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La Naveta. Ana Emilia Ordóñez regenta este pequeño negocio en Nava, en el que ha sabido conservar la esencia de los tradiciones bares-tienda adaptándolo a los nuevos tiempos, combinando productos de tendencia como las sidras espumosas, las cervezas asturianas o su 'amestao', con otros más clásicos como el queso, las conservas o los embutidos.
Embajadoras de la tradición

Embajadoras de la tradición

Las hosteleras mantienen la esencia original de los negocios, aunque han adaptado sus productos y ofertas a los clientes y a los nuevos tiempos

LYDIA IS

Domingo, 18 de enero 2015, 00:54

Hubo un tiempo en el que los bares-tienda constituían el centro de vida de los pueblos. En ellos se charlaba, se negociaba, se confraternizaba e incluso, a veces, también se llegaba a las manos. Guardaban todo tipo de anécdotas y secretos y en sus repisas podía encontrarse cualquier cosa que hiciera falta para cubrir una necesidad, desde galletas para el desayuno a detergente para la ropa o a una buena botella de vino que ofrecer a una visita inesperada.

Con el paso del tiempo, muchos fueron condenados al cierre y son muy pocos los que aún mantienen llenos de vida los mostradores y las estanterías. Sin embargo, en los cmunicipios de Nava, Bimenes y Sariego quedan cuatro mujeres que han logrado sobrevivir a la despoblación de la zona rural y a la irrupción de las medianas superficies y que, además, han sabido adaptarse a los nuevos tiempos sin perder un ápice de la tradición.

En Casa Rufo, el centenario bar tienda ubicado en el centro de Vega, en Sariego, Pilar Montes se resiste a desligarse del negocio. Cogió sus riendas hace casi cincuenta y cinco años y aunque ya está jubilada, pasa varias horas al día acompañando a su hija, actual propietaria. «Ya no trabajo, pero me gusta estar por aquí; fue y seguirá siendo mi vida», asegura. En su caso, la llegada de los supermercados marcó el declive de la tienda. «Dejamos de vender mucho, así que nos centramos en tener cosas más básicas, que la gente puede necesitar un fin de semana o un festivo. Y no nos podemos quejar, vamos tirando», explica. Porque a diferencia de los comercios, en Casa Rufo no hay descanso. «Es sacrificado, pero merece la pena», asegura orgullosa Pilar.

Con ella coincide María Josefa Allende, propietaria de La Quintana, en Bimenes, un bar-tienda que inauguraron sus suegros a finales de los años cincuenta y que, además, es la vivienda familiar. «Da mucho trabajo y ya no corren buenos tiempos porque cada vez va quedando menos gente por aquí y las familias ya no son tan numerosas como antes, pero prestamos un servicio que de otra manera se perdería», defiende. En sus almacenes se guardan cientos de productos, algunos con mucho éxito entre la clientela. «El regalo estrella de estas Navidades fueron las zapatillas y las madreñas, vendí un montón», destaca.

«Chigre de primeros auxilios

También en Bimenes tiene su negocio desde hace cuatro años Juana García, al frente de El Llugar, en Suares, otro ejemplo de adaptación a los nuevos tiempos. «Cuando lo cogimos, lo reformamos para darle un giro más acogedor; ahora es un chigre de primeros auxilios», bromea. Pero lo cierto es que ha sacado a más de uno de un apuro. «Antes había una tienda, pero cerró hace diez años y los vecinos tenían que ir como mínimo hasta San Julián; la ventaja ahora es que pueden venir aquí a por cosas básicas que se pueden olvidar o que necesiten de repente», apunta. Los clientes de los alojamientos rurales de la zona y los inquilinos de las casas de fin de semana son quienes más se nutren del aceite, leche, productos para el desayuno o embutidos del concejo que Juana tiene en su despensa.

Por su parte, el de Ana Emilia Ordóñez es «un sueño cumplido». Lleva toda la vida vinculada a la hostelería a través de su familia y siempre quiso regentar un bar-tienda. Esa ilusión se llama hoy La Naveta, un pequeño local heredero de una antigua fonda, ubicado en el centro de Nava, «donde se come, se bebe y se simpatiza», tal y como reza el toldo de la terraza.

Su encanto radica en que modernidad y tradición conviven en perfecta armonía en su decoración y su producto estrella es el 'amestao', un vermú de elaboración propia. Aunque también pueden encontrarse artículos gourmet como cervezas de varias partes del mundo -también asturianas-, sidra de pera y espumosas, conservas gallegas, queso de Varé o embutidos. «Nos adaptamos a los tiempos que corren pero sin perder la esencia de lo que debe ser un bar-tienda, un sitio en el que sentirse como en casa», apunta.

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