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«No es fácil ser adolescente en esta época». Con esta consideración, Paula Laita, presidenta de la Sociedad Española de Psiquiatría y Psicoterapia de Niños y Adolescentes (SEPYPNA), trataba ayer de explicar por qué han aumentado los problemas de salud mental en la población infanto-juvenil. No oculta que los profesionales están «muy preocupados». Ni que hay situaciones que «nos sobrepasan», porque «no es fácil encontrar soluciones»; son muchos los factores implicados; y los síntomas se están anticipando con el impacto que eso supone: «Empezamos a ver niños de 10 y de 11 años con autolesiones».
Una situación que especialistas de toda España analizaron ayer en el XXXVI Congreso Nacional de SEPYPNA, que se celebra en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). «Durante la pandemia, todos nos vimos afectados por una situación traumática: los niños y adolescentes, y las personas que tenemos que cuidarlos, protegerlos y ayudarlos a digerir lo traumático. Por eso fue particularmente grave», expuso la doctora Laita. Las secuelas emocionales de la crisis sanitaria del coronavirus se suman a «las nuevas situaciones potencialmente traumáticas de la sociedad actual, que dificultan el desarrollo y la crianza, han cambiado la forma de relacionarnos...».
Todo ello contribuye, según la presidenta de SEPYPNA, a generar incertidumbres cuando los jóvenes lo que necesitan es seguridad. «El malestar y lo traumático en la infancia y la adolescencia siempre ha estado presente, pero quizá ahora se muestra de una manera más visible», precisa. La cuestión es que, en los últimos cinco años, «la evidencia habla de un aumento grande de los problemas de salud mental» en este grupo etario, fundamentalmente «trastornos de alimentación y que tienen que ver con la identidad y la imagen corporal, incluyendo las autolesiones. Una sintomatología que se ha incrementado de una forma muy significativa». En este contexto, «las redes sociales, la verdad, no ayudan nada», al propiciar «los procesos de identificación entre iguales» en los casos de lesión autolítica.
Durante la pandemia, «la relación con la muerte y la enfermedad, la angustia, los problemas económicos o el contexto de encierro actuaron como detonantes de los problemas de salud mental que nos llegan ahora a las consultas. Pero dejó otra secuela: la explosión del uso de las redes sociales entre los jóvenes», señala Paula Laita. También dejó una mayor concienciación social, que esta psiquiatra espera que se traduzca en «mayor inversión, más educación y más prevención, porque todavía queda mucho por hacer» en materia de salud mental.
Los expertos sostienen que «gestionar los límites es clave», del mismo modo que se debe promover el diálogo con los adolescentes «poniéndonos en la piel de los adolescentes» y ser muy conscientes de que las redes sociales «no ayudan» en un momento en el que los problemas de salud mental en la población infanto-juvenil van en aumento. No obstante, los psiquiatras advierten que no hay fórmulas magistrales, porque cada caso y cada familia «es un mundo». Proponen, además, trabajar de forma multidisciplinar y coordinada con el ámbito educativo y el sistema sanitario, en el que la Atención Primaria se perfila como determinante en el diagnóstico precoz.
Y en lo que se refiere a la prevención hizo especial hincapié, porque «nos llega patología que ya ves que va a ser crónica, pero también hay muchos casos en los que una intervención a tiempo y un trabajo integral con la familia previene la evolución hacia un trastorno mental futuro». Por tanto, «la prevención es algo fundamental cuando trabajas con niños y adolescentes». ¿Y qué pueden hacer los padres¿ «Es la eterna pregunta que escuchamos en las consultas» y ante la que la doctora Laita recomienda «diálogo y mirada del proceso adolescente desde la comprensión».
Precisa que cada joven y cada familia «es un mundo», por tanto, no hay soluciones estándar. Pero «la educación, el diálogo desde una posición de escucha, hablar sin miedo de las cosas que les preocupan y gestionar los límites son claves». Se trata, en definitiva, «de ponernos en su piel, siendo flexibles, pero también intransigentes ante determinadas cosas». Y apostilla: «Se que es fácil decirlo, que cada uno es padre como buenamente puede. Pero promover el diálogo es importante».
A la inauguración oficial del Congreso asistieron, entre otros, el director general de Salud Mental, Ángel López; el subdirector de Atención Sanitaria del área IV, Alberto Fernández León; la director del Área de Gestión Clínica de Psiquiatría del HUCA, Beatriz Camporro; y la responsable de su Unidad de Hospitalización Psiquiátrica Infanto-Juvenil, Elisa Seijo.
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