Recuerdos, lágrimas, reivindicación... La entrega de las Medallas de Asturias

Los discursos de los galardonados con la máxima distinción del Principado

E. C.

Sábado, 9 de septiembre 2023, 01:21

«Reivindicamos desde la ciencia y la razón una Asturias académica e ilustrada»

Publicidad

El doctor Luis Fernández-Vega tras recibir la Medalla de Asturias.

No es muy habitual en la historia de las medallas de Asturias que un galardonado haya tenido a alguien en su familia que le precediese en esa misma distinción, pero ese sí ... es el caso del doctor Luis Fernández-Vega Sanz, que ayer recibió su medalla de manos del presidente del Principado y que en su discurso de agradecimiento, breve y conciso, pero lleno de contenido, hizo precisamente referencia a este hecho: «No podría olvidar que mi añorado padre -Luis Fernández-Vega Diego- recibió esta misma medalla en 1996, en reconocimiento a su dedicación profesional y desvelos personales, y de la que siempre se sintió especialmente orgulloso».

Luis Fernández-Vega Sanz, cabeza visible de la cuarta generación de los Fernández-Vega al frente de su clínica oftalmológica, así como presidente de la Fundación Princesa de Asturias entre 2018 y 2023, catedrático de Oftalmología por la Universidad de Oviedo y jefe del servicio de Oftalmología del Hospital Universitario Central de Asturias hasta su jubilación este mismo año, tiene un extenso currículo que por sí mismo bastaría para justificar el galardón. Pero más allá de sus merecimentos personales, dibujó en su discurso los méritos no de una persona en concreto, sino de una saga familiar y de los muchísimos profesionales que han trabajado con los Fernández-Vega a lo largo de los años: «Hoy estoy honrado porque no hay mayor honor en mi tierra que recibir esta medalla, aunque con gran generosidad se haya tenido en cuenta mi amor por ella y la modesta contribución que haya podido hacer a nuestro Principado. Y estoy agradecido porque estoy seguro de que en mí se ha querido destacar la estrecha vinculación con Asturias de cinco generaciones familiares dedicadas a la oftalmología; y también a un equipo profesional que hace posible que, desde Oviedo, seamos una referencia en esta disciplina en España y en otros muchos países».

Se consideró a sí mismo el galardonado «deudor de una saga y de un equipo, pero también del núcleo familiar más próximo, el que formo con mi mujer y mis hijos, nueras y nietos, sin cuyo aliento y continuo respaldo todo me hubiera resultado mucho más difícil». Y, emotivamente, se dirigió directamente a su esposa: «Vicky, sin duda una parte muy importante de esta distinción es tuya».

Publicidad

Pero lejos de considerar la medalla el final de un camino, dijo Luis Fernández-Vega que «debe ser un estímulo para continuar trabajando, para desempeñar cada vez mejor nuestras obligaciones y no defraudar nunca la confianza que en los Fernández-Vega depositan todos los años miles de pacientes», por lo que «siempre intentamos ir un poco más allá en nuestro compromiso con esta región a la que, desde hoy, se nos vincula aún más».

Y ese mayor compromiso es «profesional, por supuesto, pero también ciudadano, a través de la responsabilidad social que ejercemos por medio de nuestras fundaciones, intentando en la medida de lo posible mejorar nuestra sociedad». Estas ideas son «los principios que he procurado que me guiaran siempre, junto a la mayor dedicación y esfuerzo en el ejercicio de mis obligaciones», afirmó.

Publicidad

Consciente de que su papel en la sociedad asturiana va más allá de su tarea médica y docente, concluyó Luis Fernández-Vega reivindicando «nuestro Principado desde la ciencia y la razón, con una apuesta por una Asturias académica e ilustrada, en unos tiempos -añadió con un toque de crítica velada- en los que el sentimiento parece haberse convertido en el único fundamento».

«Consigamos que la alimentación sea un agente de cambio que mueva la economía»

El cocinero José Andrés agradeció la concesión de la medalla a través de un vídeo.

No pudo estar presente en el acto de entrega de Medallas de Asturias para recoger la distinción que se le ha otorgado por su labor humanitaria y emprendedora, pero el chef José Andrés no quiso perder la oportunidad de transmitir su agradecimiento a través de un cariñoso y modesto vídeo en el que desvió el protagonismo de su persona.

Publicidad

«Me hace mucha ilusión, pero quiero que entendáis que no puedo recibir este premio como José Andrés, como una sola persona», expresó, «sino como un grupo de personas maravillosas que han hecho que yo sea lo que soy». Y es que su éxito sólo puede ser si es compartido con World Central Kitchen, la ONG que fundó en 2010 con el objetivo de responder ante los desastres naturales que sacuden el mundo y proveer de comida a los más necesitados.

Formada por «personas que lo arriesgan todo para hacer un plato de comida y transmitir un mensaje de respeto y solidaridad», larealiza una labor que en los últimos catorce años les ha llevado por «huracanes, incendios terremotos y ahora, incluso, en la guerra de Ucrania», señaló. No es tarea fácil, pero más difícil es permanecer impasible ante las desgracias del planeta.

Publicidad

Su compromiso con el prójimo es extensible a su tierra que le vio nacer. «Hay una frase que dice 'dime lo que comes y te diré quien eres'. Bueno, pues no cabe duda de que yo soy asturiano porque me encantan el queso de Cabrales y la sidra», manifestó José Andrés con un desparpajo que sacó una carcajada a unos cuantos de los presentes.

Y, como no podía ser de otra manera, fue precisamente la alimentación el tema que vertebró la parte más importante de su intervención. También la última, por eso que dicen de dejar lo mejor para el final. Consciente de que es la base no sólo para una vida saludable, sino para existir en un entorno de bienestar, pidió a los allí presentes volcar todo el esfuerzo posible para que «consigamos, entre todos, que la alimentación sea un agente de cambio que mueva la economía, sobre todo en las zonas rurales. Que le demos la comida al que la necesita en nuestro país y más allá; y que sea construyendo mesas largas lo que haga que el mundo sea mejor».

Noticia Patrocinada

Antes de desaparecer en un fundido en negro de la pantalla, aprovechó para reafirmar, desde Ucrania, que «me siento querido aunque estemos lejos y llevo a Asturias en el corazón. Viva Asturias», remató.

«Fui consciente de este gran paraíso la primera vez que pisé Covadonga»

María Teresa Álvarez recibe de manos de Barbón la medalla.

María Teresa Álvarez comenzó su discurso de agradecimiento más nerviosa y emocionada de lo que ya estaba y de lo que ella misma esperaba. ¿El motivo? Las palabras que le dirigió el presidente del Principado, Adrián Barbón, en el momento de subir al escenario y que recibió con «una alegría tremenda». «Me ha dicho lo mucho que disfrutaba siendo niño cuando me veía en la televisión», reveló.

Publicidad

Durante toda su vida, María Teresa se ha dedicado a documentar la historia de la mujer y de la cultura, primero a través del periodismo y, más tarde, mediante las trece novelas que ya lleva publicadas, todas ellas dentro del género de la novela histórica y con un claro protagonismo de la figura de la mujer.

Referente para toda una sociedad al convertirse en la primera mujer en presentar el programa regional de Televisión Española en Asturias, Panorama Regional, se ganó el respeto y la admiración de muchas personas, entre ellas el presidente. Por eso recogió la Medalla de Asturias recordando la primera vez que entendió la riqueza que atesora esta tierra: «Asturias es el paraíso y fui consciente cuando pisé por primera vez Covadonga».

Publicidad

Y es que cuando esta candasina descubrió el título con el que sería reconocida, encontrándose en aquel momento en la calle Núñez de Balboa de Madrid, ese escenario «se tornó como por encanto en un precioso verde y frondoso paraje asturiano. Esta es mi referencia vital, la tierra de mis ancestros y el lugar donde se posó por primera vez la mirada de mi corazón. Siento su paisaje y su fisonomía tan míos que me gustaría ser parte de ellos», expresó la periodista.

Fue entonces, en aquel momento de estupor ante una arboleda imaginaria, cuando decidió que al regresar a casa, a su Candás natal, «iría a la Fuente de los Ángeles para compartir con la xana, amiga de mi niñez, la alegría por la distinción que esta tierra me otorgaba. Ella fue conocedora de todas las intimidades y confesiones de la niña tímida que siempre fui».

Publicidad

Con una sensibilidad estremecedora, hilvanó su discurso de tal forma que pudiera concluir agradeciendo haberse encontrado en el camino con tantas personas que la ayudaron a crecer, «tanto a las que me apoyaron como a las que no». Sin olvidarse de dedicar una mención especial, probablemente la más especial de todas, a «mi amiga Marisa, que acaba de irse».

Un camino que no pudo eludir haber recorrido profundamente marcada por Asturias. «El paisaje de esta tierra influyó en mi personalidad», aseguró, emocionada ante el calor de un Auditorio Príncipe Felipe en el que no cabía un alfiler y donde pudo comprobar que su trayectoria, además de ser reconocida con una medalla, permanece en el alma de quienes crecieron con ella.

Publicidad

«Asturias mantiene un sistema de salud que me ha traído viva hasta aquí»

La política Laura González, nada más recoger la distinción.

«Orgullosa de nacer y vivir en este pequeño y precioso país de tan larga historia, con su cultura y su lengua propias», Laura González recibió ayer la Medalla de Asturias rodeada de «amigos y amigas» y, como ya había dicho en muchas ocasiones desde que conoció la noticia, sin estar segura «de merecer la distinción».

Nada más lejos de la realidad, ya que fue la primera mujer en presidir la Junta General del Principado en los años 90, antes de que dimitiera para dar el salto al Parlamento Europeo. Todo empezó con un acto de solidaridad en 1973. Su respaldo a una huelga de trabajadoras de la limpieza en el Hospital San Agustín, de Avilés, fue el germen de su militancia en Comisiones Obreras y el Partido Comunista de Asturias.

Sin saberlo, con aquel gesto plantó una semilla que germinaría en una vida política llena de retos, en la que su primera parada tuvo lugar en el ámbito municipal de Avilés tras la dictadura franquista, donde fue elegida concejala del Ayuntamiento. Tras su paso por el Parlamento asturiano y la política europea, volvió a su tierra natal durante el segundo mandato de Vicente Álvarez Areces, en el que ejerció como consejera de Vivienda y Bienestar Social.

Además de agradecer al presidente del Principado, Adrián Barbón, la consideración de su persona para obtener la máxima distinción institucional de la región, González extendió los agradecimientos a toda la sociedad asturiana, porque «con sus impuestos mantienen un servicio público de salud que no sólo se ha enfrentado a la pandemia con el coraje, el esfuerzo y la dedicación de miles de sanitarios, prueba que superaron con sobresaliente, sino también porque ese mismo sistema me ha traído viva hasta aquí».

Publicidad

Pero fue más allá. También es un lugar, anotó, «en el que no corren peligro los servicios públicos, las políticas de igualdad o la ley de memoria democrática, con la que espero poder encontrar más pronto que tarde a mi abuelo, que está como tantos miles de españoles en una de las cunetas de Asturias». En ese momento, el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo le respondió con un sentido aplauso que sembró de más emoción, si cabe, el acto de entrega de las medallas.

Tampoco se olvidó de aquellos que han compartido con ella sus alegrías y debilidades. Porque «es estupendo vivir cuando te acompañan tu familia y tus amigos y puedes aún disfrutar de lo que más te gusta: la lectura, el cine, el teatro, la música y el mar. Sobre todo el mar», destacó.

Terminó su alocución con un poema de su «querida amiga y compañera», Esther García, llamado 'Los Retratos', que habla precisamente de la memoria, esa misma memoria que clama para su abuelo.

«Tiene que haber un sitio para nuestros idiomas, también el eonaviego»

El filólogo y escritor, celebra su premio.

En perfecto asturiano, el suyo fue el discurso que más emocionó, al evocar una anécdota vivida de crío, una injusticia sentida durante la infancia que le sirvió para reclamar que eso de poner límites a la cultura no vuelva a pasar. No dijo a qué se refería. No hizo falta.

Publicidad

Xosé Lluis García Arias es Medalla de Asturias «por su reconocida trayectoria profesional en el ámbito de la cultura», según la resolución del Boletín Oficial del Principado. Referente en la promoción de la llingua y la identidad asturiana, dijo recibir la distinción «en nombre de tantos compañeros y amigos que dedicaron años a la llingua».

La historia en la que se apoyó la vivió con cinco años. Quería entrar en una biblioteca a leer pero le prohibieron la entrada por ser solo para mayores de seis años. «Acabando de estudiar, con una tesis ya, me hicieron director de un diccionario», una obra que luego acabaría, también reposando en bibliotecas de toda la región. «Fue entonces cuando me acordé de aquella biblioteca» donde no pudo entrar de niño. En aquellos siete tomos por los que peleó hay «toda una vida, la historia resumida de un viejo idioma de un país».

Volviendo a sentirse vetado para entrar en otra estancia cultural, García Arias reclamó al auditorio que «la historia de esa biblioteca no se repita».

«Tiene que haber un sitio para nuestros idiomas, también para el eonaviego», solicitó. Tal cosa «solo se logrará si los hablantes ven un trato digno y a la par igualitario en la necesaria legalidad que les tiene que apoyar», instó.

Natural de Teverga de 1945, catedrático de Dialectología y doctor en Filología Románica por la Universidad de Oviedo, el distinguido es uno de los fundadores de Conceyu Bable y primer presidente de la Academia de la Llingua Asturiana, cargo que ocupó desde 1981 a 2001.

Publicidad

Su primer estudio vuelve a su origen, a esa biblioteca y tierra: 'El habla de Teverga. Sincronía y diacronía' (1974). Apasionado de la naturaleza y de andar sendas en busca de las huellas de la historia, uno de sus más recientes libros, 'Pel Camín de la Mesa' (2022), combina esa pasión con la lingüística para recuperar el relato del paisaje.

A los nombres de la tierra ha dedicado buena parte de sus investigaciones y hoy son referencia en las labores de la administración para recuperar las etimologías originales. Su obra magna, a la que se refirió en el discurso, son esos siete tomos, que superan las 5.000 páginas, y que constituyen el 'Diccionariu etimolóxicu de la Llingua Asturiana'. Espíritu sensible a la literatura y poeta casi secreto, es coautor con Marta Suárez de la versión asturiana de 'El Principín' de Saint-Exupéry. Un personaje sin duda muy cercano a su ser, amigo de la libertad y de la descubrir la verdad que encierran las palabras.

«A esta tierra le debo tanto... Aquí aprendí a leer, escribir y conocer la vida»

Antonio Suárez, agradeciendo al público la distinción.

Encarna una historia de éxito, la de un empresario nacido en Oviedo que siguiendo el amor acabó en México, fundando más de 20 empresas y liderando el holding Grupomar, el mayor emporio pesquero del país azteca. Una posición que le ha valido el sobrenombre de 'rey del atún', del que reniega. Antonio Suárez Gutiérrez es todo eso, pero ayer, sobre todo, se mostró como un hombre agradecido a sus orígenes.

«Como la canción, tengo que dar las gracias a la vida, que me ha dado tanto», principió su intervención. «Agradezco al Señor que quiso que naciera en Asturias, tierra de mis antepasados. Que yo sepa desde el siglo XVI los tengo a todos localizados», rememoró. «Todos en la montaña, en Sobrescobio y Campo Caso», localizó.

Publicidad

Esta es, según describió, una tierra «de contrastes, de nubes, neblina y sol, de bellas playas y montañas impresionantes, de olor a hierba y orbayo. Tierra de hombres y mujeres valientes, de don Pelayo».

Su lista de agradecimientos inevitablemente tuvo en lugar de honor a sus padres, por formarle «en la honestidad y la dedicación al trabajo, como tanta gente del campo de Asturias». De ahí pasó a su familia, «pequeña en número pero grande en amor».

Suárez dijo estar «sintiendo algo maravilloso en el ocaso de mi vida». Refiriéndose a su hija Fernanda, recordó cómo la cuidaba de cría, «para que no se cayera, para que no tropezara, y eso lo hace hoy ella por mí. Eso es maravilloso».

Confiando que le habían pedido que fuera breve, el asturmexicano cumplió, centrando sus palabras en esa experiencia y gratitud que fue desparramando, desde el hogar, hasta la tierra, pasando por el propio auditorio que le aplaudía. «Le doy las gracias a mis dos países, España y México, que los quiero igualmente a uno y al otro. Uno es mi padre y el amor de un padre... El otro es el amor a mi familia, esposa, hija, nietos y a mi obra. Por eso digo viva España y viva México».

Publicidad

Dirigiéndose al presidente del Principado, Adrián Barbón, evocó el día en el que le llamó para preguntarle si estaría dispuesto a aceptar el título de hijo predilecto. «Me acuerdo. Te dije que estaría loco si dijera que no».

No era nuevo en estas líderes. Según recordó, en el año 2000 ya le fue otorgada la Medalla de Asturias, en su categoría de plata, pero lo de ayer era «un nuevo honor», imposible de rechazar. «Es la tierra donde nací, crecí y a la que debo tanto. Aquí aprendí a leer y escribir, a conocer la vida», un equipaje que le orientó para todo lo que vino después, un viaje de ida que tiene también sus vueltas.

En un momento delicado para Armón, dio el impulso necesario contratándole la construcción de varios buques para su flota. También compró a una empresa de Llanera 20.000 toneladas de plancha de hojalata, ha invertido millones en chapa asturiana para sus latas de conserva. Es presidente del Patronato Internacional de Amigos del Archivo de Indianos, institución que refundó junto a otros 15 patronos. El impulso permite mantener el Museo de la Emigración de Colombres, para recordar historias como la suya.

«Nuestra historia, llena de dificultades, nos enseña de lo que somos capaces»

Juan Ramón Lucas, con su título de hijo adoptivo.

De madre mierense y padre de Colombres (Ribadedeva), el periodista madrileño Juan Ramón Lucas recibió ayer el título de hijo adoptivo de Asturias por su compromiso y vinculación con una tierra que calificó de una «solidaridad impagable que así es sentida». Fue el único de los galardonados no nacido en la comunidad, pero es tan fuerte su amor por ella, que en su corazón la considera «la tierra de la que vengo».

Con una mención especial a sus padres, Juan Ramón y Lucrecia, responsables de que el periodista guarde en Asturias el recuerdo «de mis primeras memorias, de mis emociones de niño, que son esas que permanecen siempre y siempre y rebrotan cuando a veces ni lo esperas, para recordarte quién eres», Juan Ramón Lucas repasó en su discurso la historia de una región que «viene de frustraciones y batallas; de apuestas perdidas y esperanzas rotas que nos han dibujado una suerte de pesimismo imperceptible desde fuera».

¿Dónde radica su grandeza, pues? «En la capacidad de inventar, de crear, de innovar que ahora estoy comprobando», afirmó, «al intentar devolver a Asturias algo de lo mucho que me está dando». Lo dijo precisamente porque lo ha comprobado recientemente tratando de asentar un proyecto de comunicación en las cuencas.

También ha vivido en su propia piel «la generosidad con la que hemos afrontado todos los desafíos» al embarcarse en el proceso de escribir su próxima novela, que, tal y como le prometió en su día al presidente del Principado, Adrián Barbón, «es asturiana, absoluta y orgullosamente asturiana».

La suya es la historia de un enamorado. Pero la de Asturias, la que no es otra sino «nuestra historia, sembrada de dificultades, sobre todo en el últimos siglo y medio, tiene que enseñarnos también de lo que somos capaces. Y es mucho», remarcó, honrado y emocionado al ser reconocido como parte de «esta tierra de carácter, orgullosa y generosa sin medida». Pero, por encima de todo, «eternamente dispuesta a avanzar».

«Mi abuelo fue un hijo modélico de esta tierra, con relevante dedicación política»

Ana Cristina Tolívar Alas, con el galardón de su abuelo.

No es frecuente que en un acto de entrega de medallas y distinciones de Asturias se reconozcan los méritos y se trate, siquiera mínimamente, de reparar la memoria de una persona fallecida hace más de ocho décadas. Pero la figura del rector Leopoldo Alas Argüelles, fusilado el 20 de febrero de 1937 en Oviedo, durante el segundo año de la guerra civil, exigía precisamente eso, siquiera fuera como un acto de reconciliación. Así lo entendió la familia del nuevo hijo predilecto, y en manos de su nieta Ana Cristina Tolivar Alas dejaron la responsabilidad del discurso que, más allá del agradecimiento protocolario también tuvo un punto reivindicativo, tanto de la relevancia de la figura de su abuelo como de la memoria histórica, conceptuada precisamente como eso, como reconciliación.

Ana Cristina Tolivar Alas explicó que «tratándose, en este acto, de la única distinción post mortem, es lógico que exprese mi gratitud en nombre de la familia de Leopoldo Alas Argüelles y no de la persona reconocida. Nos honra que el Gobierno de Asturias otorgue este honor a mi abuelo que, sin pasión, sí creo que fue un hijo modélico de esta tierra, que lo vio nacer y morir en Oviedo, pero con hondas raíces en Carreño y San Martín del Rey Aurelio».

Destacó la nieta del rector Alas «su entrega a numerosas causas culturales de la región, y su breve, pero relevante dedicación política, como uno de los padres de la Constitución de 1931». Hay que recordar que Leopoldo Alas fue elegido diputado en Cortes en junio de 1931 por la coalición republicano-socialista, y participó en la redacción de la Constitución aprobada el 9 de diciembre de 1931 tras la formación de las Cortes de la Segunda República. También elogió la nieta del rector la labor de éste «en el Ministerio de Justicia -el ministro, Álvaro de Albornoz, le nombró subsecretario del ministerio, donde estuvo hasta 1933-, y su relevancia como civilista y rector de la Universidad de Oviedo, en momentos muy difíciles, hacen de Leopoldo Alas Argüelles un asturiano destacado y bien conocido fuera de la región por su prolífica y temprana labor periodística, recopilada no hace mucho por el profesor Joaquín Ocampo».

Agradeció Ana Cristina Tolivar que la comunidad autónoma se una ahora «a esta suerte de reparación moral iniciada por la Universidad de Oviedo en 1987 y 2007 y por el Ayuntamiento de Oviedo en 2012. Las tres instituciones habían participado hace seis años en la colocación de un monolito que recuerda al rector Alas, en el exterior del Archivo Histórico de Asturias, a escasos metros de donde fue fusilado», recordó.

Aprovechó entonces la nieta del rector Alas el momento para solicitar a los partidos que conforman el Parlamento autonómico que cumplan con una solicitud hecha por su hermano, Leopoldo Tolivar, hace ya casi una década y que por el momento sólo recibió un acuse de recibo: «En tiempos en que se apela a la memoria democrática, quisiera recordar que, ya hace nueve años, mi hermano solicitó formalmente de la Junta General del Principado que, en su sede -en la que durante la guerra civil se celebraron consejos de guerra-, se colocara una modesta placa que recordara genéricamente a los cientos de personas inocentes allí juzgadas y enviadas, sin más contemplaciones, al paredón. Nada se hizo, aunque nunca es tarde para rectificar», invitó Ana Cristina Tolivar a los parlamentarios.

Recordó, en contraste, la nieta del rector Alas que el compromiso de su familia con Asturias y con la memoria de Leopoldo Alas Argüelles se sigue plasmando, ocho décadas después de la muerte de este, en actos concretos: «Inversa y felizmente, los libros, documentos y objetos del nuevo hijo predilecto, ya están, como los de Clarín, su padre, desde 2010, en manos del Principado, al haberse depositado por sus herederos en la Biblioteca de Asturias».

Maricuela se gana a todo el auditorio con su emoción al recibir el título

Barbón entrega a Maricuela su título de Hija Predilecta.

No podía haber ayer para los socialistas asturianos una figura que despertase más unanimidad y cariño, dentro del partido, que la de Ángeles Flórez Peón, 'Maricuela', que recibió más que emocionada de manos del presidente del Principado el documento que la acredita como Hija predilecta del Principado. Maricuela, más allá de los socialistas (ayer la acompañaron, además de su familia y como la familia política que son, numerosos representantes de la Agrupación Socialista de Gijón, con José Ramón 'Monchu' García, la diputada Ana Puerto, Francisco Manuel López, Alida Hevia Alonso, la directora general Beatriz Coto y la exconcejal Salomé Díaz Toral, entre otros), despertó la simpatía de la práctica totalidad del auditorio.

Adrián Barbón bajó del escenario del Auditorio Príncipe Felipe para hacerle entrega de su título, dado que por su avanzada edad (el próximo 17 de noviembre cumplirá 105 años), un momento en el que la emoción se reveló en el rostro de Maricuela más allá de cualquier duda. Con sus ojos brillantes, la histórica militante se aferraba al documento con evidente cariño y un punto de orgullo bien entendido, y lo mostraba a las cámaras que se pudieron acercar a ella mirando directamente al objetivo y sin poder articular palabra, en lo que fue el momento más entrañable del acto de ayer.

Tras sobrevivir a las convulsiones de España durante su larga vida (vivió la guerra civil y la dictadura) y sin perder la sonrisa de una cara amiga, Maricuela ha mantenido siempre la energía en su defensa de la igualdad y la justicia social, siempre con la humildad por bandera. Porque como ella misma dice, habla como una más, por quienes ya no están para contarlo y porque «hay que defender aquello por lo que luchamos toda la vida. No quiero un mundo de miseria como el que yo viví».

Para el Gobierno regional, Maricuela «encarna a toda una generación de mujeres que combatieron la dictadura y lucharon por las libertades en tiempos de represión, especialmente difíciles para las mujeres» y «pagó con la cárcel y el exilio su compromiso con las libertades».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3 meses por solo 1€/mes

Publicidad