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REDACCIÓN
GIJÓN.
Lunes, 3 de junio 2019, 01:58
Sheila Barrero fue asesinada el 25 de enero de 2004. Su cuerpo apareció en su coche, con un tiro en la cabeza disparado desde atrás. En el vehículo, aparcado en el Alto de la Collada, apareció el proyectil que la mató. Sobre el cuerpo ... de la joven vecina de Degaña, de 22 años, también se localizaron diferentes pruebas. Todas apuntaban a una misma persona. Sin embargo, el caso se archivó sin que nadie fuera juzgado.
Quince años después, la familia pelea para que el culpable pague por su delito. Los trabajos incesantes tanto de la Policía Judicial como de los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, así como el empeño familiar, lograron que la jueza de Cangas del Narcea abriera el caso. Tal y como adelantó EL COMERCIO, lo hizo el último día del año pasado. En enero, levantó el secreto del sumario.
El objetivo de la revisión era someter todas las pruebas existentes a nuevos exámenes de ADN en los laboratorios de Criminalística. Había esperanza de que el imparable desarrollo técnico de la última década revelase evidencias que permitiesen avanzar en una investigación que se encontraba en vía muerta.
Y lo que determinaron los análisis de la ropa de la víctima y los objetos del coche en el que apareció el cadáver, con un tiro en la nuca, no aportaron perfiles genéticos complementarios a los ya conocidos. Tampoco las exploraciones de la ropa y otros enseres del que fuera el principal sospechoso, un exnovio de Sheila, detenido y puesto luego en libertad sin cargos. La familia sigue esperando informes documentales complementarios y otros periciales de los restos de pólvora recogidos en la mano y la ropa de ese sospechoso y que él mismo argumentó a una jornada de caza días antes.
Mientras que la familia guarda silencio a la espera de nuevas pruebas y la Guardia Civil continúa trabajando, un diario digital, 'El Confidencial', aseguraba ayer que la Benemérita da por resuelto el crimen. La información señala, directamente, al único sospechoso investigado por el suceso, un exnovio de la joven. Asegura que «los químicos han logrado aislar de las muestras de la mano derecha que se tomaron en su día una partícula de plomo, estaño y bario que es igual a los residuos de disparos encontrados en el casquillo».
Según señala el digital, «también se hallaron en la mano del sospechoso otra partícula específica de plomo, bario y antimonio. El conjunto de ambas es tan inhabitual que se convierte en algo parecido a una huella digital».
Una rastro único que también aparece «en la chaqueta» del joven, lo que determina «que corresponden a un único disparo, lo que no sería compatible con la jornada de caza que el investigado manifestó practicar». Lo dice porque «cualquier cazador hace más de un disparo en una jornada de caza» y, además, «ninguna munición de caza tiene estaño en su composición».
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