La Red de Desarrollo Rural pide la gestión zonal del Banco de Tierras para optimizar su uso

La jornada se abrió con la intervención del presidente de Reader y alcalde de Somiedo, Belarmino Fernández, y el vicepresidente del grupo Ese-Entrecabos, el salense Paulino Lorences. Fernández recordó lo hecho, tanto por la red, como por el Principado, señalando como ejemplo que se haya subido la ayuda a la incorporación de jóvenes a la actividad agroganadera «a 100.000 euros», pero acotó que «eso no es suficiente para asentar población», e insistió en que «el mayor problema de nuestra zona rural no es el económico, sino tener gente que venga de las ciudades, del resto del país o del resto del mundo y que aprovechen las oportunidades que hay en ganadería, en turismo o en actividades que ahora sí se pueden hacer en la zona rural y antes eran privativas de la ciudad».

Por su parte, el nuevo gerente de la Red de Desarrollo Rural, Juan Antonio Lázaro, hizo una clarificadora exposición en la que hizo ver, por ejemplo, que la extensión media de una explotación agroganadera en Asturias es de 16 hectáreas, frente a las más de 25 de media nacional, que hay una gran cantidad de terrenos sin uso o con utilizaciones mejorables en función de sus capacidades, y que para que la actividad agroganadera funcione tiene que «deconstruir lo que le dice el mercado. Ver qué precios va a tolerar y actuar en consecuencia. Una buena gestión lo es todo».

Y dejó sentado que, para utilizar de forma tendente al óptimo los terrenos agrarios asturianos hace falta «una base legal clara y ágil» que clarifique la propiedad de las parcelas y ayude a darles el mejor uso, además de «quitar carga fiscal, agilizar la transferencia de terrenos y definir su propiedad con un marco legal claro».

Admitiendo que el Banco de Tierras «tiene un papel secundario», sí que abogó por convertirlo en un instrumento más rápido y con una capacidad de asesoramiento más intensa, para lo que «el Banco de Tierras podría tener una delegación territorial perfecta, los once Grupos de Desarrollo Rural» que componen la red asturiana.

No solo se trata de reactivar terrenos sin uso, sino también de zonificar. Lázaro pidio para ello «mapas agroclimáticos regionales y de calidad agronómica de los suelos, con detalle a la parcela», para optimizar sus usos, así como «una Ley de Protección de los Suelos de Alto Valor Agrológico o de la Superficie Agraria Útil», que oriente la actividad hacia lo más productivo en cada caso, garantizando tanto un relevo generacional «que debe ser como un 'coaching', transmitiendo experiencia», pero también dándole al propietario la garantía de la propiedad de su tierras».

También abogó por, por ejemplo, «aprovecharnos del cambio climático. En otros territorios van a tener un problema de falta de agua que nosotros no tendremos, y aquí vamos a ganar horas de sol que nos faltaban para algunos cultivos de alto valor añadido».