EUGENIA GARCÍA
GIJÓN.
Martes, 8 de mayo 2018, 02:29
Cuarenta alumnos de entre quince y dieciséis años del Instituto Rosario de Acuña de Gijón se enfrentaron ayer a las pruebas del Informe Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés). Constituyen una pequeña avanzadilla del millar de estudiantes ... asturianos que, hasta el 31 de mayo, afrontarán la evaluación con la que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) trata de medir sus competencias. Si se invierte el rol y se permite a una reducida muestra de los alumnos valorar las pruebas del Informe PISA, las califican de «algo tediosas» dada su duración -entre tres y cuatro horas, incluyendo descansos- y «difíciles por la manera de plantear las cuestiones, aplicándolas a la vida real», algo que, precisamente, las convierte también en «interesantes» para los jóvenes.
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Esta prueba, que se realizará en 55 centros públicos y privados del Principado, evalúa cada tres años la competencia lectora, científica y matemática de los alumnos. Este curso, como ya han podido comprobar en el citado centro gijonés, se hace especial hincapié en la primera, centrándola en el formato digital. Así, en el primer cuestionario de la misma, los chavales se enfrentaron a «textos de páginas web relacionados con temas de actualidad, como la utilización del aceite de palma, o científicos, como el ADN». Les sorprendió encontrarse con textos dinámicos 'online' en lugar de los «artículos periodísticos o fragmentos de libros» con los que están acostumbrados a trabajar en clase. Se vieron obligados a «leer varias veces algunos de ellos» para poder responder correctamente a las preguntas, «unas tipo test y otras de justificar la respuesta», que cuestionaban, entre otras cosas, «la veracidad de algunas afirmaciones dadas en el texto». La opinión es unánime en cuanto a la dificultad de la prueba de comprensión lectora.
La segunda parte de la evaluación pone el acento en las cuestiones científicas y matemáticas. Con los 'estímulos' -breves textos, gráficos o imágenes- se introducen preguntas que obligaron a los estudiantes a estimular la memoria, «ya que además de lo que estamos trabajando en cuarto de la ESO teníamos que recordar bastantes conceptos de otros años». Los enunciados de ambas secciones, coinciden los alumnos, se caracterizaban por «aplicar a situaciones reales, de la vida diaria, conceptos teóricos dados en clase», algo que agradecieron aún reconociendo su mayor complicación «ya que aún no estamos acostumbrados a trabajar así, de forma tan práctica». Un aspecto que llamó la atención a todos los estudiantes consultados fue la inclusión de preguntas relacionadas con la cuarta competencia, la denominada «global» por la OCDE. Así, junto a cuestiones matemáticas o lingüísticas, se encontraron otras relacionadas con problemáticas como la diversidad, la pobreza o el desarrollo sostenible, con «preguntas acerca de si integraríamos en nuestro grupo de clase a personas de otra raza, si los extranjeros tienen derecho a la misma educación que nosotros o si tienen igual capacidad intelectual». Unas pruebas «complicadas y que exigen un gran razonamiento», para las que van «tranquilos» -no influyen en sus notas- y que «están bien para conocer el nivel de la comunidad y mejorarlo si es necesario».
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