RAMÓN MUÑIZ
GIJÓN.
Lunes, 8 de febrero 2021, 01:10
El 'caso Renedo' describe una trama de corrupción que operó en el Principado hasta 2011 y sobre la que los jueces tardaron nueve años más en dictar una sentencia determinando las penas de cárcel. Tanto fue el tiempo pasado que al final mandaron a ... prisión a siete personas, tres de ellas en edad de jubilación. Es el caso de José Luis Iglesias Riopedre (81 años), María Jesús Otero (76) y Víctor Manuel Muñiz (72).
Publicidad
Ella optó por poner tierra de por medio y cumplir la sentencia en la cárcel de Zaballa (Álava). Una vez superada una cuarta parte de la pena impuesta demostró que no existe riesgo de reincidir, presenta problemas de salud y tiene un familiar del que cuidar. Por ello la junta de tratamiento e Instituciones Penitenciarias acordaron su progresión a tercer grado y le permiten cumplir lo que le queda de condena en casa, controlada telemáticamente con una pulsera.
Iglesias Riopedre en cambio ingresó en la cárcel asturiana, institución cuya junta de tratamiento aprobó por tres veces su pase a tercer grado. En dos revocó la medida el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria, a instancias de la Fiscalía. El exconsejero de Educación ha sido reconocido en los últimos meses por médicos de la prisión y forenses que confirman su progresivo deterioro físico. Aprecian riesgo de que sufra «muerte súbita», y estiman su esperanza de vida entre los seis meses y los cinco años.
Es una evolución a la que ponen voz quienes han estado en contacto con él en los últimos años. Es el caso de Luz Verde y Carmen Sierra, trabajadoras sociales que pudieron verle poco antes de ingresar en prisión y habló por teléfono con él la semana pasada, cuando tuvo un permiso acumulado de doce días. «Estoy mal, la enfermedad avanza rápido», les manifestó. «Su voz es apagada, casi inaudible, con dificultad para hacer frases, le faltan las palabras y la capacidad para articularlas», relatan. Según su impresión esas señales «denotan ansiedad, depresión y deterioro cognitivo».
Publicidad
El reo les transmitió que «no puede hacer la estricta dieta alimenticia adecuada a su diabetes y demás enfermedades que padece», explican. «No encuentra consuelo posible para el enorme dolor y padecimiento que esta situación le provoca a él y a su familia», señalan estas amigas de Iglesias Riopedre desde 1973.
Un año antes le conoció Julio Bruno, médico y exdirector general del Principado. Habló con él hace unas semanas, tras ser atendido el reo en el HUCA. «Observé una persona con voz debilitada, apenas perceptible, propia de un anciano castigado por la enfermedad», describe. «Las penas de privación de libertad no deben ser condenas a la esperanza de vida», considera.
Publicidad
Su firma y la de otros 90 médicos de varias especialidades respalda un escrito interesando la excarcelación en el que «no cuestionamos los delitos, sino el modo de aplicación de la condena». Recuerda que «está acreditado el riesgo de muerte súbita y el estrés del confinamiento resulta un factor clave de su mala evolución vital».
Para los firmantes del comunicado, «basados en las evidencias clínicas y de salud que hemos conocido, sería de difícil comprensión y notable alarma omitir esta petición».
Con «gran preocupación» vive la evolución del reo Laura González, también exconsejera del Principado por parte de Izquierda Unida. La también ex europarlamentaria ve «incomprensible» la situación cuando «hay llamativos precedentes en los últimos tiempos de una clemencia quizás más discutible. Me vienen a la memoria algunos nombres como Eduardo Zaplana, Julián Muñoz, Urdangarín...». González es clara: «¿En qué puede volver a delinquir o a dónde puede huir una persona de 81 años, muy enferma y con sus bienes embargados?».
Publicidad
El historiador José Uría Ríos es de los que pudieron cruzar unas palabras con su amigo. «Solo pude saludarlo unos momentos, pues dado su estado, es muy duro para él esforzarse por hablar», confía, enfadado: «Ni en las películas carcelarias más naturalistas se puede ver a un anciano enfermo sometido a tal situación».
Inés Illán, profesora jubilada de la Universidad de Oviedo, también llamó por teléfono y percibió esa «dificultad del habla» y un decaimiento en el que solo ver a quienes piden su salida «le impide perder la esperanza en el ser humano».
Publicidad
3 meses por solo 1€/mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.