Ola de calor
La sartén de Asturias: «Fue como el desierto, no se podía estar ni en casa»Ola de calor
La sartén de Asturias: «Fue como el desierto, no se podía estar ni en casa»Carlos Bernal
Jueves, 10 de agosto 2023, 01:41
Un viento cálido procedente de África se instaló ayer en el suroccidente: la sartén de Asturias en esta ola de calor que, en principio, termina hoy. El termómetro no dejó de escalar, llegando hasta casi los 40 grados a las tres de ... la tarde y por encima de los 30 hasta la noche.
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La Aemet ya había puesto en sobreaviso a la población, anunciando alerta naranja en toda la comarca y prediciendo un índice de radiación ultravioleta máximo en condiciones de cielo despejado. La Consejería de Fomento, Cooperación Local y Prevención de Incendios del Principado colocó al suroccidente en riesgo de incendio extremo y Sanidad puso activó la alerta por altas temperaturas.
Siguiendo los consejos que los resposnables dieron para protegerse del sol y el calor, los ciudadanos del suroccidente adaptaron ayer su día a la situación. En Ibias, vecinos de todo el concejo esperaban desde las nueve de la mañana a que abriese la piscina municipal de San Antolín, para pasar la jorna bajo la sombrilla y cerca del agua. «Vengo de Linares, este viento parece del desierto, no se puede estar ni en casa, pero aquí en la piscina se está de maravilla», aseguraba Josefa Gómez.
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Muchos vecinos de Cangas del Narcea, así como turistas hospedados en el concejo, recurrieron a la misma fórmula, en este caso acudiendo a la presa del Prao del Molín. «Venimos de Zaragoza y Murcia, hoy hemos preferido hacer un picnic y estar junto al agua porque no se puede hacer senderismo», explicaba Andrés Martínez junto a su familia y amigos, que alternaban el baño con una empanada y un dulce de panaderías Manín. «Hoy no nos movemos de la presa, es el único sitio donde se puede estar de Cangas», decía, sumergida en las aguas del río Luiña, la pandilla de adolescentes cangueses que formaban Idahira Acero, Aitor Menéndez, Lidia Sahuquillo y el madrileño Saúl Rodríguez.
Los más pequeños de Cangas, reunidos en las colonias urbanas que organiza su Ayuntamiento, pasaron la mañana jugando en el Museo del Vino, al refugio del sol. «Llevamos gorra, y agua y crema en la mochila», aseguraban Carla Conde y Lucas Álvarez, de ocho años. Sin embargo, los veteranos cangueses preferieron los establecimientos acondicionados de la villa para resguardarse del intenso calor. «Esta temperatura no es típica de aquí, ya solo quedan dos estaciones en Cangas, la del invierno y la del Alsa, para marcharse a la playa», decía con ironía José Manuel Álvarez a sus amigos Ángel Amago y Avelino Rodríguez, que disfrutaban de una cerveza helada en la terraza del hotel El Molinón, estratégicamente colocada en un callejón por donde corrían ráfagas de un viento algo más fresco del que ayer azotó al suroccidente.
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