijeron que estaban buscando cómo crear en España una red civil para sensibilizar sobre el problema y nos pareció un reto. Implicamos a la Agencia Asturiana de Cooperación, la Universidad de Oviedo, el Banco de Alimentos o la red de municipios rurales de Asturias.
La fundación recurre a la Universidad para que les audite.
Nos audita de todo, depende de los programas. Un ámbito muy llamativo fue el de los excedentes de las tiendas, porque teníamos la preocupación de hasta cuándo se podían donar. Contratamos una investigación al Instituto de Tecnología y Ciencia de los Alimentos de la Universidad de León, a la catedrática Camino García. El equipo de doctorandos iba a recoger a un supermercado todas las mañanas lo que sobraba y así durante tres meses. Con los resultados se hizo una guía sencillísima, que se entregó a todas las entidades receptoras.
¿Qué proyectos desarrollan en Siero?
Tenemos colaboraciones estables con el Asilo, Cruz Roja Siero, tanto en el programa de meriendas escolares como la donación de alimentos; Cáritas de Carbayín, Lieres y Valdesoto; la fiesta de San Antonio de Lieres, que hace siempre una subasta solidaria para temas de cooperación; con el centro de discapacitados de FASAD y también, con el programa de educación nutricional, tuvimos colaboración con la asociación Nora, que la quiero reforzar para 2016. Y luego el programa de empleo para personas con discapacidad intelectual estuvo activo el año pasado en Siero.
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