MARCO MENÉNDEZ / EUGENIA
Jueves, 30 de julio 2020, 14:35
Los Reyes se quedaron absortos durante unos segundos antes las espectaculares vistas del mar Cantábrico y de la ciudad de Gijón que ofrece el cerro de Santa Catalina, donde pudieron recorrer de la mano del director de la Fundación Municipal de ... Cultura, Miguel Barrero, y el resto de autoridades la exposición dedicada al 'Elogio del horizonte', la enorme escultura que Eduardo Chillida ideó para ese emplazamiento. Una construcción de hormigón que abraza al visitante desde la atalaya que se eleva sobre las olas y que permite disfrutar de la inmensidad del mar y del rumor de las olas. Durante su recorrido por ese enclave, los Reyes pudieron charlar unos momentos con una representación del personal sanitario del Hospital de Cabueñes, uno de los que, en Asturias, lucharon contra el coronavirus en los momentos más complicados. Después también pasaron revista a los representantes de las secciones del Grupo Covadonga, con María López, olímpica de hockey del grupo, y el piragüista Saúl Craviotto como embajadores, además del presidente del club deportivo, Antonio Corripio.
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Marco Menéndez EL COMERCIO
Juan Carlos Tuero / arnaldo García
En el Campo Valdés esperaba la llegada de la comitiva real cerca de un centenar de personas, que recibieron con aplausos la llegada de Sus Majestades a las 13.30 horas. «Saludó ella primero y luego él, desde el coche», decía ilusionada la gijonesa Nati Corbeira, quien recordaba cómo «hace muchos años» vio a don Juan Carlos y doña Sofía durante una visita a Gijón. En esta ocasión «iban todos con las ventanillas bajadas, salvo ellos dos». «Fueron encantadores», aseguró. Pero, lamentó, no faltó quien al paso de la comitiva real gritó «viva la República».
Algo más arriba, en la Avenida de la Salle, a la altura del Club de Regatas, esperaba desde la una de la tarde una treintena de personas que, aunque sabía que era difícil tener contacto con los Reyes, confiaba, al menos, en poder intuir su saludo desde el interior del coche. Es el caso de Flor Muñoz, vecina de Cimavilla, que recordaba la última vez que había visto a Su Majestad el Rey cenando en el Club de Regatas cuando aún era Príncipe. «Entonces fue muy agradable y muy simpático hoy venimos sin esperanza de acercarnos porque no nos dejan subir al Cerro, pero queremos al menos saludar y estamos encantados». Vieron colmados sus deseos cuando ambos saludaron desde el interior del coche en su camino hacia el Elogio del Horizonte. Tras el acto, los Reyes se trasladaron a Deva, donde disfrutarán de una comida en el restaurante La Quinta del Ynfanzón.
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