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MARÍA BÁSCONES
Lunes, 26 de marzo 2018
Son días de fervor religioso, tradición, e incluso, de rescoldos paganos de fuerte empuje. La Semana Santa admite muchas interpretaciones, no siempre entendidas, pero que tienen cabida en una fiesta en la que los sentimientos de distinta índole se entremezclan al abrigo de unas escenas callejeras a las que, en Gijón, parece que les cuesta echar raíces. «El problema es la difusión, no sabemos llegar. En Gijón no cuaja por ese pudor a participar en algo así, tienen miedo a que se les identifique con esto». Juan Antonio Rodríguez es el Hermano Mayor de la Hermandad de la Santa Vera Cruz, la más antigua de las tres que existen en la villa de Jovellanos, que cuenta con cerca de 200 cofrades desde los 2 años hasta los 88. Hace veinte años que es miembro de la cofradía y asegura que ha sufrido altibajos porque «la supervivencia es difícil», tanto por falta de tradición como por las «trabas» desde las instituciones, ya que cada detalle se sufraga «con las aportaciones de los hermanos». Somos «todos para todo», resume.
Andrés Lorenzo, Vicehermano Mayor de la misma Hermandad, integrante de ésta desde hace once años y, junto a Juan Antonio, miembro de la Junta Mayor de Hermandades y Cofradías, asiente con la cabeza mientras añade que, a pesar de todo, «cada año hay más público» viendo las procesiones. Lorenzo invita a la ciudadanía a «ver el proceso desde dentro» y pronostica que la solución para calar en el público es «normalizar y eliminar prejuicios». Afirma que la gente les comenta que su organización «da la impresión de ser algo cerrado» pero, una vez que lo conocen, «repiten e incluso se quedan». Rodríguez recuerda así una anécdota con la que pretende ilustrar, desde su punto de vista, la manera en que la ciudadanía ve a los miembros activos de la Semana Santa gijonesa. Un matrimonio de floristas decidió, «con reservas», colaborar un año con ellos y, tras la experiencia, ambos se hicieron cofrades. «Estamos muy sorprendidos, sois gente normal», les reconocieron.
Tanto Juan como Andrés viven la Semana Santa desde la fe, «aunque no nos ponemos a llorar como en Andalucía» si el tiempo les juega una mala pasada. Admiten que existen otras maneras de vivirla, y las defienden, junto a una idea que supondría «un atractivo más» para Gijón. «La Semana Santa sería un negocio cojonudo» asevera el primero. «Villaviciosa y Luarca están llenos de gente, que se olviden de la religión y miren lo económico», haciendo así un llamamiento a las autoridades municipales.
Patricia Menéndez se estrena este año como jefa de porteadoras en la Hermandad de la Santa Vera Cruz y está «muy nerviosa». Del barrio de Cimavilla «de toda la vida», presume de que su hija Valeria es la integrante más joven de la cofradía, «desde los once días de vida». «Ella no pregunta el por qué, pero reconoce los pasos». Patricia ha actuado con la pequeña «igual que mi abuela lo hacía conmigo», ya que, en su caso, la emoción que siente participando de la Semana Santa fue transmitida en el seno de su familia. «Voy debajo del paso muchas veces pensando en mis cosas, pero hay otras veces que me acuerdo de mi abuela y mi padre, y pienso, si me viesen…». Ella puja «La Vero», un paso que «siempre fue llevado por mujeres» y comparte con Juan y Andrés que el problema de que la celebración de estas fechas no esté más extendida en Gijón radica en que «aquí solo se relaciona con la religión».
Patricia reivindica el sentimiento de pertenencia a un grupo en el que la «mayoría nos conocemos del barrio de toda la vida» y la unión que se genera a lo largo de todo el año. «Una hermandad es una hermandad, no estamos orando todo el día, la mayoría de las veces quedamos para tomar algo, comer o cenar», y concluye con una firme convicción que no deja lugar a dudas acerca de la normalidad de los encapuchados que tantas reacciones despiertan: «Igual de devotos de la Semana Santa, lo somos del Sporting, y sufridores».
Andrés Lorenzo apuntaba también la idea de «combinar Gijón y León» en Semana Santa para atraer a visitantes y autóctonos a disfrutar de estas fiestas, además de afirmar que «la parte pagana también interesa», económicamente hablando.
La ciudad de la comunidad vecina puede presumir de tener una ocupación hotelera del 100% en estas fechas y no sólo por sus tradicionales procesiones. Las noches del Jueves Santo, a las que muchos asturianos se unen para participar en la procesión del Entierro del pícaro más laureado de León, aporta su grano de arena a esta realidad. La Cofradía de Nuestro Padre Genarín, que cuenta con casi 90 años de vida y 150 miembros, se convierte en una riada de «20.000 a 30.000 personas, dependiendo del tiempo», portando el paso de aquel borracho, y pellejero de profesión, que murió atropellado en 1929 por el primer camión de la basura que hubo en León, seguido de cerca por 'La Moncha', la prostituta que Genaro frecuentaba y la persona que se encontró con el cadáver de la víctima a los pies de la muralla.
Maxi Barthe, abad de la cofradía, aporta estos datos y reconoce que la Semana Santa leonesa «es una fiesta constante en la calle», al tiempo que explica que la procesión de Genarín «da un plus a la ciudad» «Surge de la tristeza del Jueves Santo», añade. Según él, la Semana Santa es «una mezcla de tradición, devoción y distintos ambientes».
Religión, tradición, herencia, pertenencia a otra ‘familia’ además de la impuesta, e incluso demostraciones paganas, tienen cabida en una celebración que a muchos les sigue costando definir con exactitud pero, al fin y al cabo, quizás no haga falta ni siquiera hacerlo mientras pueda aglutinar cada personal punto de vista.
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Iker Elduayen y Amaia Oficialdegui
Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui
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