-Estos casi dos años en el Ministerio de Sanidad, ¿han sido los más intensos de su trayectoria?
-Ha sido una etapa muy compleja y muy dura. Teníamos un proyecto muy interesante, pero esta pandemia lo tiñó todo de otro color. No es solo que gestionas una incertidumbre, sin el conocimiento, buscando la evidencia en tiempo real, sino que además se producía un daño. Y eso es terrible.
-¿Le caló en el ánimo?
-No tenía tiempo para pensar en eso. Pensaba qué más se puede hacer, con quién más poder hacerlo. Había una voluntad clara de abordar el problema y minimizar el daño. Eso se hizo con una capacidad de coordinación con las comunidades autónomas que puso en evidencia otra cosa importante. En este país, en el que siempre ha existido el debate de la descentralización, de los 17 servicios de salud, se funcionó como uno solo.
-Habrá luces y sombras...
-Eso tiene que juzgarlo la sociedad. Estoy seguro de que nadie va a plantear que hemos sido unos fenómenos y espero que nadie diga que hemos sido un desastre porque tampoco es así.
-Con la experiencia adquirida, si pudiera volver atrás en el tiempo, ¿qué cambiaría?
-Probablemente, con el conocimiento que tenemos ahora, un mayor refuerzo en Atención Primaria. Pero eso depende también de cada comunidad. Por ejemplo, Asturias, donde la Primaria tenía más músculo, desarrolló mucho ese servicio. Con una gestión adecuada y esa fortaleza se logró que el daño fuera menor. En aquel momento nos hubiera gustado tener mayor conocimiento y capacidad diagnóstica, que no la había. Era una situación muy compleja y esas cosas determinan la capacidad de actuación.
-Menciona la fortaleza del sistema sanitario en Asturias, pero esta segunda ola lo ha puesto al límite. Igual no era la única razón de esa mejor respuesta ante la primera ola, ¿no?
-Es una de las razones. Otra es la situación geográfica, probablemente factores climáticos... No se nos escapa que tenemos además una población muy envejecida. ¿Qué pasa ahora? Lo mismo que está pasando en Alemania, Francia o Italia. Entre otros factores, influye que tenemos menos inmunidad natural. El estudio de seroprevalencia demostró que en algunas zonas de Madrid se llegó al 20% mientras en Asturias, en conjunto, no se llegó al 2%. En cualquier caso, aquí podemos estar tranquilos porque se han puesto las condiciones para minimizar el daño. Se ha visto al presidente muy comprometido con el tema, ha hecho siempre un discurso coherente.
-¿Está más tranquilo con un presidente como Adrián Barbón que con una presidenta como Isabel Díaz Ayuso?
-No quiero establecer un paralelismo entre Ayuso, PP, y Barbón, PSOE. Es una batalla estéril. Lo que sí creo es que no hay que vender humo cuando, insisto, hay daño. A mi modo de ver, Ayuso estaría mejor si tuviese menos protagonismo político y menos confrontación política en un tema como este.
-No le entiendo. ¿Estaría mejor ella o la comunidad de Madrid?
-No, no, ella. Su discurso sería mejor entendido si tuviera una posición de menos confrontación. Los ciudadanos juzgarán lo que ha hecho. Pero que no se nos olvide que en la primera ola Madrid tuvo una situación complicadísima y nadie le dijo nada que no fuese apoyar para que las cosas fueran lo mejor posible. Y ese es el ejercicio que hay que hacer. Ahí está la diferencia.
-¿Comparte la impresión de que la pandemia ha sido otra excusa para la confrontación política?
-Hay más planos que ese. La pandemia se gestionaba básicamente desde el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud y en él la dinámica era que las medidas se tomaban por consenso. Cierto que tras un debate. Pero en positivo, no de desgaste.
-¿No aprendimos nada de lo que se vivió de marzo a junio para vernos como estamos en esta segunda ola?
-Yo creo que siempre se aprende. Yo voy por la calle y veo que la gente es bastante cumplidora. Lo que ocurre es que este virus tiene un comportamiento que es muy puñetero.
-Cierres perimetrales, suspensión de la actividad no esencial... ¿El Principado ha acertado o se ha excedido como critican algunos?
-Hay que proteger la salud para que la actividad económica pueda desarrollarse con normalidad. En ese contexto, creo que medidas muy exigentes son muy oportunas. Y si se explica bien, la gente lo va a entender. El presidente del Principado ha tomado decisiones ajustadas e hizo bien cuando pidió el confinamiento. Era una medida muy adecuada para lo que estaba pasando.
-Pero el Gobierno dijo no.
-Y el Principado no se ha quedado parado. Está poniendo todos los instrumentos a su alcance.
-¿Habrá tercera ola?
-Tenemos un riesgo importante si no hacemos bien los deberes. Hay que rebajar la circulación del virus para evitarla. Y seguir trasladando a la población que todos podemos contribuir a minimizar el problema. Por tanto: mascarilla, lavado de manos, distanciamiento social, grupos burbuja.
-Se anuncia la vacunación en 2021. ¿Afrontamos el inicio del fin de la pandemia?
-Las vacunas hay que verlas como una esperanza, pero cuidado que no son el bálsamo de Fierabrás. No me parece que el debate de los políticos sea decir cuándo estará. Las vacunas deben venir cuando estén en condiciones de hacerlo, con la eficacia y seguridad que se espera de ellas. Y las instituciones deben encargarse de que sean accesibles.
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