«Estamos un poco nerviosas, pero tenemos la EBAU bastante bien preparada», decían ayer Marina Serantes, Lucía Meana, Blanca Martínez y Sandra Díaz, justo antes de entrar al primer examen de selectividad en Gijón. Todas coincidían en que los nervios eran inevitables, pero también tenían ... ganas de acabar ya con la espera. «Fueron semanas duras, pero las llevamos bien y ya queremos terminar», decía Díaz. Y, con ella, coincidía Martínez, quien estas últimas semanas estuvo «encerrada en la biblioteca».
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Aunque a veces los exámenes no salen como uno pensaba, porque el de Lengua y Literatura resultó «mucho peor de lo que esperaba», decía. «La reformulación léxica fue muy complicada y las frases de sintaxis eran larguísimas para el tiempo que teníamos». Era por eso que Meana aseguraba que habían salido todos «bastante descontentos» con esta prueba, en la que las lecturas por las que preguntaron fueron 'El chico de la última fila', de Juan Mayorga, y 'Habitaciones separadas', de Luis García Montero. Bastante mejor les fue, sin embargo, a los gijoneses el examen de Historia que, esta vez, no tenía opción A y B, sino diez preguntas, de las que había que contestar cinco y que eran «bastante asequibles», según contaba Martínez. Serantes estaba de acuerdo con ella: «Este sí que salió bien», decía la estudiante, con el apoyo de sus compañeros.
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