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A diferencia de lo que ocurre en los pasillos (sin estudiantes, salvo para las prácticas de laboratorio), el despacho del catedrático de Química-Física Santiago García Granda rezuma vida. Una vida repleta de recuerdos de los45 años que han pasado desde que entró como ... estudiante en la Facultad de Química. En sus paredes, cuelgan un cartel de la Universidad de Nimega (Holanda), donde hizo el postdoctorado; otro del Día de la Ciencia de la Universidad de Oviedo de 2011, de su etapa como vicerrector de Investigación (2008-2012); credenciales de asistencia a decenas de congresos, libros, algún recorte de prensa y, en el centro de una mesa auxiliar, una flor de Pascua que le regaló su equipo de comunicación hace un año siendo rector y resiste el paso del tiempo.
A ese despacho ha vuelto esta semana el hasta ahora responsable de la institución académica después de que el catedrático de Derecho Constitucional, Ignacio Villaverde, ganara las elecciones a rector el 12 de febrero.
Tras esos «cinco minutos de decepción» que, según confesó, no pudo ocultar tras conocer el resultado, regresa al despacho con «la misma ilusión» con la que se fue en 2016. «Regreso un poco más viejo –ríe–, pero con más experiencia» y «muy adaptado a la nueva situación, viendo sus ventajas, como retomar una actividad investigadora que tenía un poco abandonada por falta de tiempo».
Entre una veintena de cajas apiladas tras dejar el Rectorado, vuelve a la que siente como «su casa». Una «casa» que nunca ha dejado por completo, porque compaginó su cargo de rector con la docencia (desde 2016 imparte la asignatura de Química-Física II en inglés en el primer cuatrimestre) y con la investigación, aunque en este caso su labor se centró más en la supervisión de proyectos.
Granda es responsable con José Rubén García Menéndez de SYSTAM, grupo de investigación acreditado de la Universidad. Trabaja con materiales con propiedades catalíticas que pueden llevar a cabo procesos de descontaminación del aire. Precisamente, una de sus primeras reuniones tenía lugar ayer con José Rubén García, Natalia y Lucía (ambas con contratos Juan de la Cierva) para revisar las líneas de trabajo en un proyecto conjunto con el Instituto del Carbón del CSIC.
Su tiempo ya no estará marcado por la intensa agenda rectoral, pero trabajo no le va a faltar. Por lo pronto, hoy bajará al Rectorado para dar el relevo a Villaverde en la asamblea general de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE), que se desarrollará de forma virtual y pasará el testigo de las dos comisiones sectoriales que presidía, la de Sostenibilidad y Coordinación de la Agena 2030.
«Con CRUE –no obstante– seguiré colaborando en proyectos para captar fondos europeos de recuperación. En concreto, de digitalización de campus y adaptación de edificios para funcionar con un consumo energético mínimo». También, como representante de las universidades, seguirá en el Consejo de Desarrollo Sostenible del Ministerio de Asuntos Sociales y, como miembro del comité ejecutivo de la Unión Internacional de Cristalografía, se volcará en el congreso que se celebrará en agosto en Praga y que será híbrido, virtual y presencial.
La revisión de una investigación sobre Nanomateriales y Estructura Molecular para un número especial de una revista especializada y un nuevo proyecto presentado a una convocatoria nacional junto con el CSIC y la Universidad Pública de Navarra ocupan sus proyectos más inmediatos, además de retomar –sonríe– dentro de las limitaciones, la comida de los viernes con algunos de sus compañeros. Sobre la nueva etapa en la Universidad, confía en que «nada se interrumpa».
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