Bien sabe Ángeles Flórez Peón que para avanzar es necesario mirar atrás. En su caso, ese atrás es muy largo. Porque 'Maricuela' es sin lugar a dudas un icono vivo de la memoria, en mayúsculas. Esta asturiana nacida en Blimea en el año 1918 atesora ... miles y miles de vivencias, algunas terriblemente dolorosas, pero que la han convertido en lo que es: un emblema de la resistencia, que siempre ha tenido el progreso como objetivo fundamental. A sus 104 años, esta socialista incombustible es, de hecho, la única miliciana que sigue viva.
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Hablar de 'Maricuela' es hablar de toda una generación, de todas esas mujeres que fueron silenciadas. Que supieron lo que es estar coartadas de libertad, entre rejas, aquellas que nunca renunciaron a sus ideales pese a tener el viento en contra, que conocieron el exilio, que trabajaron por una unión que guiara hacia la libertad y la democracia. Cada arruga que se marca en la piel de esta mujer centenaria es una lección de vida, un capítulo de historia. La siguiente página a escribir de esta protagonista indiscutible llega en forma de homenaje por quién es. El que le brinda el Gobierno del Principado al conceder, por su compromiso político, a Ángeles Flórez Peón 'Maricuela' el título de Hija Predilecta.
Su voz sigue sonando dulce a pesar de haber tenido que pasar los tragos más duros. Tras sobrevivir a las convulsiones de España y sin perder la sonrisa de una cara amiga, 'Maricuela' mantiene la energía en su defensa de la igualdad y la justicia social, siempre con la humildad por bandera. Porque como ella misma dice, habla como una más, por quienes ya no están para contarlo y porque «hay que defender aquello por lo que luchamos toda la vida. No quiero un mundo de miseria como el que yo viví».
Esta socialista de pro, pequeña de estatura, pero enorme en entrega, lleva mucho a sus espaldas. Desde la cuna. Llegó al mundo cuando este sufría la gripe del 18. La superó sin saber que un siglo más tarde tendría que enfrentarse a otra pandemia mundial llamada coronavirus, y que a ésta también se sobrepondría. En aquella época, con sus padres separados, y con tan solo nueve añitos, 'Maricuela' se puso a trabajar fregando suelos. El primer golpe le llegaría a los 16, con la muerte de su hermano mayor Antonio. Fue durante la represión de la huelga revolucionaria de octubre de 1934, en Carbayín. Semejante mazazo la llevó a afiliarse a las Juventudes Socialistas y, a los 17 años, se unió como voluntaria para ir al frente en el bando republicano. Jamás tuvo entre sus manos un fusil, pero estuvo en primera línea y, ayudando en la cocina, se jugaba el pellejo para acercar a sus compañeros de las trincheras algo que llevarse a la boca y mantenerse todo lo fuertes posible en la lucha que se libraba en Oviedo. También pasó a cumplir labores de enfermera en un hospital de campaña en Gijón.
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Ella, rebelde con causa, fue detenida y encarcelada. Pasó por un Consejo de Guerra en el que recibió, en 1938, una condena de quince años de prisión, que al final acabaron rebajados a nueve. Conoció varios penales, entre ellos el guipuzcoano de Saturrarán. Allí vivió y sufrió junto a otras jóvenes compañeras, que en el aislamiento acabaron convirtiéndose en familia. Puso un pie fuera en el 41, eso sí con libertad vigilada, y vivió un tiempo en tierras vascas, hasta que regresó a la tierrina para asentarse entre Oviedo y El Entrego.
Cinco años más tarde contrajo matrimonio con Graciano Rozada, que participó en la reorganización del PSOE y UGT de Asturias. Para evitar la represión, acabó exiliándose a Francia. También perseguida, y tras pasar 16 días escondida en Baracaldo, 'Maricuela' le siguió con la hija de ambos. A la huida le sucedieron 57 años de vida en el extranjero y el mote de 'Maricuela' -que asumió desde los 17 porque así se llamaba el personaje que interpretaba en la obra 'Arriba los pobres del mundo' justo cuando estalló la Guerra Civil- bien lejos. Allí en la república gala echó raíces y en el 60 puso de nuevo rumbo a Asturias para visitar a la familia. No le fue fácil: fue detenida en la frontera, aunque le permitieron continuar para regresar después al país vecino. Con la pérdida de su esposo en 2003 llegó el turno de volver al hogar, a su querida Asturias, y fijó su residencia en Gijón. Hasta la fecha.
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Portavoz de una generación disconforme, Ángeles Flórez jamás ha abandonado su carácter revolucionario y mucho menos sus ideas. De hecho, todo lo contrario. Desde casa y en Facebook continúa su lucha por la libertad que defiende, compartiendo sus vivencias para que las futuras generaciones conozcan una historia que no quiere que se repita y mira con orgullo la lucha feminista actual. Eterna 'Maricuela'.
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