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PABLO A. MARÍN ESTRADA
CARAVIA.
Viernes, 29 de julio 2022
«Unas todoterreno», así se definen Amaia Otamendi e Irati Macaya, navarras de Larraga, mientras acometen dos señores bocadillos de jamón en el área recreativa de La Espasa (Caravia). Es mediodía y se los tienen merecidos. Acaban de descender del Picu Pienzu y aguardan el ... momento de darse un chapuzón en un mar calmo como un plato. «Hemos venido a Asturias a 'hacer' monte y playa. Nos encantan las dos cosas. Aquí está muy cerca lo uno de lo otro, así que lo estamos pasando genial», afirman, señalando los riscos del Sueve y las olas perezosas que se arrastran hasta la orilla para dejarse querer por los bañistas. «El Picu ha sido un descubrimiento, no teníamos referencias y lo hemos subido por recomendación de la chica del hostal de Cangas de Onís, donde estamos. Hemos madrugado un poco y aquí estamos. Nos habló de esta playa un chico asturiano que nos hemos encontrado arriba. Hay unas vistas espectaculares desde allí. Un monte bonito de verdad, cañero, como nos gusta, pero muy guay», expresan.
Las energías gastadas en la ascensión al Pienzu van recobrándose a la misma velocidad con la que dan cuenta de los bocatas. Otamendi, diseñadora gráfica y Macaya, investigadora sobre el cáncer de pulmón en la Universidad Pública de Navarra, vuelven a subrayar su propensión al ocio 'todoterreno' en escapadas como la que estos días gozan en nuestra región: «Lo nuestro es el deporte, la actividad, no nos va nada eso de tirarnos a tomar el sol», aseguran. Desde su llegada a Cangas de Onís el pasado domingo, relatan que han hecho barranquismo, han bajado el Sella en canoa y se han tirado al monte todas las veces que han podido. «También hemos estado en los Lagos y hemos hecho allí una rutilla. Lo que nos ha sorprendido ha sido ver a gente por el camino en chancletas y ropa de playa, a pesar de que arriba había niebla y sirimiri. No parecían muy preparados para andar por la montaña. Ha sido nuestra única concesión a lo más turístico, porque irnos al Cares o sitios así, la verdad es que no nos atraía nada», revelan.
Aunque no es la primera vez que ambas visitan Asturias, sus anteriores estancias las evocan en épocas demasiado lejanas: «Yo había estado de cría con mis padres, tengo algún recuerdo de Covadonga», apunta Irati y Amaia rememora «haber andado de jovencita por Llanes y Gulpiyuri». Ahora les ha llamado la atención «que el tiempo es bastante cambiante, aunque la temperatura está bien, la ideal para las actividades que nos gustan». En otros capítulos más puramente lúdicos desvelan que apenas han tenido ocasión de sumergirse en ellos: «Fiestas es que no hemos podido, terminamos cada día tan cansadas que no es plan. Eso sí, hemos salido en Cangas, hay muy buen ambientillo y buena sidra. No es tan ácida como la que tenemos en nuestra tierra, es más suave y está muy rica. También los quesos, tantos que te pierdes». Montañeras federadas y habituadas al Pirineo navarro, defienden salir de ruta a las alturas «preparadas y conociendo las previsiones meteorológicas». Aluden a una serie de noticias que han leído estos días en Asturias y bromean sobre las imprudencias de ciertos excursionistas: «¿Perdernos? Nunca nos ha sucedido. A nosotras, antes que en el monte, seguramente nos tendrían que rescatar de una sidrería», zanjan entre risas.
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