PABLO SUÁREZ
OVIEDO.
Lunes, 25 de noviembre 2019, 02:44
Delia Losa atiende a EL COMERCIO en una de las grandes y sobrias salas de reuniones que componen el edificio de la Delegación del Gobierno. Máxima representante de la institución desde hace poco más de un año, la letrada mierense ofrece café antes ... de comenzar una conversación en la que, por el Día contra la Violencia Machista, repasará la actualidad de esta lucha en la región, donde se mantiene una media que, si bien siempre excesiva, aguanta el tipo en comparación con otras comunidades.
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-Uno de los grandes cambios este 25-N pasa por el hecho de que la extrema derecha es ya la tercera fuerza política en el Congreso.
-No es una buena noticia, es muy preocupante y muy triste. Los planteamientos que tienen suponen un retroceso que me recuerda a la posguerra. Con respecto a las mujeres es un negacionismo absoluto de la realidad que nos avasalla, una cantidad tremenda de mujeres asesinadas a las que hay que sumar otros tipos de violencia que, aunque no se traduzcan en un resultado final de muerte, son muy preocupantes.
-Muchos entienden el crecimiento en votos de Vox como una consecuencia directa de la repetición electoral.
-El partido menos interesado en una repetición electoral era el PSOE. Lo que ocurre es que en este país tenemos una memoria de pez. No olvidemos que Ciudadanos se negó a ir a las reuniones en Moncloa, mientras que los partidos de izquierdas pusieron una serie de exigencias que era difícil asumir sin desestabilizar el Estado. Desde luego yo me niego a admitir que el PSOE es el causante del ascenso de la extrema derecha. Es un movimiento que goza de un acogimiento tácito y expreso por parte de los otros dos partidos de la derecha. El amparo que le están dando PP y Ciudadanos es lo que está propiciando que se vayan reforzando.
-En materia de violencia de género, ¿cómo valora la situación en Asturias?
-Con carácter general, el avance es importantísimo, pero mientras siga habiendo víctimas, eso quiere decir que algo nos está fallando. La semana pasada EL COMERCIO publicaba una entrevista con Nuria Varela, directora general de Igualdad, en la que decía una cosa que yo comparto: los niños no nacen violentos. Si a los 15 años se empieza a despertar ese tipo de violencia quiere decir que algo ha fallado en el proceso de formación. La educación hace un papel fundamental y yo creo que se está incidiendo mucho sobre ello, tanto desde el ministerio como desde las consejerías, para incluir en la etapa escolar una serie de medidas de concienciación.
-En esa entrevista que menciona, la directora general se centraba mucho en la parte previa pero entraba menos a valorar la parte final, la que involucra a las víctimas. Las casas de acogida están desbordadas, por ejemplo.
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-Ahí tenemos un problema que se llama presupuestos. Los que Pedro Sánchez contemplaba para 2019 recogían un incremento de las partidas relativas a tomar medidas para luchar contra la violencia de género. Es dinero que se ha quedado en las arcas del Estado porque los presupuestos no se aprobaron. La gente no tiene por qué saberlo, pero que unos presupuestos no se aprueben tiene un gran alcance. Las casas de acogidas siguen ahí, pero en vez de haber 50 personas hay 40. Los presupuestos son fundamentales.
-Es decir, que en los próximos presupuestos del Gobierno central se reforzarán este tipo de instituciones.
-Por supuesto. Forma parte del ideario socialista. No es moda, es convicción. Las mujeres en el PSOE no están puestas en los cargos por adorno, sino por reconocimiento de la valía.
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-Otra forma de violencia machista reside en la discriminación laboral por razón del sexo. ¿Se ha sentido usted discriminada en alguna ocasión?
-Sí, muchas veces. Es más, fíjese como será que hasta que no se pusieron en marcha todas estas medidas, no me había dado cuenta. Somos parte de una generación en la que ir por la calle y que un tío te dijera una burrada formaba parte de tu vida ordinaria.
-¿Cree que seguimos viviendo en una sociedad machista?
-Por supuesto que sí. Todavía hay generaciones que en su origen no recibieron una formación totalmente igualitaria. Sin embargo, en las nuevas generaciones hay un cambio radical. Por ejemplo, en mi época los padres no llevaban a los niños. Ahora a mí me admira ver que un hombre va solo por la calle con sus niños. Fíjese que tremendo. Falta mucho, pero estamos en buen camino.
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-En lo que llevamos de año 50 casos de violencia de género han estado en una situación de riesgo extrema. ¿Hasta qué punto está fallando la protección a las víctimas?
-Es muy difícil controlar a una persona en todo momento. El nivel de riesgo que arroja un caso es producto de las circunstancias del caso. Si me pregunta si esas 50 mujeres están atendidas, le garantizo que casi al 100% lo están. El hecho de que estén en un nivel de riesgo extremo, activa el dispositivo policial y habilita más medidas. Un nivel de riesgo extremo, hasta que el autor está detenido y controlado, tiene atención garantizada.
-¿Qué hace falta, entonces, para mejorarla?
-Mejorar en todos los instrumentos que ya están sobre la mesa. En este sentido quiero resaltar la labor fundamental de las fuerzas y cuerpos de seguridad, tanto su disposición a trabajar en esta materia, como su actitud positiva y su eficacia. Creo que son uno de los elementos fundamentales de que esta lucha tenga éxito.
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-No obstante, para llegar a ese riesgo extremo que mencionábamos ha tenido que haber una ascensión gradual. Algo falla si el riesgo ha continuado creciendo.
-Sí, pero el instrumento para medir el nivel de riesgo es una máquina que se nutre de las valoraciones que realiza la Policía. Las circunstancias que hacen que un caso incremente su riesgo son muy variadas, no necesariamente precisan violencia física. El nivel de riesgo extremo no es tan alarmante como para saber que va a pasar algo. Respecto a la atención judicial hemos ganado mucho y en la medida en que los jueces que ocupan los juzgados en los que se juzga y se pena la violencia de género estén especializados, se mejorará más.
-Varios colectivos demandaban más formación.
-Es necesaria y era otra de las dotaciones presupuestarias previstas en materia de violencia de género. Hay que incrementar la formación de jueces y fiscales para que tengan una especialización más detallada de la que pueden tener ahora.
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-Llama la atención que en hasta doce de los casos de violencia de género registrados, la víctima es menor de edad.
-Sí. La juventud sigue recibiendo muchos mensajes de violencia. Incluso los dibujos animados tienen una carga violenta grande. En la adolescencia, cuando empiezan a aflorar los celos, las relaciones no correspondidas... se acaba canalizando esa violencia.
-¿Hasta qué punto afectan en este sentido las redes sociales?
-Muchísimo. Es la mayor fuente de comunicación de la gente joven. Es uno de los primeros aspectos que hay que abordar. El Estado tiene un Plan director para la convivencia en el ámbito educativo que lleva años implantado y entre cuyas actividades está también informar a los estudiantes sobre los riesgos de internet en materia de violencia. Es un ámbito muy difícil de controlar.
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-Un caso concreto, el crimen de Sheila Barrero. ¿Cree que podría tratarse de un caso de violencia de género?
-Bueno, yo ya dije lo que dije en su momento. Puedo tener mis intuiciones, pero hasta que no lo califique un juez o un fiscal yo no soy quien para valorarlo. De momento, las pruebas han hecho que el órgano judicial que llevaba el asunto reabriese el caso. Lo que está claro es que una mujer murió asesinada en un paraje desierto hace 15 años.
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